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A raíz del accidente aéreo del avión que trasladaba entre otros, al equipo del Chapecoense y que nos ha conmovido a todos, he decidido escribir estas líneas. Era algo que venía pensando desde hace tiempo pero fue este episodio el que disparó que lo hiciera ahora.

Cuando me enteré de esta tragedia sentí el mismo pesar y rabia que seguramente el resto de la gente en casi todo el mundo. Pesar por la pérdida de vidas humanas que iban con toda ilusión a jugar un partido que podría poner a ese club pequeño en las noticias de todo el mundo y rabia por la impotencia de no poder hacer nada, la injusticia de este hecho que nos conmueve hasta lo más profundo de nuestro corazón y solo atinamos a decir: "no puede ser. . .". A medida que se van conociendo las causas y que con toda seguridad apunta a que por imprudencia e irresponsabilidad y cuestiones comerciales y económicas que no sabemos hasta donde llegan, el fallo se produjo por falta de combustible, tal vez 10 litros más hubieran evitado la tragedia, tal vez si el piloto hubiera comunicado a la torre del aeropuerto que se estaba quedando sin combustible antes nada hubiera pasado, es cuando más rabia nos da.

Impotencia, rabia, desesperación, ganas de maldecir y gritar. Todo esto es lo que ha hecho que muchas personas en todo el mundo, sin conocer siquiera el nombre del club que es difícil de pronunciar y que no conocemos siquiera a los jugadores, sintiéramos la misma pena, rabia e impotencia en todos lados.

A medida que van pasando las horas es cuando me vino a la mente esta reflexión que quiero compartir con vosotros. Espero que no se malinterprete, que todos cerremos los ojos y pensemos lo mismo en forma colectiva, al igual que nos pasó cuando nos enteramos de esta tragedia aérea.

Quisiera hacer este ejercicio y reflexión a pesar de que pueda no ser entendido o confundido, pero como me considero una persona valiente, lo voy a hacer.

Cerremos por un momento los ojos, pensemos en una familia por ejemplo que vive en Alepo, Siria, en una casa derruida por las bombas, que pasan los días y noches en vela tratando de esquivar la balacera y sobreviviendo como pueden. Una familia compuesta por una madre, el padre ya ha fallecido por una bala que le dio en la cabeza un francotirador, y dos niños de 3 y 6 años. No tienen comida, sí tienen mucho hambre. No hay luz eléctrica, ni televisión, ni agua potable, solo hay miedo, desesperación, la ilusión de la niñez está rota, las esperanzas son escasas mientras que las balas y bombas son el sonido diario a que toda esta pobre gente escucha. Ellos piensan: "Cuándo terminará todo esto. . .", no saben ya qué más hacer y solo tratan de esquivar la muerte que ronda en cada momento a su alrededor.

Abramos ahora los ojos. Esta noticia la leemos y miramos a diario en la prensa y la televisión de todo el planeta al igual que la noticia de la tragedia aérea del avión y yo me pregunto, dónde está la diferencia?. Cuál es la causa para que la tragedia aérea me conmueva y saque de mí toda esa rabia y la otra noticia que es igual de impactante o si se quiere peor por la magnitud y duración que tiene, no me conmueva por igual?. Nuestra humanidad nos aflora con la tragedia del avión pero se esconde en nuestro más profundo cinismo en el otro caso?. Qué pasaría si en vez de esta familia Siria que describo nos encontráramos con un equipo de futbol sirio que está jugando a la pelota y es acribillado por una ráfaga de artillería?. Tendría esta noticia el mismo impacto?.

No me animo a hacer una reflexión final, no tengo palabras ni sé explicar verdaderamente por qué una noticia me impacta de una manera y la otra no. Digo que no sé explicar verdaderamente porque es así. Sí podría comenzar a excusarme y decir un montón de palabras sin verdadero sentido para tratar de demostrar que en realidad es lo mismo, "PERO". . . Y cuando pongo el "PERO. . .", ya me estoy excusando y es algo que no quiero hacer en este caso.

Una vida es una vida, son muchos dolores y recuerdos para los seres queridos y cercanos que la padecen y tarde o temprano, con más o menos tragedia a todos nos pasará.

Les dejo que cada uno haga su reflexión.

Martín De Carli
Barcelona, España
Fuente: El Entre Ríos

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