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Hace 83 años, la muerte del Pbro. José María Tavella enlutaba a la provincia de Entre Ríos, especialmente a Colón, de donde era oriundo el sacerdote de tan solo 24 años.

En una mañana de espesa niebla, el auto en el que se trasladaba a dar misa fue arrastrado varios metros por un tren, falleciendo luego de unos minutos de agonía. Milagrosamente, el niño que lo acompañaba salvó su vida.

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Instituciones y diarios de la época -entre ellos El Entre Ríos- se hicieron eco de la inesperada partida de Tavella, a solo tres meses de su ordenación.

El historiador colonense Alejandro González Pavón describe el trágico hecho y sus repercusiones, a través del siguiente escrito:

La mañana del sábado 17 de junio de 1939, se presentaba con una neblina altamente notable. Parte con su auto particular desde la ciudad de Lucas González a Maciá, lugar en el que oficiaría una misa. El camino era sinuoso, la neblina no permitía ver más allá de unos pocos metros, pero había que considerar que en medio de ese trayecto, había que atravesar un paso de vía. Al llegar al lugar, intentando cruzar las vías, el tren que circulaba por ese lugar intercepta el auto provocando el fatal accidente. El auto es arrastrado unos cuantos metros debido a la velocidad en la que venía circulando el tren. Según se tiene conocimiento, el joven sacerdote no muere en el acto, sino que sobrevive uno minutos en estado de agonía. El niño que lo acompañaba, que oficiaría como su monaguillo, solo había sufrido unos rasguños por estar sentado del lado contrario al impacto de la locomotora.

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Fotografía tomada pocas horas después de la tragedia. Agrandar imagen
Fotografía tomada pocas horas después de la tragedia.
Luego del terrible hecho, no pasó mucho tiempo que comenzaron a llegar las autoridades del lugar para verificar lo sucedido. La escena era espantosa. Los diarios de la época aseguran que el accidente ferroviario se debió como resultado de la neblina; otros culpan al mal funcionamiento de la barrera de aviso. Pero lo que sí queda claro, es que aquel joven de 24 años, con tan solo tres meses de haberse ordenado sacerdote, partía de forma inesperada a la morada Santa que él tantas veces -tiempo antes- había anunciado a otros.

La noticia no tardó en llegar a Colón. El dolor de toda una comunidad que pocos meses atrás había celebrado con entusiasmo y alegría una de las primeras ordenaciones sacerdotales que se realizaba en el templo parroquial, de un joven colonense que había nacido a metros de ese lugar, sembrando la esperanza en todo un pueblo por su juventud y por su cordialidad personal, era el testamento vivo en el cual el propio cura párroco de entonces, Pbro. Narciso Goiburu, había depositado en él, no solo por conocerlo de niño y compartir con él y su familia los desayunos, almuerzos y cenas, sino por haber sido él mismo el ejemplo de pastor que José María aspiraba a ser.

Los medios de la época, no solo locales sino provinciales, dejaron impresas en sus páginas el dolor y el despliegue de un sinnúmero de discursos y homenajes que tanto el pueblo de Colón, como sus compañeros de curso en el Seminario de Paraná, profesores, jóvenes de la Acción Católica y muchas instituciones más, emitieron en aquel triste día de junio del ’39 donde dejaron en claro que no solo despedían a un sacerdote joven, con pocos pasos, sino a un gran amigo, consejero y ciudadano comprometido en los lugares e instituciones que frecuentaba.

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Archivo del boletín parroquial de Mansilla. Agrandar imagen
Archivo del boletín parroquial de Mansilla.
El diario El Entre Ríos y el Boletín Parroquial de aquella época, emiten en sus reiteradas ediciones el cariño, afecto, respeto y dolor de tantas personas que le quisieron rendir su homenaje a este joven sacerdotes con grandes virtudes oratorias, con una inteligencia que estuvo guiada desde muy niño por su director espiritual, el Pbro. Goiburu, y con un gran corazón que supo gestar en el seno de una familia unida, creyente y trabajadora.

El dolor se implantó en la familia, y al poco tiempo de este trágico hecho, a pocos meses de diferencia, fallece su madre, Doña María Teresa Benzi.

Fue sepultado en el Cementerio de Colón. Sus restos descansan en el Panteón de la Familia Benzi.
Fuente: El Entre Ríos / Facebook Alejandro González Pavón

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