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Se trata del hombre de 33 años que en la madrugada del 8 de junio murió en las escalinatas de su casa del Barrio 338 de Gualeguaychú, ante la mirada de sus padres.

En el banquillo de los acusados estaba Genaro Gutiérrez, que fue detenido ese mismo día, durante un allanamiento realizado al mediodía en su casa del Barrio 348. A su lado estaba el abogado Pablo Di Lollo, un experimentado penalista que tiene muy clara su estrategia para evitarle una condena a su cliente.

Pero del otro lado de la sala también hay penalistas con mucha experiencia, tanto en la Fiscalía como en la querella, a quienes no les sorprende en nada la estrategia trazada por la defensa de recurrir al problema de adicciones que tiene el joven de 20 años. Lisandro Beherán, por el Ministerio Público Fiscal, y Martín Britos y Rubén Virué por la querella, conocen bien el paño y fueron preparados para la contienda.

En el medio estaba el tribunal, presidido en esta ocasión por Alicia Vivian, y detrás de las vallas de madera estaba el público, que en su gran mayoría fue compuesto por amigos y familiares de la familia Bentancourt y otros pocos que acompañaron a Gutiérrez.
La excusa de la droga
Los alegatos de clausura se cumplieron tal como estaban previstos que ocurriera. Los acusadores formalizaron la acusación por “Homicidio simple doloso” y brindaron una breve descripción -sobre todo la querella- de las circunstancias que rodearon a la agresión que terminó con la vida de Lucas. Esto le valió a Di Lollo chicanear a sus colegas por la valoración del alegato de inicio, adelantándose a la teoría del caso.

Fue cuando le tocó su turno, además que pidió que se realizara el desdoblamiento de la otra causa que entró en este juicio por una supuesta tentativa de robo de un estéreo de una Renault Kangoo, ocurrido en la madrugada del 2 de octubre de 2018, en donde fue atrapado por la Policía.

Di Lollo habló de que Gutiérrez sufre de alteraciones de carácter cognitivo y que del día en particular no recuerda absolutamente nada. Incluso, le pidió a los jueces que actuaran de forma independiente y que no se dejaran llevar por lo publicado por la prensa escrita, particularmente. Finalmente, no se dio curso al desdoblamiento de las causas y, tras debatir el caso por el crimen de Lucas, se tratará la tentativa de robo.

Fue después de su alegato que Gutiérrez le confirmó al tribunal que iba a declarar. El muchacho, de 20 años, aclaró que no iba a responder preguntas y, en una breve frase, manifestó no haber conocido nunca a la víctima y que de esa fecha no se acordaba de nada porque se había drogado todo el día.
El dolor de la familia
La declaración del imputado dio paso a la parte más emotiva del primer día de juicio: escuchar el desgarrador relato de Luis Bentancourt, padre de Lucas, y de dos de sus hermanos, Francisco y Cecilia, hizo trastabillar a más de uno que se pusiera por un segundo en sus zapatos.

Luis fue quien le practicó RCP en la escalinata, creyendo que se trataba de una descompensación producto de una gripe que había tenido la semana anterior. Nunca creyó que su hijo podía ser víctima de un homicidio hasta que pudo ver la sangre que tenía en su mano. Al abrirle la campera pudo apreciar la herida que tenía en la parte alta de su pecho.

“No había quirófano que lo salvara a Lucas”, fue lo que dijo Francisco y tenía razón, porque Lucas murió en cuestión de segundos, mientras su padre lo cacheteaba, le gritaba y le hacía todo tipo de reanimaciones. La lesión que había recibido había sido letal. “Esa noche fue tremenda, no se la deseo a ningún padre, que un hijo se te muera en los brazos”, relató Luis, totalmente quebrado.

Cecilia, posiblemente, es la más racional de todos los hermanos. Su declaración no tuvo fisuras y, debido a su labor como trabajadora social, conocía la problemática adictiva delictiva de Genáro Gutiérrez desde que era menor de edad, pero aclaró que afortunadamente nunca le tocó intervenir en su caso, cuando era tratado dentro de un organismo estatal.

La madre de Lucas prefirió ni siquiera presenciar el juicio, y mucho menos contar lo que vivió. “Si mi vieja habla hasta las estatuas lloran”, comentó Francisco afuera de los tribunales. Manuela, la otra hermana, que sí presenció el juicio, no declaró porque esa noche fue la última en llegar, ya cuando la Policía había realizado las primeras actuaciones y por eso no era necesaria su palabra.
La valoración de la prueba
El testimonio de la familia Bentancourt dio paso a la palabra de los distintos funcionarios policiales que intervinieron en el hecho. La oficial sumariante Gabriela Barreto fue la primera en llegar a la escena donde cayó el cuerpo y entrevistarse con Luis. Después fue el turno del oficial sumariante Fernández, de la Comisaría 8ª, que comandó el allanamiento en la casa de Gutiérrez del Barrio 348, lo detuvo y secuestró la ropa que llevaba colocada. Este funcionario indicó que al momento de su detención, el imputado “era una persona normal, no estaba alterado”. A estos dos se le sumaron las declaraciones de otros dos policías, Hugo González y Daniel Suarez, que no aportaron demasiado.

Lo más importante de la última parte fue la declaración del médico Jorge Marañón, que realizó el examen físico al detenido y extrajo las muestras de sangre. A su vez, detalló que el joven presentaba una lesión cortante en un dedo de su mano derecha, que presentaba una evolución menor a las 6 horas y era compatible con un elemento filo cortante.

Al ser indagado por el fiscal Beherán, este profesional aseguró que Gutiérrez se encontraba “orientado en tiempo y espacio” y que “no tenía signos de abuso de sustancias”. A esto lo pudo determinar a las preguntas de rigor que se hacen, como que especifique día y horario, su DNI y otras que sirven de ayuda.
Fuente: El Día - Carlos Riera

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