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“En pocos días pasamos por el bloqueo de camioneros a empresas; en Neuquén, por la ruta cortada durante tres semanas; en Capital, por el corte de los puentes, y hace poco vimos azorados cómo 25 personas cortaban las vías del tren causando un aglomeramiento en la estación Constitución y un foco de contagios inadmisible”, afirma Mario Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), una entidad que representa al 65% del PBI y al 68% del trabajo formal. “El mayor problema que tenemos es la actual situación de anarquía. Estoy tremendamente sorprendido de la inacción de los gobiernos que tienen que intervenir y poner orden. No hay justicia, a nadie le importa nada”, asegura, “necesitamos orden, éste es el principio fundamental para trabajar con tranquilidad”.

“La Argentina necesita divisas genuinas y esto lo traen las exportaciones. Sin embargo, ésta es la ley de la selva, del más fuerte, con algunos sindicatos que no entienden la enorme crisis por la que estamos atravesando”, agrega.

A la hora de los negocios internacionales, Grinman hace referencia a que la Argentina “es un país poco creíble, porque vivimos cambiando las reglas de juego. Este tipo de transacciones tienen especificaciones concretas, que implican cumplir con los precios pactados, la calidad prometida y los tiempos de entrega”. Con respecto a esto último, a veces podemos cumplir, pero a veces no. En el caso de la prohibición de exportar carne, por ejemplo, ¿cómo cumplís con un proveedor que espera los productos de la Argentina y que a su vez tiene compromisos con sus clientes? Construir confianza para exportar lleva muchos años y esto se destruye en poco tiempo”.

El directivo de la CAC pone como ejemplo al mercado chino (comprador de carne argentina): “Es muy difícil abrirlo. No se hace de un día para el otro. Lleva meses, años de trabajo y de confianza, de que crean que uno es creíble”. “Por favor –expresa a modo de súplica–, pedimos a los responsables de gobernar que pongan orden, que nos cuiden, que nos dejen de retar a los empresarios. No somos los malos de la película, la inflación es un problema macro monetario. Deben buscar la responsabilidad en su gestión. Y hablo sin tomar ninguna bandera política. La gente está cansada, va con miedo a trabajar y encima le cortan las rutas y tarda horas en llegar a su casa”.

Por otro lado, dice que “es inviable que el trabajo formal perdido en la pandemia se recupere en estas condiciones. Los empresarios no estamos motivados para invertir. Lo único que crece a tasas chinas en la Argentina es la pobreza, y para bajarla hay que generar riqueza a través del sector privado”.

Para concluir, “el cierre de mercados, controles de precios... eso no funcionó nunca en ningún país. Para hacer los cambios que se necesitan hay que pagar costos políticos, hay que arriesgarse, sin intereses partidarios ni electorales”.
Fuente: La Nación / Paula Urien

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