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“...Mi meta era divertirme y poder llegar...”. Totalmente consciente de las dificultades que tuvo que atravesar para llegar a Tokio, perjudicado por el contexto sanitario que le impidió entrenarse como una competencia de este calibre lo requiere, Rodrigo López resume en un puñado de palabras el objetivo con el que desembarcó en la capital japonesa.

Fueron sus quintos Juegos Paralímpicos consecutivos y el corolario de una campaña exitosa e inigualable que lo llevó a recorrer el mundo entero con su bicicleta. A los 42 años se transformó en un soldado de mil batallas, infaltable en la delegación argentina en cada una de las citas internacionales de primer nivel desde principios del nuevo milenio.

Con decenas de diplomas y dos medallas olímpicas (bronce en Atenas 2004 y Londres 2012) el oriundo de Colón completó esta semana su intervención en Tokio 2020 siendo uno de los pocos de su camada que aún sigue vigente compitiendo en Ciclismo Adaptado en las disciplinas de Pista y Ruta.

En una publicación que hizo en su cuenta de Facebook en las últimas horas, una vez concluida su participación en Tokio, Rodrigo calificó a esta experiencia como “El último baile”, emulando al reto que se proopusieron Michael Jordan y compañía para ganar el sexto anillo de NBA con los Chicago Bulls en 1998.

“... Y vaya si hubo baile... Amaneció con lluvia y a la hora de largar fue cada vez más intensa y no se veía a 5 metros. El trazado fue un verdadero desafío, no se veía y en las bajadas no frenaba, también hubo partes del circuito que se inundaron”, cuenta el ídolo colonense, que una vez más, supo reponerse a las adversidades que las carreras le proponen: “Me caí dos veces. La primera en bajada y en una curva, cuando debía pasar por un túnel. No me dio para doblar, patiné, dí contra la pared y volé para el otro lado golpeando la cabeza. Un neutral me acomodó la bici y pude continuar. Obviamente me subí y seguí luchando con los dolores y con la lluvia que se hacía más intensa. Cuando volví a agarrar ritmo, en otra curva de 90° enganché una valla y volví a caer. Pero otra vez arriba y a seguir, mi meta era llegar, disfrutar y divertirme y lo hice”.

Más allá de su profesionalismo, Rodrigo compitió en clara desventaja con sus rivales. Es que a diferencia de sus últimas competencias –cuando lo hacía en Paysandú- no pudo entrenar en pista recién hasta un par de días antes y ya instalado en Tokio. En esa modalidad fue 9° en Persecusión y 18° en Contrareloj. En Ruta también logró el 9° lugar en Contrareloj y concluyó 36° en la carrera que describió en su texto.

“Doy MUCHÍSIMAS GRACIAS CON MAYÚSCULAS a Dios por permitirme darme este regalo de competir al pie del Monte Fuji, y también a mi padre y entrenador Juan Carlos que llevamos más de 20 años juntos. A mi familia, Lili, Rocío, Fran, Rina, Maxi y tíos gracias por el aguante y GRACIAS A TODOS USTEDES que me hicieron sentir animicamente excelente y muy acompañado con todo el aliento y demostraciones de afecto recibido. Los quiero mucho saludos”, cerró Rodrigo, que en los próximos días volverá a nuestra ciudad y recibirá el afectuoso cariño de siempre.
Fuente: El Entre Ríos

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