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Carga de polietileno enfardado y sillas molidas.
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Blanca Fernández Appelt –de nacionalidad uruguaya- y Pablo García –oriundo de Villaguay- ambos radicados en la ciudad de San José, son dos de los ocho socios de la Cooperativa “Cielo Compartido”. Los entrevistamos para conocer más sobre el trabajo de acopio y reciclado que hacen con los residuos en la localidad.

“El 14 de febrero de 2011 comenzamos juntando basura en las parvas del antiguo basural ubicado en Colonia Nueva del Norte, con el objetivo de ordenarlo. Eran parvas sin ningún tipo de sentido, como pasa en la mayoría de los pueblos. Nuestro trabajo tiene que ver con el cooperativismo y entender lo que es la basura”, comienzan diciendo.

“Había un marco legal con el que cumplir porque al intendente se le complicaba tener gente dentro de un espacio físico que sigue siendo municipal. Yo venía de asesorar cooperativas en la localidad de Villa Domínguez y lo que hice fue aplicar esos conocimientos para armar una cooperativa de trabajo, sacar a la gente de la esclavitud porque generalmente son trabajos infrahumanos, y por otro lado había que darle valor al residuo. Por eso en 2012 hicimos un trabajo de saneamiento primario al que me tocó dirigir. Se hizo un cerramiento, se acomodó y urbanizó haciendo calles internas. Había cavas que se habían hecho a lo largo de 25 o 30 años y las fuimos ocupando sin el debido proceso de geomembrana. En la segunda parte, le propuse al intendente Canali ir armando –sobre una idea que se llama Responsabilidad Social Empresaria- un convenio con empresas para que empiecen a aportar, tanto las avícolas como de construcción, todas las que generan los grandes residuos. Así lo hizo y Camelias S.A. aportó un galpón”, agregó Pablo.

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Carga de polietileno agrumado. Agrandar imagen
Carga de polietileno agrumado.
“En 2013 comenzamos el trámite legal de armar una cooperativa y el 14 de febrero de 2014 nos entregan los papeles; por entonces éramos seis integrantes. Teníamos un hermoso galpón; un sueño para el reciclador estar bajo techo. Si bien el residuo se junta en el campo, la separación se hace cobijado y sin perder el trabajo los días de lluvia. Pero el 14 de marzo de 2014 un tornado tiró abajo el galpón y nosotros estábamos adentro. En 2015 la misma empresa lo repuso, hoy está a medio terminar, es una estructura mucho más grande y más segura. La municipalidad aportó otro galpón pequeño y luego nosotros hicimos otros más, teniendo actualmente cuatro galpones”, dijo.

“Realizamos tratamiento de polietileno. Somos la única cooperativa de trabajo del país que hace la recuperación, clasificación y puesta en valor del polietileno, y se lo devolvemos a las industrias por toneladas”, comentan sobre su trabajo.

“Si uno intenta vivir del residuo así como está en el basural, es imposible. El secreto está en generar valor agregado”, aseguró Pablo.

Por su parte, Blanca explicó: “Al aluminio, al bronce y al cobre no se les puede dar valor agregado, o al menos deben ser demasiado caras las herramientas que se necesitan. A las botellas se les puede dar valor agregado pero hace dos años que el Pet tiene el mismo precio. Entonces hubo un momento en que teníamos el 80% de nylon”.

En la misma línea, su compañero explica que este excedente guarda relación con la industria avícola. “Generan en sus plantas toneladas de residuos de polietileno pos consumo. Había que dar una solución y hoy estamos haciendo la clasificación, recuperación y le estamos dando valor agregado haciendo del polietileno lo que se llama grumo, que es el paso previo a filtrarlo y luego poder hacer juguetes, macetas, caños para agua. Actualmente tenemos dos agrumadoras, dos molinos, dos prensas. Acabamos de comprar una agrumadora más grande en 200 mil pesos, porque nos hemos asociado a Fecotra (Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina) a través de la cual nos dan un crédito”.

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Parte de lo que la cooperativa elabora con el polietileno reciclado. Agrandar imagen
Parte de lo que la cooperativa elabora con el polietileno reciclado.
“Incorporamos un artesano y comenzamos a hacer mueblecitos de cartón para niños. También hacemos abono orgánico. Siempre hay que mirar qué más se puede hacer que genere ingresos, más allá de enfardar cartón o botellas. Sin valor agregado es pobreza garantizada, no sería un sueldo de calidad ni mucho menos”.

Respecto a las condiciones laborales de quienes integran la cooperativa, “siempre tratamos de que tengan el equivalente a un salario digno (no hay sueldo en las cooperativas sino reparto de excedente) y un horario acorde. En el basural no hay cirujas ni personas comiendo, que es lo que encontramos en el 2011”, explican, para luego agregar: “No tenemos subsidios y pagamos el 21% de IVA al momento de vender las botellas de gaseosa que dejan en el basurero. También pagamos Impuesto a las Ganancias y Rentas. A las empresas la municipalidad les otorga un certificado de deposición final de residuos y pagan un canon simbólico, porque nosotros como cooperativa y el municipio les estamos dando garantías de que llegan con su vehículo, vuelcan sus residuos y no tienen a quien temerle, se los acompaña, no los muerde un perro, no corren riesgo. Es un ordenamiento interesante”.

Blanca comenta a qué debe su nombre la recicladora. “En ese momento trabajando éramos una señora chilena, otra brasileña, una uruguaya, un hombre de Villaguay y una sanjosesina. Entonces Pablo me mira y me pregunta qué nombre le íbamos a poner a la cooperativa, miro para arriba y le digo: ‘Cielo Compartido’. Esperamos que nos aceptaran el nombre, porque no puede haber en el país dos cooperativas que se llamen igual, ya que la matricula es nacional. Y finalmente lo aceptaron”.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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