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María Fernanda Araujo (48) nació en el barrio porteño de Palermo, pero gran parte de su vida transcurrió en la ciudad de Colón, de donde es oriunda su familia.

Es hermana de Elbio Eduardo Araujo Penon, uno de los entrerrianos caídos en la Guerra de Malvinas. Ese episodio la marcó para siempre y asumió el compromiso de encabezar la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur (actualmente con licencia). Ahora se escribe un nuevo capítulo en su vida, a partir de la convocatoria de Juan José Gómez Centurión (NOS) para convertirse en precandidata a diputada nacional en las elecciones PASO del 12 de septiembre. Acompaña a Javier Milei en la Lista 504 A del frente “La Libertad Avanza”, a partir de la alianza que conformó con el militar retirado.

-¿Hace mucho que militás en política?

-No, mi vida siempre fue Malvinas. Juan José Gómez Centurión me invitó a un almuerzo, nosotros nos conocíamos porque él es veterano de guerra, con un accionar importantísimo en la gesta de Malvinas.

Pensé que íbamos a conversar de la vigilia de los 40 años de Malvinas, pero mi sorpresa fue grande y muy grata cuando me convocó para que lo acompañe en provincia de Buenos Aires -donde yo viví muchos años- como segunda en la lista, por los valores que tenemos en común.

Finalmente no pude porque mi domicilio está en Colón, Entre Ríos, y me pidió si podía representar a NOS en CABA, con Javier Milei, en ese caso en cuarto lugar porque la lista ya estaba armada. En Capital Federal, donde vivo actualmente, pude justificar mi domicilio.

-Imagino que te proponés llevar la lucha de Malvinas al Congreso.

-Esa es la misión más importante. Sería histórico que llegue Juan José como veterano y yo como familiar directo de un héroe caído en combate.

-¿Qué leyes son necesarias en este sentido?

-En el caso de los familiares, como hermana siempre digo que si mis padres hubiesen tenido la atención psicológica, psiquiátrica e integral que merecían y que tenían por derecho, seguramente mi vida hubiese tenido otra calidad.

Los familiares de los caídos somos los grandes olvidados. Doce años después, mamá obtuvo el beneficio, pero yo no lo tuve jamás.

Si vamos a otros momentos críticos de nuestra historia, como Cromañón e incluso más atrás, los familiares de los desaparecidos tienen atención de toda índole y reconocimiento.

¿Por qué unos sí y otros no?

El veterano también fue olvidado en un principio, pero se movieron. Simultáneamente, los familiares de los caídos estaban enfocados en averiguar qué había pasado. A mi mamá y mi papá nadie les dijo qué había pasado con mi hermano; nos fuimos enterando con búsquedas y preguntas, encontrando a sus compañeros, a su cabo primero; pero no hubo nada oficial.

Recién el 6 de diciembre de 2017 nos enteramos qué había pasado con Eduardo. ¿Te parece que no hubo abandono desde el Estado? Es necesario que una voz lleve Malvinas al Congreso.

-Desde ya que sí. Pero lamentablemente no se puede volver el tiempo atrás. ¿Qué cosas se podrían hacer 40 años después?

-Por ejemplo, modificar la ley para que los familiares de los caídos tengan los mismos beneficios de los veteranos: atención psicológica o psiquiátrica, un trabajo digno.

El veterano de guerra consiguió trabajo en organismos públicos y ahora puede dejar ese lugar al hijo o el hermano. Mi hermano no tuvo esa suerte.

En nuestra cultura, cuando alguien se muere ya está, pero hay que recordar que ese muerto -más con las edades que tenían nuestros caídos- dejaron familias completas. Siempre digo que la misma bomba que cayó en la posición de mi hermano, cayó en mi hogar. ¿Qué hizo el Estado con esa familia?

Después de haber pasado todo lo que pasé y haber tenido que cuidar de mamá y papá, ¿no merezco como hermana una atención del Estado?

-A lo largo de estas décadas, ¿pudieron trabajar en conjunto con Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo? Seguramente tienen en sus respectivas luchas puntos en común.

-Hemos tenido algún que otro encuentro casual. Alrededor del año 2004 mandamos una invitación a Madres de Plaza de Mayo para una misa en la Catedral Metropolitana. La contestación fue que no, porque no se juntaban con “fachos”.

Es más, están los dichos de Hebe De Bonafini: “En Malvinas se tendrían que haber muerto todos”.

-¿Y con Abuelas?

-No, porque nunca se han acercado a nosotros. Ojalá tuviésemos toda la ayuda que tienen ellas.

Con la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur tuvimos grandes logros, incluso algo que es histórico, como que dos países en litigio construyan en las islas un monumento y llevar la Virgen de Luján para que los proteja como madre. Sin embargo, todavía no tenemos sede propia.

Malvinas siempre se guardó debajo de la alfombra.

-Revisando del ‘83 hasta la actualidad, ¿hubo algún gobierno que haya tenido políticas interesantes hacia Malvinas, los excombatientes y familiares de caídos?

-Carlos Menem sacó la Ley del Veterano de Guerra, que después fue desvirtuada porque era solo para los soldados conscriptos y para los cuadros no; este famoso discurso de que los Derechos Humanos son solo para un lado. Desde la comisión de familiares siempre pensamos que las lágrimas son las mismas, porque la muerte trasciende todo y las balas no medían los grados. Así están en el monumento de Malvinas todos y por orden alfabético.

Pero todos los logros, tanto de los veteranos como de los familiares, siempre fueron de abajo hacia arriba. Ningún presidente nos vino a golpear la puerta y proponernos algo; si no rompíamos puertas no obteníamos nada. Hasta el día de hoy siento que mendigamos.

Si Menem hizo la ley es porque los veteranos se pusieron firmes; si Néstor Kirchner aumentó la pensión fue porque acamparon meses en Plaza de Mayo y rompieron la puerta de Casa Rosada.

Decime vos como argentina: ¿Cuántos viajes sabés que hizo el gobierno para que los familiares puedan visitar las tumbas?

-Que yo me haya enterado, ninguno.

-Bueno, ahí está la respuesta. Nos rasgamos las vestiduras diciendo “el cementerio se tiene que quedar en las islas”. Y yo estoy de acuerdo, porque dieron la vida por la tierra que nos corresponde por hecho, por derecho y por historia. El cementerio tiene que seguir existiendo en Malvinas, pero para eso hay que llevar a los familiares, sino es normal que una mamá se lo quiera traer, porque no lo puede ir a visitar.

¿Ni siquiera eso les dan a las mamás que todavía están con vida, como la mía? Dos o tres veces por año llevarlas a las islas para que le lleven una flor a sus hijos. ¿No lo merecen?

Todo esto es lo que nunca se habló en el Congreso.

-Como precandidata a diputada, ¿qué pensás que debe hacer la Argentina para recuperar la soberanía de Malvinas?

-Por experiencia propia: con las guerras no gana nadie. Tengo comunicación directa con la hermana de un soldado británico caído en Monte London, el mismo lugar en que murió mi hermano. Ella me dice: “Yo no gané nada. Es más, tu hermano está en las islas, lo tenés más cerquita y lo podés visitar, yo no”.

No soy partidaria de la guerra y puedo hablar de lo que se sufre por las secuelas. La forma es con la palabra, el diálogo y construyendo puentes. Siempre defendiendo con firmeza, convicción y valores lo que es nuestro.

-Para dialogar hacen falta dos. ¿Pensás que del otro lado existe esa voluntad?

-Claro que se puede dialogar, pero esto no es de un día para el otro. Todo depende de cómo se hable, como pasa en todas las circunstancias de la vida.

Estoy convencida de que haciendo las cosas bien y con amor, llegamos a cualquier lado. En el tiempo que queremos seguramente no va a ser e incluso es probable que nosotros no lo veamos.

A mí me encanta dialogar con los jóvenes. Pensaba qué bueno hacer viajes culturales con los estudiantes, por ejemplo a las islas, para que se conozcan con sus pares, encuentren similitudes, queden los contactos, quizá se hacen amigos, se enamoran, se casan y tienen hijos.

Acá hay algo importantísimo: para recuperar las islas, primero nos tenemos que recuperar como continente. A partir de ahí, mi sueño es que algún día el isleño diga: “Yo prefiero ser argentino a ser inglés”.

Y fijate no hubo guerras, sino amor.
Fuente: El Entre Ríos

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