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Néstor Benítez es apicultor. Su producción se encuentra en cercanías a Villa del Rosario (departamento Federación) y desde hace un tiempo tanto él como otros productores del sector están preocupados ante la mortandad de una enorme cantidad de abejas.

“Ya hicimos notas y, oportunamente, nos reunimos con gente del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), también con Martín Rigoni (presidente de la Asociación de Citricultores de Villa del Rosario e ingeniero agrónomo). Me parece que todos ellos no se pusieron a trabajar como corresponde, porque hoy vemos que la fumigación que se está haciendo en nuestra zona es amargante”, comentó Benítez.

Agregó, además, que “están destruyendo la apicultura con las fumigaciones. La abeja con un 50 o 60 por ciento de fumigación, de la que hay en la zona, muere. Señores citricultores, tal vez ustedes no ven la destrucción que están causando. Esta también es una producción de nuestra economía regional, al igual que la citricultura y otras actividades”.

En otro tramo, Benítez señaló que “supuestamente están curando ahora contra la arañuela, pero lo cierto es que están causando mucho daño. Hace veinte días mis colmenas fueron envenenadas y aún siguen muriendo abejas”. También dijo que “no es que fumigaron sobre los cajones, sino que al andar las abejas de planta en planta, traen una sola flor pequeña a la colmena y eso ya es suficiente para que mueran muchas. El poder residual es muy grande. Quiero invitar a los señores citricultores, y si quieren los acompaño, para ver la mortandad. Con esto me cortaron los brazos, porque yo vivo de esto”, remarcó.
“Estuve en las oficinas del SeNaSa y un productor lamentaba la muerte de sus vacas y yo lo entiendo, porque a mí también me mataron todas mis abejas. Lo mismo le pasó a otro productor amigo, quien perdió muchas abejas por esta causa. Hay que tomar cartas en el asunto. El INTA y el SeNaSa a la hora de exigir cosas están al tanto de todo, pero en estos casos no deben desentenderse y tomar decisiones. Son los ingenieros quienes conocen el tema y saben qué productos y cuántas dosis se deben utilizar para fumigar. También hay que tener en cuenta las distancias. No se trata solo de fumigar nomás”, indicó.

Sobre la zona en la que ocurrió la mortandad, explicó que “en principio fue en colmenas que yo tenía en Colonia Racedo, desde El Ombú hacia adentro. Y ahora, en la zona de Colonia Villa del Rosario (mencionando a diversos productores, algunos de ellos no fumigaron). Yo vi que un productor de apellido Masetto estaba curando y había un olor impresionante (de los productos químicos)”. Luego expresó que las pérdidas “equivalen a alrededor de 100 mil pesos por tambores, y son alrededor de 10 tambores. Más el daño que causaron”.
Fuente: Chajarí al Día

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