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Luego de trabajar 40 años en el INTA, y de llegar a ser coordinadora nacional del Área Estratégica de Gestión Ambiental de ese Instituto, la profesional de la biología María Elena Zaccagnini se animó a cambiar de lado en el mostrador y apostar por la producción agropecuaria, especialmente en la de nuez pecán.

Para su suerte, esta pasión por el sector, tanto desde la órbita pública como la privada, pudo compartirla con el ingeniero José Luis Panigatti, especialista en suelos de INTA con 50 años de trayectoria, y su marido por casi los mismos años.

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“La investigación científica te da el conocimiento, pero estar en la vida real te pone en otra dimensión, incluso para demandarle a los institutos de ciencia y técnica determinado tipo de conocimiento. Cuando estamos en la investigación no nos ponemos en los pies del productor, pese a que es nuestra misión. No es tan fácil”, dijo María Elena Zaccagnini.
En un “clúster dentro del clúster”
Ese cambio de rol, que no cualquiera lo lleva adelante con la suficiente soltura, hizo que la profesional, que incluso integró grupos de Cambios Rural, se autoevaluara como profesional de un organismo técnico-científico.

“Hubo momentos en que me enojé conmigo misma y con la Institución a la que yo pertenecía, a la que amo y a la que le debo todo lo que soy. Le debo al INTA todo lo que logré en mi vida”, reconoció la devenida productora.

Para describir su actualidad, Zaccagnini elige decir que hoy integra “un clúster dentro de un clúster”, porque muchos de los que integran el grupo de productores de nuez pecán originalmente formaban parte de Cambio Rural.

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“El Clúster de la Nuez Pecán es una organización civil sin fines de lucro que agrupa no solo a productores sino también a instituciones como Aapresid. La realidad es que muchos somos además productores de otras cosas como granos. Cuando empezamos el clúster como técnicos y profesionales de INTA, veníamos a contribuir”, contó la profesional.

“La semilla fue que la nuez pecán era una novedad, algo de lo que sabíamos poco y la única forma de realmente aprender era asociarnos y trabajar juntos. Finalmente terminamos siendo un grupo de amigos y colegas que compartimos saberes, experiencias, maquinaria, y comercializamos juntos”, añadió a continuación.
Entre Ríos, base del pecán argentino
La base de este clúster se encuentra en Entre Ríos, provincia que concentra la mayor parte de esta producción en Argentina. Si bien este fruto es originario de Norteamérica, en particular de las zonas de Texas, Georgia y México, su equivalente ecológico y latitudinal es la región mesopotámica y centro del país.

Actualmente se producen unas 3.000 toneladas de nuez pecán en Argentina, de las cuales el 95% se exporta. Es por eso que los productores se enfocan especialmente en el agregado de valor y el crecimiento en escala, ya que la mayoría de las unidades productivas son pequeñas. Para esto fue clave el asesoramiento provisto por INTA.

“El programa tenía una apoyatura técnica donde un técnico venía y compartía con nosotros. Ahí poníamos en práctica técnica de poda, de plantación, de tratamientos fitosanitarios que necesitábamos. A medida que fuimos creciendo necesitamos nuevas cosas para escalar la producción como la maquinaria”, explicó.

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Y completó, al respecto, que “de ahí que fue clave asociarnos, nos capacitamos permanentemente, y hoy integramos también la Cámara Argentina de Productores de la Nuez Pecán”, señaló Zaccagnini, quien hoy tiene un emprendimiento propio con la marca Eco Pecán, donde ofrece distintos productos a partir de esa nuez.
Un deseo y una certeza
-¿Qué te gustaría que pase a futuro con este grupo?
-Que haya más presencia, más actividad. Yo por ejemplo empecé a ofrecer presentes en los congresos de Eco Pecán, para que se entreguen a los oradores. Yo voy a todos lados con mis bolsitas para ir poniéndole dimensión a la importancia del agregado de valor. El pecán es además de los frutos secos que mayor valor nutritivo tiene. Tiene antioxidantes, omegas, vitaminas.

A continuación, Zaccagnini agregó: “Yo ya me jubilé. Le puedo dedicar a esto porque también es un motivo para compartir con tu familia. Yo cosecho con mis nietos. Hay mucho agregado de valor cuando vos hacés una actividad así. Y además de ser una alternativa para diversificarse, esto también sirve para divertirse, hacer sociales, compartir conocimiento”.

“Es muy interesante la onda de la gente que hay en el pecán, y a mí eso me hace sentir acompañada, me hace sentir que no estoy sola. Yo ahora estoy viuda, pero no me siento sola y me encanta”, cerró.
Fuente: Bichos de Campo.

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