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Fotos: Rubén Comán/El Entre Ríos.
Fotos: Rubén Comán/El Entre Ríos.
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Este jueves y viernes, la Biblioteca Popular Fiat Lux fue sede del primer encuentro, organizado por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), la Dirección de Cooperación Internacional, Secretaría de Coordinación de Gestión Cultural y la Secretaría de Gobierno de Cultura, Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación.

La iniciativa tuvo como fin promover la articulación cultural entre bibliotecas populares, comunitarias y municipales de Argentina, Brasil y Uruguay.

Al cierre de las jornadas, El Entre Ríos dialogó con Alejandrina D’ Elía, directora nacional de Innovación Cultural de la Secretaría de Cultura y Creatividad de la Nación.

-¿Qué se trabajó durante el encuentro?

-En la primera jornada fue la presentación de experiencias de distintas bibliotecas fronterizas de Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil que se encontraban por primera vez, así que se trató de un proyecto inédito. Cada una comentó cómo trabaja, se presentaron problemáticas en común y algunos desafíos. Tomamos nota de lo que surgió en las charlas con vistas a hacer un resumen para el taller del día siguiente.

En la segunda jornada, trabajamos en tres mesas heterogéneas con la idea de definir qué es una biblioteca de frontera, teniendo en cuenta qué las diferencia de otras bibliotecas. Desde la metodología de diseño estratégico elaboramos un proyecto para hacer en conjunto, pensando cuál es la problemática que hay que solucionar, qué tipos de proyectos podíamos abordar, para qué público, cuáles son los objetivos y las estrategias.

-¿Cuáles son las problemáticas que encontraron en común?

-Hay algo inevitable y siempre sale que es el tema financiero, teniendo en cuenta que son bibliotecas populares organizadas por la sociedad civil, con aportes de la Conabip, o subsidios municipales o provinciales pero que cada vez alcanzan menos, por lo que hay que diseñar estrategias para autofinanciarse y pensar quiénes pueden sumarse, como el sector privado, que en la Argentina participa poco y nada del mundo de la cultura.

Esto se contrapone con el modelo de Brasil, donde las bibliotecas populares no tienen apoyo del Estado y deben articular con el sector privado, que es la única fuente de ingresos. Se planteó cómo aprender de modelos como ese.

Otro problema es cómo hacer bibliotecas más conectadas con la comunidad, cómo incrementar el público. Los jóvenes no van a las bibliotecas. No es que hoy se lea menos, pero se lee diferente, entonces el tema de las plataformas digitales es clave, atraviesa a los jóvenes y a los que no lo son tanto, así que se habló de cómo aggiornarse a las nuevas tecnologías. También cómo redefinir lo que es una biblioteca, saliendo del lugar de que son únicamente repositorios de libros, pensando un espacio cultural sumando a la comunidad para que utilice la biblioteca.

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-¿Se habló de accesibilidad? Me refiero a lo que tiene que ver con lo edilicio pero también en cuanto a los contenidos.

-Poco. Y se habló poco de género también. Trabajar con perspectiva de género también es un tema estratégico y de agenda internacional. Qué pasa con las mujeres creadoras, las que trabajan en el ámbito de la cultura. En la encuesta de consumos culturales que hizo el Sistema de Información Cultural Argentino, se hizo un informe con perspectiva de género y salieron cosas muy interesantes, como por ejemplo que las mujeres leen más que los hombres y que en el ámbito laboral las mujeres son quienes llevan adelante los programas, pero quienes tienen cargos ejecutivos y ganan más son los hombres.

Discapacidad y accesibilidad es algo de lo que casi no se habló.

-Además de la forma de financiarse, ¿qué otras diferencias encontraron entre el funcionamiento de las bibliotecas en los diferentes países?

-Por ejemplo Brasil no tiene bibliotecas en ciudades, sino en comunidades bastante aisladas. En Argentina, la Conabip tiene bibliotecas rurales pero también hay muchas en las grandes ciudades.

Por otra parte, todos están atendiendo el tema de cómo abrirse a la comunidad, pero básicamente entendiendo cuál es el público que tienen. La biblioteca de Colón hizo un estudio de su público para ver el perfil; eso es importante, para a partir de allí planificar. Por ejemplo, ¿hago una actividad en la biblioteca o llevo la biblioteca a la calle? ¿Mudo la biblioteca a alguna comunidad? ¿Qué pasa con quienes no pueden ir a la biblioteca?

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-¿Podemos decir que alguno de los cuatro países que participaron de este encuentro está un paso adelante que el resto en la materia?

-No. El sistema de la Conabip que creó Sarmiento en el siglo XIX y este modelo asociativo del sector público que apoya a la sociedad civil, es inédito. Paraguay recién está iniciando un sistema de red de bibliotecas, Uruguay está más avanzado pero tiene una escala de país muy chico que es incomparable con la Argentina, y Brasil tiene ese modelo de sociedad civil-privado y trabaja más en un contexto de comunidades marginadas.

-¿Ya saben cuándo será el próximo encuentro de bibliotecas de frontera?

-Por ahora no. Haremos un informe para elevar a la Conabip, al área de Relaciones Internacionales y a un área de Cancillería, que tiene que ver con el tema de fronteras, con vistas a que el proyecto se pueda replicar en otras áreas de frontera del país.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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