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Veinte años de carrera pasando por todos los niveles del fútbol argentino le valieron a Fabio Edgardo Boujón ser considerado uno de los mejores jugadores surgidos en el departamento Colón.

Nacido futbolísticamente en el Club Santa Rosa de San José, donde debutó en la Liga a mediados de los ’80, terminó de explotar en su paso por Gimnasia de Concepción del Uruguay en el Torneo del Interior 1991, para desembarcar definitivamente en el fútbol grande durante la década del ’90, en la que se ganó un nombre en la historia de Arsenal de Sarandí –jugó en tres etapas- y Chacarita Juniors, con quien logró el histórico ascenso a Primera división en 1999. En el tramo final completó la parábola volviendo al “Lobo” uruguayense, en otra memorable campaña, y Santa Rosa, donde colgó los botines en 2005, para luego ser técnico un puñado de partidos y presidente durante dos años. Desde allí a la actualidad, alejado de compromisos, despunta el vicio en Veteranos, siendo goleador y habiendo dado varias vueltas olímpicas con el “Rojo” de la Avenida Mitre.

“Hoy disfruto de mirar y analizar los partidos con mis hijos. Veo el fútbol de otra manera, sin la adrenalina de antes que hasta quizás no me dejaba ver los errores. Lo logré una vez que superé el retiro”, expresa Fabio en el inicio de la entrevista propuesta por DEPORTES 12 (RADIO 12, FM 89.1, radiodoce.com), y resalta: “El fútbol me dejó muchos amigos y reconforta que hasta el día de hoy estemos en comunicación y me llamen de los clubes”.

Si bien reconoce que dejó de lado aquella etapa, llama la atención no verlo dirigiendo a algún equipo. “Lo hice algunos partidos en Santa Rosa en 2005, cuando algunos amigos me vinieron a buscar para ser presidente en una época que el club estaba acéfalo. Fueron dos años y pico desgastantes, por suerte para 2007 ya había tres listas y todo se encaminó”, contesta dejando en claro que pararse del otro lado de la línea de cal hoy no es prioridad, y quizás tampoco lo será: “Nunca me interesó dirigir en la zona, creo que hay que dedicarse al 100% y es difícil hacerlo acá. Tuve chances en clubes donde jugué, pero una vez que me retiré con mi familia decidimos no volver a mudarnos”.

Sobre sus comienzos en el fútbol recordó: “Debuté en Santa Rosa y en los años siguientes jugué los viejos regionales para San José, Unión de San Salvador y Ñapindá. En el ‘90 salimos campeón con Santa Rosa y me fui a Gimnasia de Concepción, donde hicimos un gran Torneo del Interior y perdimos la final del ascenso por penales con Nueva Chicago. Después de ese torneo me vinieron a buscar de Douglas Haig de Pergamino, donde me fue muy bien en los dos años que jugué la B Nacional, en uno perdimos las semis por el ascenso con Gimnasia y Tiro de Salta”.

Sin lugar a dudas Arsenal de Sarandí fue su segunda casa deportiva, porque en el Viaducto jugó tres etapas: “Es gran parte de mi vida, porque llegué en 1993 y me fui definitivamente en 2001, luego de tres ciclos. En el medio pasé por Belgrano y Chacarita”.

El paso por el Funebrero –donde fue reconvertido de delantero a mediocampista central o por derecha- fue el más importante de su carrera, fundamentalmente por lo que significó aquel ascenso a Primera división tras ganar el Reducido 1998/99 de la B Nacional: “Llegué en 1997 cuando el equipo luchaba por no bajar a la B Metro y el Chulo Rivoira, un tipo sensacional, armó un gran equipo que fue eliminado por Banfield en semis. Para el torneo siguiente llegaron Vivaldo, Carrario y otros muchachos, pero unos días antes se fue Rivoira y fue a dirigir Mostaza Merlo. Los resultados no se dieron y para la segunda ronda volvió Rivoira, ahí arrancamos con todo y pese a perder la final con Instituto, le ganamos el Reducido a Juventud Antoniana de Salta. Ese equipo quedó muy identificado con la gente”.

Al año siguiente –temporada 1999/2000- “Chucky” se dio el gusto de jugar en Primera división en una formidable época del fútbol argentino. “Me di el gusto de marcar a Riquelme, Aimar y Saviola entre otros cracks”, recordó.

Luego de cerrar su gran etapa en Chacarita y pasar por última vez por Arsenal, Boujón retornó a Gimnasia de Concepción del Uruguay tratando de cerrar la herida de aquella final perdida en 1992 y formó parte de uno de los mejores equipos de la historia del fútbol provincial, el cual perdió dos veces el ascenso a Primera división, con Arsenal y Unión de Santa Fe.

Lamentablemente ese gran plantel dirigido por Jorge Vendakis se desarmó al torneo siguiente, siendo Boujón uno de los pocos que no fue transferido. Las campañas siguientes lejos estuvieron de parecerse y en la 2003/2004 el “Lobo” descendió al hoy denominado Federal A, categoría en la que permanece y acaba de salvarse del descenso tras la suspensión de la temporada.

Sobre el momento del “Lobo” expresó: “Me da mucha tristeza, en los últimos años viene manteniendo la categoría con dificultad y sin poder armar equipos competitivos. Voy cada tanto a la cancha y hablo seguido con Leguizamón, compañero de aquella campaña de 2002”. Y agregó: “Gimnasia juega con la obligación de pelear arriba y se termina complicando, sale a buscar jugadores todos los años y esa desesperación lo lleva a no poder consolidar un grupo. En ese sentido DEPRO, sin hacer locuras, se mantiene mejor, con un mismo plantel y refuerzos de la zona”.

Sobre el fútbol liguista, quien jugó el Torneo del Interior 2006 para Defensores, opinó: “La Liga de Colón siempre se caracterizó por ser competitiva. Quizás en algún momento DEPRO o Achirense marcaron superioridad, pero siempre aparecieron equipos para pelearle el título”.

Por último Boujón se animó a formar un 11 ideal ubicando a compañeros que tuvo a lo largo de su carrera: “el Flaco Vivaldo al arco; atrás Serafín García, Monchito Ruiz, Fabio Schiavi y Hernán Pagés; al medio Burrito Rivero, Aldo Rolhaiser y Huevo Rondina; arriba Mago Capria, Alex Rodríguez y Luciano Leguizamón”.
Fuente: El Entre Ríos

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