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Gabrial Carbone y Enrique Rinaldi
Gabrial Carbone y Enrique Rinaldi
Gabrial Carbone y Enrique Rinaldi
Los Dres. Gabriel Carbone y Enrique Rinaldi son coordinadores de la Unidad de Procuración y Trasplante de Órganos y Tejidos del Hospital San Benjamín de Colón, dependiente del Cucaier. Luego de que la denominada “Ley Justina” –mediante la cual todos los ciudadanos mayores de 18 años nos convertiríamos en donantes- recibiera sanción unánime en ambas cámaras legislativas, visitaron la redacción de diario El Entre Ríos para dialogar sobre el tema.

-¿Qué consideraciones tienen para hacer respecto de la ley que se acaba de sancionar, denominada “Justina”?

G.C.: -Esto nace a partir de una necesidad de la sociedad por lo que padeció la familia de esta nena que estaba esperando un corazón, el cual no llegó en tiempo y forma y no pudo ser trasplantada. En su momento de enfermedad, le planteó a la familia que hagan algo por los demás. Los padres se contactaron con un diputado e hicieron un proyecto para modificar la Ley 24.193 de donación y trasplante; no es una nueva ley sino que se cambian algunos puntos.

-¿Cuáles son esos puntos?

G.C.: -Hay que aclarar que todavía falta la promulgación; tienen 90 días desde que fue aprobada en Senadores. Puede salir con algunas modificaciones, ya que la semana pasada se reunieron en el Incucai los representantes de cada provincia y todavía no se ha definido qué cambios habrá.

En principio, el donante presunto pasaría a ser un donante efectivo. Ante la ley somos todos donantes y se crea un registro de no donantes. Esto significa un cambio de paradigma y no va a haber la manifestación de última voluntad por parte de la familia. Antes, aún cuando uno fuese un donante expreso, la familia podía decir ‘no’. No obstante, nosotros decimos que, aunque salga la ley, es un tema que debe ser tratado a nivel familiar, porque es respetar la voluntad de donar los órganos que uno decidió en vida, como cualquier otro testamento.

El otro punto es que destinarían un porcentaje del presupuesto nacional para la formación y actualización de procuradores, médicos, enfermeros.

E.R.: -También para seguir educando, que es la gran deuda que hay en la sociedad.

G.C: -Va a generar mucho trabajo de parte nuestra; hay que informar bien a la población.

-Trascendió que más de un millón de argentinos manifestó su negativa de ser donante, y que la mitad de esas personas expresaron esta voluntad en los últimos tres años ¿Este dato es cierto?

G.C.: -Puede ser, pero ese registro ya existía y se utilizó con otros fines; se interpretaba que en estos últimos días, después de la sanción de la ley, se anotó toda esa cantidad de gente. Tampoco se dio a conocer la estadística de cuántos se convirtieron en donantes expresos durante ese tiempo. Cuando uno cuenta la realidad debe contar ambos lados.

E.R.: -Es tema nuestro y de la sociedad derribar esos mitos.

-La eterna sospecha de que hay organizaciones que se dedican a traficar órganos, ¿es un mito?

G.C.: -De acuerdo a lo que dicen los jueces, no hay denuncias realizadas en ninguna fiscalía del país por robo de órganos. Si alguien lo hace extrainstitucional, no tenemos conocimiento de eso porque no participamos.

E.R.: -Entendemos que no ocurre por la gran organización que se necesita.

G.C.: -Es muy complejo. Hace unos años había salido en el diario un artículo de un cirujano que operaba en Bolivia y que hacía los trasplantes con órganos de personas que los vendían. Obviamente se morían todos los pacientes, porque como dice Enrique, requiere de una infraestructura no solo de recursos humanos, sino equipamiento, laboratorio, y partimos de que hay que ser compatible, que es lo más importante. La gente tiene que saber que lo primero que se hace es extracción de sangre para la histocompatibilidad del donante, que se coteja con la lista de posibles receptores.

-Un temor es el tráfico de órganos y otro es el de un posible error médico a la hora de diagnosticar una muerte cerebral, de hecho cada tanto aparece la publicación de un caso en el que una persona supuestamente despertó de una muerte cerebral ¿Qué decimos sobre esto?

G.C.: -Esto es muy tajante. La muerte cerebral tiene una forma de diagnosticarse que es con la parte clínica, en la cual el médico mediante la observación presume una muerte cerebral, con los métodos diagnósticos que son eficaces y certeros. Estos métodos están avalados por la ley que dice que el electroencefalograma tiene que dar plano, un médico avala con su firma ese diagnóstico y a las seis horas se repite. Cuando se tiene el diagnóstico de muerte cerebral con certeza, ahí consideramos que esa persona está muerta. Después, lo que es el coma y el estado vegetativo, no, porque hay actividad cerebral y no podemos actuar.

-Aseguramos entonces que no existen casos en que la muerte cerebral se haya revertido.

E.R.: -No, los órganos son mantenidos artificialmente con un cerebro no funcionante.

G.C: -Cuando una familia no es donante, estamos obligados por la ley y desde el punto de vista médico, a desconectar todo. Y cuando uno corta el respirador y le saca las drogas, se termina de completar la muerte biológica, lo cual demuestra la muerte cerebral y que solo lo estábamos sosteniendo para una posible procuración.

-¿En qué casos se requiere de latidos cardíacos para concretar la ablación?

E.R.: -Hay que diferenciar entre órganos y tejidos. El órgano como estructura tiene ingreso de sangre y necesita oxigeno para continuar sus funciones.

G.C.: -Los que se trasplantan en un operativo multiorgánico, serían corazón, pulmones, riñón, páncreas, hígado e intestino delgado. Después están los tejidos, que se pueden extraer en ese momento o no, ya que una persona que tenga una muerte por paro cardiorrespiratorio puede donar córneas, válvulas cardíacas, piel y huesos. Acá en la provincia el único tejido que se puede donar es las córneas.

-Entonces la ley contempla que todos somos donantes, salvo que expresemos lo contrario, tanto de órganos como de tejidos.

G.C.: -Sí, igual la ley permite seleccionar qué órganos o tejidos quiere donar. También uno puede donar su cuerpo para estudio y no para trasplante.

-Alguna consideración de cómo están en el Hospital San Benjamín con este tema.

G.C.: -Bien. Todavía tenemos que concientizar mucho a la población hospitalaria (médicos, enfermeras y el resto del personal) y que colaboren cuando tenemos un operativo. La Unidad de Procuración que pertenece al Cucaier es un servicio más del hospital, depende de Salud Pública de la provincia y está en todos los hospitales que tienen terapia intensiva. En general la respuesta es buena, pero hay que comprometerse más.

La idea es que haya agentes multiplicadores. Se han incorporado estudiantes de Medicina de la UCU y de la UNER, que forman parte de un proyecto de investigación que estamos haciendo en Procuración de Órganos y Tejidos, porque el objetivo es incluir en la currícula de la carrera la formación en Procuración y Trasplante.
Justina y un trasplante que no pudo ser
Justina Lo Cane estuvo internada más de tres meses en la Fundación Favaloro a la espera de un trasplante de corazón, hasta que el 22 de noviembre de 2017 murió. Tenía tan solo 12 años y padecía una cardiopatía transgénica, diagnosticada a los 18 meses de vida, recuerda una publicación Infobae.

La menor estuvo dos meses en terapia intensiva, hasta que a principios de noviembre del año pasado su estado se volvió crítico y se aceleraron los tiempos de la necesidad de un trasplante.

Justina estuvo primera en la lista de urgencias del Incucai, pero el corazón compatible nunca llegó y finalmente murió. Por su enfermedad, sufrió una trombosis en una de sus piernas y tuvieron que amputarle los cinco dedos del pie.

Su familia había iniciado en las redes sociales una campaña para pedir por el corazón que tanto necesitaba, pero también con la intención de generar conciencia sobre la problemática en toda la sociedad.

La campaña surtió efecto e incluso hubo varios intentos infructuosos para trasplantarla, ya que en algunos casos no había compatibilidad y en otros aparecían complicaciones de otra índole.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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