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Jonathan Rougier habla con serenidad y se esfuerza en transmitir tranquilidad, aunque en su tono de voz se siente una dosis de tensión por la durísima experiencia que vivió el fin de semana. El oriundo de Villa Elisa es el arquero del Motagua, que fue víctima de un ataque de barras mientras viajaba en bus con el plantel para jugar el clásico del país con Olimpia. Fuera de peligro, el domingo pudo entrenar para prepararse de cara al match de este martes, ante Nicaragua Fútbol Club, por la Copa Concacaf. "Ya estoy bien. El problema fue que, dentro de las cosas que me pasaron, cuando estallaron los vidrios me cayeron en la boca. Y así me entraron esquirlas y en el mismo accionar de tragar algunas se fueron para la garganta y para la traquea. Pero ya está, no pasó a mayores, por lo menos en mi caso. Otro compañero terminó con tres vidrios en el ojo", comenzó contando.

-Entonces, ¿a vos te entró vidrio por la boca?

-Tragué esquirlas, me entró vidrio molido por los dientes.

-¿Cómo hiciste para entrenarte este domingo, a 24 horas de toda esa angustia?

-Me pude entrenar con normalidad. Es que no pasó del susto, los doctores no dijeron que no era para preocuparse, dentro de lo que pasó hubo pequeñas gotas de sangre, pero nada grave. Solo el susto...

-¿Pero fue un sustazo?

-El susto más grande de mi vida. Pero lo mío es una anécdota, lo principal es la solidaridad con los familiares de las personas muertas.

-¿Con qué elementos contundentes los atacaron?

-Tiraron botellas de cerveza, licor y vodka, todas llenas. Reventaron los vidrios y varias pasaron por el mismo agujero de un impacto y les pegaron a unos compañeros. Algunos botellazos pasaron de largo, otros no.

-¿Dónde estaban ustedes cuando se produjeron las batallas que terminaron con los cuatro fallecidos?

-Nosotros nunca llegamos al estadio porque, tras la agresión, el técnico estuvo inteligente en darse cuenta de que no podíamos ir a la cancha. Volvimos al hotel y de ahí fuimos en ambulancia a un hospital.

-¿Pudiste comunicarte de inmediato con tu esposa para tranquilizarla?

-Un poco después, cuando nos pudimos calmar. Al principio estábamos shockeados, no entendíamos el porqué de la explosión y quedamos con un poco de miedo. Cuando vi a varios reaccionar, busqué mi celular en el bolso y le avisé a mi mujer, le expliqué que no había sucedido nada importante físicamente para nosotros. Ahí mismo, en el bus, ya le había avisado.

-¿Pensaste en irte de Honduras después de esto?

-No me voy de Motagua, más allá de la inseguridad, porque el club siempre se portó bien, actuó en todo. Estuvieron siempre a predisposición, hasta el presidente, luego de que pasó todo, yendo a vernos. Los dirigentes estuvieron siempre, queriendo saber si estábamos bien. Tenemos que estar agradecidos, estamos temerosos de lo que pueda pasar, cada vez que nos vamos en los buses uno puede tener miedo, porque lo que pasó fue muy grave. Yo estoy agradecido a la gente, como a todos los familiares y amigos que se preocuparon por mí.
Fuente: Olé

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