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Conocedora del rubro como pocos, dueña de un sello inconfundible y autora de la ordenanza de arbolado público de Villa Elisa, la técnica en jardinería y floricultura Celina Gómez abre las puertas de su vivero a El Entre Ríos para compartir el silencioso, consecuente y fascinante trabajo que realiza con las plantas nativas de la zona. “Creo que el amor por la naturaleza es herencia: le gustaba mucho a mi mamá y a mi abuela. Ya de chica, cuando vivía con mi familia en Gualeguaychú, tenía en la terraza como 200 plantas en latitas”, comienza relatando.

“Económicamente he pasado por varias situaciones, pero nunca abandoné el tema porque me hace bien estar en el vivero: es mi lugar. Di clases de música, diseñé jardines, tuve un vivero de venta al público y un puesto en las termas, hasta que pude entrar a la municipalidad para trabajar con el arbolado público, que es una de mis grandes pasiones”, dice al recordar algunas vicisitudes que debió afrontar.

“A Villa Elisa ya la quería mucho antes de venir, porque mi papá (el ingeniero Osvaldo Gómez Cattaneo) vino a trabajar durante 30 años y nos supo transmitir su cariño: hizo mensuras y las primeras cloacas acá. Al principio fue difícil, porque antes a una persona que venía de afuera le costaba mucho más integrarse y desarrollarse, cosa que ahora cambió bastante a partir de la apertura al turismo”, agrega respecto a su llegada a la ciudad jardín.
Del desinterés al apogeo
“Antes no se le daba mucha importancia a las plantas nativas, solo a los árboles que se utilizaban para extracción de madera y no como plantas ornamentales. Con los años me fue generando mucho interés y entonces empecé a recorrer la provincia, recolectando plantas y tratando de identificarlas para conocerlas, porque hasta ese momento no había internet ni mucha bibliografía sobre el tema”, indica Celina.

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Ahora las plantas nativas están generando mucho interés. “Es una manera de recuperar lo nuestro”, entiende. “El uso de plantas exóticas puede traer muchos inconvenientes. Siempre las plantas nativas están asociadas a las aves y los insectos, entonces cuando llega una de afuera, empieza a reproducirse sin control y rompe ese equilibrio, puede provocar inconvenientes como el desplazamientos de las especies nativas o algún animal”, advierte la técnica en jardinería y floricultura.

“Son difíciles de conseguir en los viveros, porque sinceramente no es algo que sirva económicamente y entonces nadie las produce. Empecé con esto como un hobby y lo puedo mantener porque tengo otro trabajo, a pesar que recién ahora y después de mucho tiempo logramos darle cierto perfil comercial”, da a conocer.
Beneficios de las plantas nativas
“Son infinitos”, asegura. “Nosotros cuando llegamos a este terreno no había ningún árbol y ahora, que ya pasaron casi 20 años, vienen al parque más de cien especies diferentes de aves, además de mariposas e insectos asociados a las plantas nativas hospederas, que se suelen ver poco en otros lugares. Hay una asociación muy íntima entre plantas nativas y especies, porque le dan abrigo y alimento a muchas aves”, revela Celina.

Además, casi todas tienen propiedades, que las hacen más interesantes todavía. “La mayoría fueron utilizadas por los aborígenes que vivieron en la zona como abrigo, alimento y medicina. Ahora se está destacando mucho el uso de frutales nativos, que se usan para comer y hacer dulce: pitanga, ubajay, guabiyú”, menciona como ejemplos.
El trabajo con las semillas
“Me encanta recolectarlas, sembrarlas y producir nuevas plantas”, confiesa la técnica en jardinería y floricultura. “Ahora directamente ya las recolecto de mi propio parque a la mayoría, mientras que para otras más difíciles tengo que meterme en algún campo a buscarlas en el momento justo. Fue un trabajo muy arduo de prueba y error, porque cada especie tiene alguna particularidad”, comenta.

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“A algunas las limpio y tengo que hacerles un tratamiento de secado para guardarlas hasta el momento de la siembra, siempre tratando de imitar la tierra original del lugar. De las 120 especies que tengo, cada una tiene su particularidad”, describe Celina.

“Mi objetivo en el vivero es poder llegar a reproducir todos los árboles de la provincia de Entre Ríos y todavía me quedan unos cuantos, 20 ó 30 árboles quizás. Un árbol que se llama sombra de toro es una especie que me está sacando varias canas porque le cuesta mucho germinar a las semillas, entonces estoy trabajando con agua caliente y hasta ácido para romper la coraza que no deja humectar a la semilla”, termina diciendo, a la espera de poder cumplir otro objetivo.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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