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En un extenso comunicado, la Cámara Argentina de Frigoríficos de Pescados de Ríos Sustentables se expresó ante la histórica bajante que se vive en el río Paraná, el que este jueves alcanzó los 17 centímetros bajo 0 en el puerto de la capital entrerriana.

La entidad, integrada por las empresas entrerrianas Pablo Ariel SRL, Lyon City SA, Riverfish SRL y Curimba SA, apuntó contra la información difundida en diferentes medios hablando de depredación de los peces y aseguró que “la eliminación de la actividad pesquera condenará a casi cinco mil familias entrerrianas al desamparo absoluto”.

También hablaron de la detallada y estricta regulación que posee la actividad, advirtiendo que no pone en peligro a las especies. Destacaron como se trata de una actividad que lleva más de 40 años, un “entramado social y productivo dinamiza la vida social y comercial de nuestras localidades”.
El comunicado completo
Pesca comercial en el rio Paraná: 40 años por el camino del desarrollo sustentable.

La pesca comercial en Entre Ríos lleva casi cuarenta años y vincula a un sector compuesto por más de tres mil pescadores, un centenar de acopiadores, transportistas, fileteros y cuatro empresas frigoríficas que emplean de manera directa a más de 320 familias.

Este entramado social y productivo dinamiza la vida social y comercial de nuestras localidades y constituye una verdadera economía regional que aporta ingresos genuinos de divisas al país.

Es una actividad productiva, licita, estrictamente regulada y con una trayectoria ininterrumpida, que a diferencia de otras latitudes se ha sostenido sobre la base de una explotación racional y estrictamente regulada.

Los frigoríficos no reducen su actividad a la exportación de productos de la pesca, sino que le “agregan valor” al mismo, multiplicando las fuentes de trabajo. Así, en muchos de ellos se elaboran empanadas, rebozados, fileteados, congelados, entre otros productos que circulan en el mercado interno, además de producir aceites y harina de pescado.

La pesca es totalmente artesanal, no hay barcos factorías, ni redes de arrastre como en el mar. La actividad del pescador vincula a toda su familia y se transmite como una tradición que ha evolucionado en su técnica y desarrollo, permitiendo mejorar ostensiblemente su calidad de vida desde que consiguen vender regularmente sus capturas durante todo el año y obtener un mayor precio por las mismas, valiéndose además, para el sostén de su actividad, del hielo que las plantas frigoríficas les proveen de manera gratuita.

Ahora bien, dada la lamentable bajante histórica que vive nuestro Río Paraná, advertimos que a través de dicha circunstancia algunos sectores que desconocen la realidad cotidiana de esta actividad, pretenden presentar a la industria sobre la base de un escenario anómico y anárquico, con una minoría de “ganadores” y mayoritarios “perdedores”, situación fáctica inexistente y que podría proyectarse sobre cualquier actividad comercial para vedarla, evitando el camino del “desarrollo sostenible”, indispensable andarivel sobre el que la humanidad satisface su necesidad de subsistencia preservando las generaciones futuras.

En definitiva, la pesca de río y su cadena de valor no surgió de “la noche a la mañana” para favorecer a advenedizos e inescrupulosos empresarios, tiene una historia asociada a la identidad geográfica y social de la Provincia de Entre Ríos. Una historia que se sostiene a través de los años, casi 40 años y se adapta a las circunstancias respetando la dinámica propia del recurso natural, pues es innecesario explicar que rentabilidad y sustentabilidad son conceptos recíprocos y sin el recurso ictícola no hay actividad, por lo tanto en su cuidado y sustentabilidad va la propia. En otros términos: ¿por qué motivo un pescador y una empresa que vive de los pescados, querrá eliminar su única fuente de ingresos? ¿o, en todo caso querrá cuidarlo por el simple hecho de mantener su sustento económico? .

Si inquirimos qué está regulado en relación a la actividad, la respuesta es simple y contundente como en pocos casos: TODO. El precio del pescado, la cantidad que puede capturarse, dónde puede hacérselo, el tamaño o medida de la presa, los días en que puede hacerse, las especies y el modo de pescarlas. Ello sin perjuicio de las generales que le caben a cualquier industria.

Al respecto el sistema funciona con un “cupo de exportación” que indica la especie y cantidad de pescado, en toneladas, pasible de exportación. Dicha determinación fija precisamente un límite natural e infranqueable a la pesca, resultando imposible comercializar más allá de estipulado en función de lo que aconsejan estudios científicos emanados de organismos oficiales, cuyas conclusiones se emiten bajo la premisa de conservar el recurso y, por lo tanto, varían el máximo de acuerdo a las circunstancias que pública y periódicamente son informadas.

Por lo tanto, no se trata de “pesca si o pesca no”, sino de los límites que a la misma se le fijan para alcanzar el sano equilibrio que –en todos los órdenes de la vida- resulta patrón de conducta. He aquí el falso dilema y, si se quiere el autoengaño al que nos quieren someter, pues la eliminación de la actividad pesquera no hará necesariamente mayor beneficio a la biomasa del río. Ahora bien, lo que es seguro es que condenará a casi cinco mil familias entrerrianas al desamparo absoluto, y atestando un golpe fatal sobre una actividad tradicional y arraigada como pocas en nuestra provincia.

Estamos hablando de una industria cuyo presupuesto de actuación pende de bases científicas y técnicas, que son periódicamente revisadas y validadas con la finalidad preponderante de conservar y preservar el recurso y dar continuidad a la actividad comercial de los sectores involucrados. Nada más alejado de la explotación indiscriminada. Más aún la especial caracterización de la actividad, asociada a un sector tradicional y que otrora fuera “marginal” en nuestra sociedad como el pescador artesanal así como el vínculo indisoluble con el recurso natural representado especialmente por los peces y el río, ha hecho que la misma fuera moldeada y evolucione al rigor de un profuso y estricto marco regulatorio y de control. Y en este sentido, subrayamos el rol activo que han marcado las empresas desde el año 2007, formulando muchas de las propuestas que hoy son parte del régimen legal.

HOY, que todos estamos preocupados por la situación del río y sus recursos naturales, el sector está haciendo un esfuerzo sin precedentes, desarrollando su actividad con un veinticinco por ciento del cupo de exportación normal, y preservando el mantenimiento de cientos de fuentes de trabajo directas e indirectas, a un ritmo de subsistencia e incertidumbre casi insostenible.

Superar esta crisis no dependerá sólo de la altura del río, sino de encontrar una visión con perspectiva de desarrollo sustentable, superadora de los de falsos dilemas o enfrentamientos estériles, que provienen del desconocimiento y sus propios prejuicios.
Fuente: Cámara de Frigoríficos de Pescados de Río

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