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Rubén Comán/EER.
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Mónica Silva es la responsable de “Colibríes Mensajeros”. Nació en el partido bonaerense de Morón y durante su infancia y adolescencia solía vacacionar en Colón, de donde es oriunda su familia paterna. Al recibirse de maestra tomó la decisión de radicarse en Colón, donde ejerció la docencia en la Escuela Nº 60, hasta que cinco años después regresó a Buenos Aires.

Todavía emocionada por las repercusiones de las dos charlas sobre educación vial brindadas en la Casa del Bicentenario, mantuvo una entrevista con El Entre Ríos.

-Para comenzar, tengo que preguntarte por una historia dolorosa que es la que dio inicio a “Colibríes Mensajeros”.

-Desde chico, mi hijo soñaba con tener su auto. A los 20, en marzo de 2011, sacó el registro porque se compró su primer autito y a los pocos meses, el 18 de noviembre de ese año, volvió del trabajo y nos avisó que se iba a la fiesta de la empresa. A pesar de que ponían traffic, quiso ir con su auto, ya que hacía una semana que lo había cambiado y estaba feliz. Llevó amigos tanto a la ida como a la vuelta. Nosotros en ese momento vivíamos en Olivos, partido de Vicente López, pero él se iba para Morón, a la casa de mis padres. No solo estaba cansado sino que no tenía puesto el cinturón de seguridad y se quedó dormido conduciendo, seis cuadras antes de llegar; como yo digo, cuando uno piensa que está llegando es cuando más se relaja. Fue hacia un colectivo y el golpe fue frontal y seco, porque el otro vehículo estaba parado esperando el semáforo que estaba en rojo. Estuvo 30 horas internado, pero nunca estuvo consciente. El 20 de noviembre de 2011 Mati fallece producto de ese choque provocado por el cansancio que él no supo reconocer; se puede reconocer, pero él no supo hacerlo.

El martes nos entregaron el cuerpo y cuando estábamos en el cementerio, en medio de todo eso que no entendés, siento que alguien me daba vuelta. No había nadie. Más atrás estaban todos los compañeros de trabajo de mi hijo, me acerco a ellos, les agradecí que estuvieran ahí y les pedí dos cosas: una que no cerráramos el Facebook y otra que hiciéramos una campaña de concientización sobre lo que le había pasado a Mati. No me preguntes de dónde lo saqué porque yo no estaba con la cabeza para pensar algo así, por eso digo que desde entonces siento que me guía mi hijo.

Once días después me presento en el municipio de Vicente López, pidiendo para hacer un proyecto que terminó siendo de Interés Municipal y comenzamos las charlas con el grupo Transitemos Seguros. Luego nos mudamos a Tigre, donde también presentamos un proyecto sobre fatiga al conducir, con el que ganamos un premio.

Desde entonces no paro de dar charlas. Siento que es mi misión, que en cada chico al que le hablo hay un poquito de Matías, que él dejó un mensaje y si se puede salvar la vida de un chico, mi hijo no se fue en vano. Trato de que no haya tantos Matías ni mamás de Matías, y que se hable del tema, porque no se habla de la fatiga al conducir, no se toma en cuenta el cansancio.

En un tiempo tuvimos una ONG con familia y amigos, pero nada es sin política de por medio. Cuando me doy cuenta que había que politizarse para continuar, decido cerrar la ONG, porque no es un tema para política, yo no iba a especular con esto, por eso las charlas son gratuitas. Siento que la experiencia de mi hijo y la mía como mamá le pueden servir a muchos, y a través del amor es la mejor forma de dejar un mensaje. Continuamos con el mismo apoyo de todos, pero como mamá de Matías o como Mónica Silva.

-¿A qué se debe la elección del nombre?

-A mí se me empezaron a aparecer colibríes enseguida y me contaron una leyenda guaraní en la cual los colibríes son las almas de los seres amados que se fueron y vienen a decirte que están bien. Es el día de hoy que cuando más los necesito los colibríes aparecen. Para mí es muy importante este nombre.

-¿Las charlas están enfocadas particularmente, entonces, a esto que le ocurrió a Mati mientras manejaba?

-Sí, porque la educación vial es muy amplia y los temas no se pueden hablar todos juntos. Hago una comparación con lo que es ebriedad y consumir otras sustancias tóxicas, pero el tema principal es la fatiga al conducir. Si te fijás, ni siquiera hay una señal de tránsito preventiva que te recuerde que tenés que descansar.

-Durante estos años habrás aprendido muchísimo sobre el tema. Este medio puede ser un buen vehículo para instruir a la gente, así que ayúdanos a saber qué es lo que tenemos que tener en cuenta.

-Si vas a conducir, la idea es que hayas dormido las ocho horas correspondientes en el horario nocturno, ya que no es lo mismo el descanso de día.

Luego, cada una hora y media el conductor de moto, y cada dos horas el de auto, debe parar aunque no se sienta cansado. Bajarse, estirar las piernas, hidratarse tomando agua, no otras bebidas como café, ni bebidas energizantes. Hacer movimientos lentos, tranquilos, despejarse, y si se siente muy cansado hacer una siesta. Es preferible llegar más tarde, pero llegar.

Hay síntomas que marcan el cansancio, como es la somnolencia, la sequedad de la boca, los brazos y piernas adormecidos, la necesidad de acomodarse en el asiento, la irritabilidad, te hace mal el ruido.

No ayuda bajar la ventanilla o poner música para despejarse; tampoco tomar café que solo hace que uno se sienta mejor por unos segundos pero después provoca una microsiesta de cuatro o cinco segundos en el que puede ocurrir cualquier accidente. En estado natural, una persona tiene una posibilidad de reacción entre medio segundo y un segundo; cuatro segundos es como hacer una cuadra con los ojos cerrados, si no te pasó nada es porque te esquivaron, pero no porque vos pudiste hacer algo.

Intentaron implementar lo del conductor designado, pero la fatiga es un paso más que la ebriedad. Hay control de alcoholemia pero no de cansancio, porque no se puede medir. Una persona que está entre 17 y 20 horas sin descansar tiene los mismos síntomas que quien tiene 0,50 mg. de alcohol en sangre, pero no se mide.

También le hablo a los chicos como peatones, porque salen de un boliche cansados y no miran al cruzar o se ponen música y no están atentos a una bocina o una ambulancia.

-En este tiempo habrás recopilado un montón de vivencias. Por ejemplo madres que se acercaron a vos luego de haber atravesado situaciones similares.

-Sí. Tengo dos páginas, una es “Colibríes Mensajeros Educación Vial” y otra que es “La luz de Matías” que es para poner cosas positivas, alentar, frases lindas. Ahí me ha escrito mucha gente en privado, porque para muchos es difícil hablar de lo que uno siente en una situación así, sobre todo papás, ya que el papá siempre queda a un costado, parece que solo le pasa a la mamá, y no es así. Hay personas que me escriben preguntándome qué hacer con una amiga a la que le pasó algo similar. También hay chicos que vienen a las charlas y al terminar me cuentan que a ellos o algún familiar les pasó, en moto incluso. Les explico que hay que valorar la propia vida y la de los demás, porque todos podemos ser el otro en cualquier momento; les hablo como mamá y se sienten identificados, hay casos en que se hace una empatía muy grande y yo digo que el mensaje no debe llegar solo a la razón sino al corazón, porque la razón puede olvidarse, pero lo que llega al corazón no se olvida nunca. El amor sana, enseña y nos protege de todo. Yo me siento bendecida en este camino de tanto amor que recibo.

-¿Recorrés distintos lugares dando charlas?

-Esto recién empieza. Empecé por lo más cercano que eran las escuelas de mi distrito o de capital, de donde me llamaran. Mis exalumnos de Colón se enteraron y hablaron con el Centro de Diagnóstico Bioquímico que fue quien que me trajo. Para mí fue muy emotivo estar acá. Ahora veremos para donde volamos. Yo no busco donde ir, me llaman.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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