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Ya nadie recuerda la expresión "Flor de ceibo", utilizada como marca de calidad entre nosotros, en otras épocas.

Pretendía reemplazar a "Made in Argentina", como sello de orgullo de nuestra incipiente industria. Era a la vez la expresión de una falsa aspiración de muchos de nuestros industriales a los que en realidad les interesaba monopolizar el trabajo-ingreso. Como forma de dar trabajo e incentivar el consumo, según decían.

Aunque permaneciesen callados cuando debían referirse a como se llenaban los bolsillos. En lo que era una política de empresarios ricos, dueños de empresas pobres.

Eran los mismos empresarios que nada sabían de eso de la protección a "la joven industria", la que puede ser tutelada por un tiempo razonable, de manera de que se consolide y pueda salir a competir con sus productos en otras tierras.

Se puede decir que poco es lo que ha cambiado desde entonces y a "Flor de ceibo" se lo recuerda como un sello de baja calidad. Son muchos los empresarios que lo que pretenden es que se proteja a empresas que hace mucho que han dejado de ser jóvenes, ya que su vejez, fruto de una vida desaprovechada, las ha transformado en obsoletas.

Como detalle muchas veces desconocido, cabría reescribir que esta etiqueta -Made in- no nació como una muestra de valor o sello de calidad, sino como un estigma. El sello "Made in Germany" fue un invento de los ingleses en 1887, que querían castigar a los fabricantes alemanes por un proteccionismo arancelario que la librecambista Inglaterra consideraba intolerable, de donde aplicarla a un producto exhibido era una manera de boicotearla. Desde entonces la fórmula se fue extendiendo por el mundo.

Ahora ese periodista con humor que es Alejandro Borensztein, en su nota dominical en Clarín, ha recurrido a la expresión "Made in K". ¿Se trata esta ocurrencia de otra forma de boicot?
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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