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La campaña electoral, para las inminentes elecciones a diputados nacionales, se presenta triste y desvaída, sin actos públicos y sobre todo sin propuestas programáticas y de gobierno por parte de los candidatos. La misma ha servido, en cambio, para que se alimenten cuestiones sin sentido o, de no ser así, aparezcan otras que apenas lo tienen.

Es así como ni siquiera se ha tenido la oportunidad de que al común de la gente se pueda verla entretenida oyendo a los peronistas reproducirse a su manera, cual es peleándose, según desde hace mucho lo explicaba el fundador del movimiento. Ya que si bien se la escucha hablar y se la ve a la señora de Kirchner diciendo cosas duras con modales y vestimentas a lo María Eugenia Vidal, hay que tener en cuenta que ella no es peronista ¿O sí?

En nuestra provincia a los justicialistas se los ve a todos tranquilos y arracimados mostrándose en una sola bolsa, con el pretencioso, y en realidad censurable hasta lo inadmisible, lema de que "Somos Entre Ríos", como si los que no son de su redil, no fueran "Entre Ríos" y se pretenda, sin querer verlos, expulsarlos del corral.

Inclusive se ha dado el caso, a estar a las versiones que circulan no ya en las profundidades de la "picaresca" política, sino del más rancio de los ambientes conventilleros de ese carácter; ya que la prueba palmaria de que los cosas son de ese modo, se la puede ver en el hecho que en San Salvador Hugo Berthet, un legendario caudillo de esa localidad, se ha visto distraído de la recoleta vida en la que se había sumido; ello en razón de la visita que le hicieron dirigentes justicialistas locales de todos los pelos y colores, a los que por lo general se los ve entre ellos distantes y dando muestras de una hostil y mutua antipatía, que con la visita a esa suerte de patriarca, que los ha recibido a todos con su voz afable hasta la humildad, a la vez que con la mirada acerada de ave de presa que conserva, se empiezan a inquietar.

Visita que, según también se afirma, no ha tenido como objeto buscar con un besamanos su bendición, sino quedar ungido por la prenda de unión que significaría ese encuentro. Algo que lleva a preguntarse, cuántas escenas de este tipo pueden haberse repetido a lo largo y ancho de nuestra provincia aventando en apariencia resquemores, enconos y hasta odios que habrían quedado atrás, y que serían dignas de una celebración en la que no faltarán ni miel, ni hojuelas. . .

Con lo que han entrado en contradicción con la enseñanza en materia reproductiva de "el general" aunque, y tal como se sabe, él tenía una frase distinta y apropiada para cada ocasión. Debe quedar en claro que no se puede asociar ese ingenio, al sarcasmo de Groucho Marx, cuando advertía que "estos son mis principios, pero tengo muchos otros para el caso que no sean los mismos de su agrado" los justicialistas deben haber recordado y traído a colación aquello que también decía Perón, advirtiendo que el futuro los encontraría unidos o dominados.

Una reflexión cuya lectura dentro del actual contexto, puede llegar a no significar otra cosa que el temor que la desunión frente a las próximas elecciones puede llevarlos a perderlas. Existen, sin embargo, quienes opinen lo contrario aun contrariando esa admonición del extinto líder, y que consideran que los resultados de octubre hubieran terminado siendo más favorables, si en estos dos años se hubiera llevado a cabo una verdadera renovación, que es precisamente lo contrario del oxímoron que se engendra cuando se intenta hacer una sola cosa con "la Biblia y el calefón".

Ello así, por más que se arguya que resulta imposible prescindir de la callada presencia de Sergio Urribarri de quien algún encuestador afirma conserva el favor – otra forma de referirse a la "imagen positiva"- de seis de cada diez entrerrianos.

Frente a esa pretensión de renovación, no sería, según otros, un buen argumento el de señalar "por qué cambiar, si hasta ahora y haciendo lo que veníamos haciendo nos ha ido bien", forma de pensar que, aparte de expresar el peligroso inmovilismo de un proyecto agotado, es en el mejor de los casos una verdad a medias, ya que últimamente no solo no les ha ido bien, sino que les ha ido cada vez peor.

Dicho todo lo anterior con espíritu amigable –el mismo que el nuestro-, por cuanto todos deberíamos ser conscientes que un justicialismo renovado, y que deje a un lado todos los aprovechadores, aun aquellos que se muestren como eficientes, representa para todos, y no tan solo para los que se dicen " compañeros", una buena carta para que entre todos ganemos la partida.

De allí también que se debe considerar penoso que quienes se auto-designan como la expresión de la izquierda provincial no se terminen de nuclear en una única agrupación, de manera de poder pesar en un colectivo que se enriquecería con la presencia de todos los colores. Como por otra parte debe aspirarse a que los seguidores de Massa en la provincia, encuentren por fin su identidad, ya que actualmente se los ve, indecisos, fluctuar entre un eventual regreso al redil justicialista o consolidarse -alimentados por vertiente afines - en una opción más.

En este rápido repaso a modo de vuelo de pájaro, nos toca ahora la referencia a la coalición oficialista en el orden nacional. A la que más allá de la posibilidad que tiene de llegar convertirse en "Los que también somos Entre Ríos" en un final cabeza a cabeza con el oficialismo provincial, da muestras de una situación distinta a la comúnmente observable en estas lides y que alude a la presencia en ella de "muchos indios y pocos caciques".

Ya que independientemente de los méritos que es posible adjudicar a Atilio Benedetti y sin poner en duda sus cualidades, no es un buen síntoma que desde hace ya muchos años, primero en el radicalismo y ahora en la coalición Cambiemos, se muestre en apariencia uno de los pocos, por no decir el único, "todo terreno".

Todo lo cual lleva a concluir con que debemos comenzar a actuar como si las elecciones de este mes hubieran quedado atrás, y dirigir nuestra mirada no solo a dos años vista, sino mucho más allá. Tanto en lo que respecta a nuestro país, pero sobre todo a la provincia.

Es que si nos preocupa el futuro nacional, algo que a la vez nos duele es el estancamiento –y ello en el mejor de los casos- que vive nuestra provincia, producto de gobernantes de proyectos tan delirantes como ruinosos, o de mirada miope y de mano abierta y bolsillo grande. De donde lo que se espera de la entrerrianía es la reversión de tanta apenas disimulada decadencia y una movilización, que asistida por un sinnúmero de programas de desarrollo convergentes, nos muestre con la capacidad y tenacidad que permitan movilizar todas nuestras potencialidades adormiladas cuando no lisa y llanamente desperdiciadas.

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