Respecto a su funcionamiento como escuela rural, “lo bueno es que cada alumno sabe lo que tiene que hacer para ayudar cuando llega todos los días: poner la bandera en el mástil, abrir las puertas o fijarse si hay agua, por ejemplo. Y las mamás se turnan los fines de semana para venir a limpiar, porque tampoco tenemos ordenanza. Con una matrícula tan pequeña se complica un poco, porque encima tengo dos casos de hermanitos. Y el crecimiento vegetativo es muy bajo en la zona”. Sobre la asistencia que reciben como institución, el personal único amplía diciendo que “las familias siempre acompañan y ayudan. Tenemos asociación cooperadora, así que siempre estamos haciendo algún beneficio, como una rifa o un baile familiar, como el que organizamos cada mes de febrero. También, un aporte mensual de la Junta de Gobierno de Colonia San Miguel, de la cual dependemos por jurisdicción, y una partida del gobierno provincial de 450 pesos para librería y limpieza”.
Otra ayuda llega de la mano del padrinazgo de la Dirección Nacional de Vialidad, “que está muy presente en cada acto o acontecimiento de la escuela. A principio de año nos traen kits escolares, después nos visitan el Día del Niño y a fin de año entregan bicicletas a los chicos que egresan de 6º. Nos presentamos a través de una nota hace unos años y fuimos elegidos ahijados en Entre Ríos junto a una escuela rural de La Paz”.
Todas las edades, en una misma aula y con una sola docente
“Este año solo tengo chicos de segundo ciclo, pero he llegado a tener de todos los grados juntos. Es una cuestión de organización y de búsqueda de contenidos secuenciados, lo que permite adaptarlos al nivel de conocimientos de cada año para después ir haciendo un trabajo personalizado. O sea, todos están hablando del mismo tema, pero cada uno aplicando cosas diferentes en un texto o un problema matemático, por ejemplo”, explica Marta.“Los chicos no tienen internet acá y sufren un poco el aislamiento, por eso siempre intento sacarlos a todas las actividades que surjan. Recientemente estuvimos en Termas Villa Elisa por un programa que ellos tienen y para octubre tenemos previsto viajar a conocer Concordia y Salto Grande”, agrega como características del contexto rural.
Histórica inundación
“No es la primera vez que la escuela se inunda”, asegura su directora. “En abril de 2016 hubo una situación similar, aunque no tan grave como esta, pero lo peor fue que yo estaba adentro y me tuvieron que sacar los bomberos”, comenta mostrando fotos de aquél momento.“Antes había una calzada semisumergible que estaba toda rota y ya no daba abasto los días de lluvia, por eso se construyó un puente frente a la escuela. Mientras se hacía ese puente, hubo que derivar el camino para que los vecinos pudieran seguir transitando. Cuando cayeron los 200 milímetros de lluvia, el puente estaba terminado pero no habilitado, ya que en esos días se cumplía el plazo de fraguado del hormigón”, revela. “El agua desbordó y entró unos 3 centímetros a la escuela. Una vez que bajó, los padrinos de la institución vinieron a limpiar las instalaciones y, al día siguiente, ya pudimos dictar normalmente las clases y, finalmente, habilitar el puente”, continúa contando Marta.
Ahora, otras obras quedan pendientes. “Cuando llueve mucho, a veces quedamos aislados como escuela y una nena directamente no puede llegar. Tramité la reparación de unos puentes y parece que se abrió un expediente, así que estoy esperanzada”, termina diciendo.