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Antes de entrar directamente en materia, y aunque me parezca una tontera hacerlo a esta altura de los acontecimientos, quiero aclarar que adhiero en absoluto a la igualdad de todos ante los ojos de Dios y la Justicia a la hora de contraer derechos y obligaciones, por lo que el enunciado de estas líneas no hace más que resumir en forma ligera el tema a abordar, sin ningún tinte xenófobo.

Entendido esto nos permitirá analizar una cuestión que se está dando de un tiempo a esta parte en la ciudad jardín, cual es el arribo de diversas empresas de supermercados y tiendas de ropa cuyos propietarios son de origen extranjero: chinos los primeros y bolivianos los segundos, familias en su mayoría afincadas desde ahora entre nosotros.

De acuerdo a un conteo nada científico, sino más bien visual y practicado en el andar cotidiano sin averiguar precisiones en cada uno de los casos, registro tres autoservicios y cinco tiendas en territorio elisense, los cuales persisten en locales comerciales céntricos, espaciosos y no justamente con bajo costo mensual de alquiler, para aproximadamente 12 mil habitantes.

Aunque por lo bajo, más de una vez se escucha rezongar a algún comerciante tradicional y chico en su infraestructura de local y recursos humanos -aunque también lo hacen los más grandes-, ciertas veces utilizando lamentablemente la nacionalidad de sus nuevos colegas como forma de agravio, afirmando verse seriamente perjudicados en una competencia "desleal".

Es que los emprendimientos familiares -como es el caso de estos- a veces pueden resultar muy beneficiosos en cuanto a la cooperación interna pero no tanto para el mercado, ya que en muchas ocasiones -no todas- las condiciones laborales se negocian y no son de lo más adecuadas en cuanto al empleo registrado y demás obligaciones legales como patronal.

Para lograr una convivencia sana y un negocio leal entre las partes, tal vez no sería descabellado que nuestros concejales elaboraran algún proyecto -aunque sea dejando plasmada formalmente una expresión de deseo, a través de una resolución- de manera que se contemple una inversión concreta de ellos para con nosotros, adquiriendo -de ser posible, claro- una propiedad y generando mano de obra local.

Algo legislado al respecto, sin necesidad que sea una ordenanza sino más bien un instrumento que permita el fomento de la idea, probablemente abra el camino para una verdadera integración en lo cultural y económico, que se dé a través de su verdadero asentamiento en nuestro medio para revertir aquella idea de que "vienen a hacer la plata y al tiempo se van".
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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