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Una veintena de vecinos del Gran Paraná, entre ellos obreros, funcionarios municipales de Colonia Avellaneda y San Benito, profesionales, ecologistas, científicos, artistas, periodistas, se autoconvocaron en asamblea el barrio Los Zorzales de la ciudad de Colonia Avellaneda el viernes pasado.

Tras dos horas de deliberaciones firmaron como conclusión un breve compromiso que dice, en un fragmento: “Decidimos conformar una comisión Pro Comité de Cuenca (del arroyo Las Tunas). Manifestamos nuestra inquietud por el deterioro ambiental a la vista, y por sus consecuencias en las aguas profundas. Luego de escuchar informes científicos sobre la contaminación preocupante nos comprometemos a trabajar en conjunto, de manera comunitaria, para sanear los arroyos. Convocamos a los organismos provinciales y municipales de la región a confluir en acciones para devolver las condiciones naturales a toda la cuenca”.

El encuentro (del que participamos como vecinos y periodistas cuenta Daniel Tirso Fiorotto), fue altamente provechoso porque reunió a la vecindad de dos ciudades involucradas en la misma cuenca, con la presencia de media docena de funcionarios de primera línea, y todos dispuestos a escuchar estudios, experiencias, advertencias, de profesionales reconocidos en el ámbito científico, académico y militante en favor de la salud de la naturaleza. Como por ejemplo el investigador del Conicet Rafael Lajmanovich, el presidente del Colegio de Profesionales de las Ciencias Biológicas de Entre Ríos, Pablo Aceñolaza, y el bioquímico Daniel Verzeñassi, alma mater del Foro Ecologista de Paraná.
Mirada integral
La asamblea escuchó de entrada un informe científico de Lajmanovich sobre el estado de arroyos y lagunas de la zona, en el que sobresale la presencia inquietante de metales y sustancias peligrosas en los barros de Las Tunas. El investigador del Conicet y del Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral mostró las consecuencias del ambiente contaminado sobre renacuajos nacidos con malformaciones; y reconoció que ignora cuánto tiempo demanda limpiar un arroyo contaminado. “Lo principal es dejar de contaminar”, sintetizó, y aconsejó a los presentes que en ningún caso acepten el entubamiento de ningún tramo de los arroyos.

Aceñolaza apuntó la necesidad de convocar a otros sectores, como los empresarios, para trabajar en conjunto y prometió aportar un estudio sobre las características de la cuenca del arroyo Las Tunas, dentro de la cuenca más amplia del arroyo Las Conchas. Mientras que Verzeñassi señaló la gravedad del estado del arroyo, se preguntó por otros daños que no están a la vista, como la posible contaminación de aguas profundas; y recordó que el agua de las lluvias y los arroyos constituye la mayor parte de nuestros cuerpos: “somos arroyos”, insistió.

La presidenta de la Comisión Vecinal de Los Zorzales, Evangelina Márquez, agradeció la presencia de la vecindad, los profesionales y los funcionarios, entre ellos varios concejales de las dos localidades y el presidente municipal electo de San Benito, Ariel Voeffray, el viceintendente de C. Avellaneda, Gustavo Velluzzo y la vice intendenta electa, Roxana Bruna. También participaron militantes de la Unidad de Vinculación Ecológica de la Fundación La Hendija, como Alejandro Ciancio, y los vecinos recordaron que fue un miembro de esa agrupación, Jorge Daneri (hoy en el exterior), quien sugirió la organización de un Comité de Cuenca.

Aunque se cursaron invitaciones a organismos provinciales y a la municipalidad de Paraná, no enviaron representantes a la primera reunión, cosa que llamó la atención porque el intendente Adán Bahl era ministro de la provincia cuando la Ley de Cuencas fue promulgada en 2007. Y cuando, además, se sabe de advertencias a esa municipalidad sobre la contaminación, entregadas por científicos ya en 2009.

“Infinito, Noviembre, tiembla, tiembla en el agua”, dice Juanele Ortiz. El verso del poema “La noche en el arroyo” le calza como anillo a la reunión del viernes en el barrio Los Zorzales, y fue resaltado por los presentes porque expresa el propósito de tomar el desafío con mirada integral, sin descuidar la biodiversidad, la historia del arroyo con sus vecinos, los oficios vinculados, las artes, los saberes de la zona. De ahí que un documento entregado por la Comisión Vecinal contiene información sobre las leyes referidas a la ecología y al aprovechamiento del agua, y también esta poesía de Ortiz.
Sustentabilidad en la letra
Aunque resulte increíble, en un territorio como el nuestro que cuenta con más de 7.700 ríos y arroyos su Constitución no contiene las palabras “río” ni “arroyo” en ningún artículo, excepto para nombrar a la provincia de Entre Ríos. Sin embargo, abundan los párrafos que en forma reiterada garantizan la preservación del agua y los montes y la biodiversidad toda, la sustentabilidad de las actividades, la minimización de los riesgos ambientales, y dan garantías de participación comunitaria en los asuntos ecológicos.

Muchos repiten derechos (las palabras sustentable y sostenible se lee 14 veces en esa Constitución), pero lo cierto es que hay arroyos destruidos, con problemas crónicos de contaminación extrema, por eso el contraste resulta muy evidente. Los participantes apuntaron que los cursos de agua contaminados no son aquellos ubicados en lugares inhóspitos, inaccesibles: están ante nuestros ojos en la capital entrerriana, en el Gran Paraná, descargando porquerías aguas arriba de la toma de agua de la capital entrerriana y de sus balnearios.

“Al conmemorarse cada 10 de Noviembre el Día de la Tradición, consideramos que una de las tradiciones milenarias de la región consiste en la armonía de la humanidad con el resto de la biodiversidad. De ahí que la jornada resulta propicia para empezar el camino que nos permitirá devolver nuestros arroyos a su estado natural”, escribieron los miembros de la Comisión Vecinal Los Zorzales, para justificar la fecha elegida, en un documento redactado bajo la consigna “Somos arroyos”. Y en el Día del aniversario de la ciudad de Colonia Avellaneda.

La carpeta ofrece algunos detalles de las leyes que amparan la nueva agrupación: “Nos disponemos a impulsar el Comité de Cuenca según la Ley provincial 9757 sancionada en el año 2006 y promulgada el 31 de enero de 2007, que prevé la participación de organizaciones no gubernamentales y organismos del Estado. Los Comités deben ser convocados por la autoridad de aplicación de la ley 9172 (Ley General de aguas, de 1998), es de decir, el Consejo Regulador del Uso de Fuentes de Aguas -Corufa-. En este caso, ante la contaminación crónica del arroyo Las Tunas y sus afluentes, son las organizaciones de la vecindad que padecen y lamentan este desquicio quienes promueven este encuentro con vistas al Comité de Cuenca, y han recibido el apoyo formal de organismos que constituyen el Corufa, como la Dirección de Hidráulica y los municipios, además de otra decena de organizaciones. El desastre ecológico está a la vista y se huele, y hay estudios científicos que avalan esta inquietud”.

Después se lee: “La Ley general de Aguas busca el mejor empleo de los cursos de agua ‘bajo los principios de equidad, proporcionalidad y racionalidad, apuntando a su conservación y defensa con el fin de mejorar la producción en armonía con el medio ambiente’. En el caso de Las Tunas, se observa que el arroyo ha sido y es depósito de residuos sólidos y líquidos, tanto de domicilios particulares de Paraná, San Benito y Colonia Avellaneda, como de municipios e industrias, y que esa sinergia destruye su biodiversidad. Es el uso humano desconsiderado en el Gran Paraná el que impide que los arroyos recuperen su fauna ictícola, sus aguas claras, sus arenales; sea para la vida y la alimentación de muchas especies como para la salud y la recreación de las familias. Además, toneladas de desechos cloacales y todo tipo de gomas, plásticos, nylon, hilos, trapos, latas, alambres, vidrios, son arrastrados por este arroyo hacia el río Paraná, aguas arriba de la toma de agua y de los balnearios de la capital entrerriana”.
Qué dicen las leyes
La Ley provincial de Comités de Cuenca número 9757 promulgada en enero de 2007 tiene por objeto “la creación, regulación, conformación, y funcionamiento de los Comité de Cuencas y los Consorcios del Agua de la Provincia de Entre Ríos, con la finalidad de generar condiciones, proyectos, asegurando así, la integración regional, provincial, y la explotación racional de las obras hidráulicas y el aprovechamiento sustentable del agua del dominio público”.

Allí se define a la cuenca hidrográfica como “el territorio en que las aguas fluyen por cañadas, arroyos y/o ríos hacia un cauce único definido en un área determinada”. Y al Comité de Cuenca como la entidad conformada por reparticiones públicas y asociaciones no gubernamentales “abocadas a la gestión coordinada y participativa de los recursos hídricos, de manera sostenible y racional, dentro de los límites de la cuenca”. Además aclara un asunto sustancial para la vecindad: “El Comité de Cuenca tendrá como finalidad conformar un ámbito participativo, amplio y democrático propicio para la discusión, coordinación, concertación y cogestión de los recursos hídricos de manera racional y sustentable”.

Esa ley de Comités de Cuenca está sostenida en una ley anterior número 9172 llamada “Código de Agua”, que determina: “Los Poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales con el fin de proteger y mejorar la calidad de vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva… El incumplimiento de las obligaciones dispuestas, en los términos que la Ley fije hará pasible al infractor de las sanciones administrativas que ésta determina, así como la obligación de reparar el daño causado y restablecer la situación anterior si es el caso, sin perjuicio de las demás penalidades que pudieran corresponder”.
Qué dice la Constitución
Ambas normas son anteriores a la jura en 2008 de la Constitución de Entre Ríos que incorporó artículos centrales en materia ecológica. “Todos los habitantes gozan del derecho a vivir en un ambiente sano y equilibrado, apto para el desarrollo humano, donde las actividades sean compatibles con el desarrollo sustentable, para mejorar la calidad de vida y satisfacer las necesidades presentes, sin comprometer la de las generaciones futuras. Tienen el deber de preservarlo y mejorarlo, como patrimonio común. El Estado fija la política ambiental y garantiza la aplicación de los principios de sustentabilidad, precaución, equidad intergeneracional, prevención, utilización racional, progresividad y responsabilidad. El poder de policía en la materia será de competencia concurrente entre la Provincia, municipios y comunas. Asegura la preservación, recuperación, mejoramiento de los ecosistemas y sus corredores biológicos y la conservación de la diversidad biológica... Promueve el consumo responsable, el uso de tecnologías y elementos no contaminantes, las prácticas disponibles más avanzadas y seguras, una gestión integral de los residuos y su eventual reutilización y reciclaje... Establece medidas preventivas y precautorias del daño ambiental”.

Respecto del agua, reza la Carta Magna: “El agua es un recurso natural, colectivo y esencial para el desarrollo integral de las personas y la perdurabilidad de los ecosistemas. El acceso al agua saludable, potable y su saneamiento es un derecho humano fundamental. Se asegura a todos los habitantes la continua disponibilidad del recurso... La Provincia… tendrá a su cargo la gestión y uso sustentable de las mismas, y de los sistemas de humedales”.

Largo sería enumerar los artículos de leyes nacionales, de la Constitución nacional misma, y de tratados internacionales que garantizan la salud de los montes, los ríos, los arroyos, el suelo, el agua, y la participación ciudadana en su cuidado.

En el Gran Paraná, la vecindad se está valiendo de ese cuerpo de leyes para recuperar no uno sino varios arroyos. Dirigentes de distintos partidos, vecinos con diferentes historias, mujeres y hombre de más de 70 y de menos de 30, coincidieron en la asamblea en la necesidad de sanear los cursos de agua y de poner manos a la obra, con la idea de que en poco tiempo podremos celebrar todos juntos a la sombra de los árboles, en las bellas barrancas de Las Tunas. El encuentro fue cerrado con un aplauso. No pudo ser más sincero, hondo y estimulante.

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La noche en el arroyo
Juan L. Ortiz. El álamo y el viento (1947)

Infinito, Noviembre, tiembla, tiembla en el agua.
Escucháis la voz de la noche?
De qué es la voz de la noche?
Es de agua o es de flor?
Es de flor y de agua a la vez.

Hagamos un silencio como el de las orillas oscuras
para escuchar esta voz innumerable y tenue.

Seamos vagas orillas de silencio inclinado
o los oídos de la misma noche
abiertos a qué hálito de flor y de agua juntos?
Fuente: Diario Uno - Daniel Tirso Fiorotto

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