Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Colaboración de Sol Fransoi (*)

A más un mes del inicio del Paro Nacional en Colombia, continúan las protestas en distintos puntos del país y el gobierno afianza el terrorismo de Estado. A los 60 homicidios, 46 heridas oculares y 21 abusos sexuales perpetrados por miembros de la fuerza pública según la ONG Temblores, se suman la alarmante cantidad de denuncias por la desaparición forzada de personas. Este último hecho, cobró mayor visibilidad en las últimas jornadas, debido a la aparición de cuerpos sin vida en el río cauca y denuncias de presuntas fosas comunes en algunas zonas rurales. Conversamos sobre el tema con Victor Cobo, historiador colombiano, egresado de la Universidad del Valle de la ciudad de Cali, y estudiante de la maestría en Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO, Ecuador). -¿Cuál es la situación actual que se vive en Colombia con respecto a la desaparición de personas en el marco del Paro?
-La desaparición forzada de personas es uno de los crímenes dentro de la gran cantidad de crímenes que se han realizado en el marco del Paro Nacional. Sobre la cantidad de personas desaparecidas, existen números muy variables. Por ejemplo, la Fiscalía General de la Nación afirmaba ayer que se trata de 129, mientras que algunas ONG manejan cifras de alrededor de 500 e incluso hay quienes afirman que el número puede rondar las 1000 desapariciones. Esta enorme imprecisión se explica en el hecho de que los llamados organismos de control del Estado (tales como la Fiscalía, la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo), que se supone son entidades autónomas para adelantar sus funciones de control y vigilancia, han sido cooptadas previamente por el partido de gobierno, haciéndolas, en la práctica, inoperantes. Han sido, por tanto, las ONG y otros organismos de la sociedad civil quienes se han dado a la compleja tarea de recoger la información sobre los abusos y excesos de la policía y el Escuadrón Móvil Antidisturbios, ESMAD.

-Teniendo en cuenta que las diversas respuestas respresivas del gobierno en el maco del Paro no son más que una reedición coyuntural de un conjunto de prácticas preexistentes ¿Qué lugar ocupa la desaparición forzada de personas en el contexto de violencia sistemática que viven los colombianos?
-Lamentablemente, el drama de la desaparición de personas en Colombia no es una situación exclusiva de esta coyuntura del Paro Nacional. La desaparición de personas es una práctica macabra que hunde sus raíces en la aplicación de la llamada doctrina del enemigo interno adelantada por los gobiernos colombianos durante las décadas de la Guerra Fría y después. Esta estrategia contrainsurgente fue, especialmente a partir de la década de 1970 y, podríamos decir que de manera continua hasta el presente, una política que ha estado al centro del tratamiento por parte del Estado a la protesta social. Su enfoque ha sido, por tanto, autoritario y militarista. Campesinos, estudiantes, indígenas, comunidades negras, sindicalistas, movimientos políticos de izquierda y clases populares urbanas en general han sido duramente reprimidos por los gobiernos de turno, tratados como subversivos en lugar de atender sus reclamos sectoriales como legítimas demandas ciudadanas. Dicha represión ha consistido en la aplicación de una violencia sistemática que se traduce en persecución judicial, desplazamiento forzado, asesinatos y desapariciones. En muchos casos la violencia ha sido ejercida por actores paraestatales financiados por terratenientes y empresarios. Colombia tiene ya una larga tradición de organizaciones de la sociedad civil dedicadas a visibilizar y buscar desaparecidos y denunciar los vínculos de agentes estatales y paraestatales con estos crímenes. Según el Centro de Memoria Histórica entre 1970 y 2015 hubo en Colombia 60.630 desaparecidos.

-Si bien las denuncias por las desapariciones forzadas en el marco del Paro Nacional se realizaron desde las primeras jornadas, es notoria la mayor importancia mediática que se le ha dado en la última semana. De hecho estos días se ha visto en las redes numerosas actividades que tienen como centro de la protesta el tema de los desaparecidos; por ejemplo, pintadas en las calles con la pregunta “¿Dónde están los desaparecidos?”, marchas y performances que exigen “que aparezcan con vida YA”, etc. ¿Por qué crees que esto se dio así? ¿Qué hechos se relacionan con esta reciente mayor visibilidad?
-Inicialmente han sido los casos de heridos y muertos en el marco de estas protestas los que han tenido mayor cubrimiento y relevancia mediática, pero a medida que pasan los días el tema de los y las desaparecidas va tomando un lugar más visible. Esto se debe en gran medida al rol fundamental de las redes sociales en la visibilización de hechos que de otra manera difícilmente se habrían dado a conocer. Se ha registrado a policías reteniendo y llevándose de manera irregular a manifestantes en patrullas, pero también a policías y hombres de civil haciendo lo mismo usando vehículos particulares. Desde hace algunos días han empezado a aparecer cuerpos flotando en las aguas del río Cauca, el segundo más importante del país, que pasa por varios de las ciudades más activas en las protestas. En Bogotá se encontró la cabeza de una mujer en una bolsa plástica junto a unos tachos de basura a las afueras de un colegio. Empiezan a correr rumores de existencia de fosas comunes en zonas rurales del Valle del Cauca en donde están enterrando a los desaparecidos asesinados. La comunidad del barrio Calipso, al oriente de la ciudad de Cali, denuncia el uso por parte de la policía de las instalaciones del almacén Éxito, un comercio de gran superficie tipo Carrefour, a donde se habría trasladado a numerosos detenidos. Los vecinos informan que hace algunas noches se escucharon gritos pidiendo ayuda y durante la madrugada entraban y salían camiones sin placas. Al día siguiente la policía dio acceso restringido a una comisión de verificación y pudo registrarse manchas de sangre que habían intentado limpiar con aceites y jabón. Estamos ante el ejercicio por parte de la Fuerza Pública colombiana y fuerzas paramilitares auxiliares de la desaparición, la tortura y la ejecución de ciudadanos y ciudadanas como estrategia de terror para aplastar un estallido social que no es posible controlar.

-¿Qué mensaje quisieras dejar a la comunidad internacional frente a estos hechos?
-Nuestro llamado como sociedad civil es a los pueblos hermanos de América Latina a que se unan a nuestro grito de exigencia para que aparezcan con vida las personas desaparecidas, a que se detenga la represión y la masacre. Durante estas cuatro semanas de estallido y violencia se han popularizado en redes los hashtags #SOSColombia y #NosEstanMatando. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, ha venido pidiendo al gobierno colombiano le sea aceptada una visita de trabajo para evaluar la situación de Derechos Humanos, a lo cual el gobierno de Duque se ha negado. Los gobiernos de la región han guardado un silencio infame frente al terrorismo de Estado en curso en nuestro país. Solicitamos también a las organizaciones sociales y sociedad civil de los países hermanos que presionen a sus gobiernos para que se pronuncien rechazando la respuesta dada por el presidente Iván Duque a la protesta social y demanden el ingreso inmediato de la CIDH al territorio nacional para adelantar in situ sus investigaciones sobre las vulneraciones a los Derechos Humanos.

(*) la autora es entrerriana, oriunda de Concordia. Es antropóloga, egresada de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Fuente: El Entre Ríos.

Enviá tu comentario