Consultado por el periodista Facundo Di Genova del diario La Nación, el parrillero de 34 años, que es casado, tiene tres hijos y espera al cuarto, dijo que decidió donar asado porque siempre "quiso ayudar" y ahora tiene la posibilidad de hacerlo ya que, a La Parrillita, "le va bien". "En el pueblo nos conocemos todos y veo que hay mucha gente que necesita; hay cada vez más gente sin trabajo", contó.
"Empecé a trabajar a los 9 años limpiando los vidrios de la parrilla Los Amigos de Gualeguay. Después, le pedí trabajo al dueño del lugar y así empecé. Primero pelando papas y después como mozo. Más tarde pasé a ser parrillero. Trabajé 22 años en el mismo restaurante", recuerda Ignacio quien, mientras hacía sus primeros pasos en el oficio gastronómico, terminaba la primaria en una escuela pública entrerriana.
Hace tres años decidió abrir La Parrillita, su primer emprendimiento, y en donde comenzará a implementar una "heladera social".
El sistema que va a implementar es el siguiente: toda la carne que le quedó en la heladera el domingo a la noche será asada en la parrilla y dividida en bandejas envueltas en papel. El lunes por la mañana las va a colocar en una heladera de bebidas en la puerta de su local para que las retire quienes lo necesitan. A este gesto solidario Ignacio lo llama "heladera vecinal".
El parrillero calcula que serán "unos 70 kilos de carne" por semana, y que podrían dar al menos unas "200 bandejas de asado".
"Si es una familia numerosa, vamos a encontrar la forma de que se lleven más de una bandeja, pero vamos a estar atentos a las avivadas", anticipa.
Cuando se le pregunta sobre qué tipo de carne asada va a haber en la heladera social, el parrillero responde que habrá "de todo". "Todo lo que quede sin cocinar en la heladera, lo pongo a la parrilla para darlo el lunes", sostiene: "Si hay chorizo habrá chorizo. Entraña y falda va a haber seguro, porque siempre me queda; también algunas partes de vacío y recortes de matambre".
