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José Miguel Mulet, profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia, España, dio cuenta de los detalles que explican el por qué de la utilización de agroquímicos en distintos países y cuál es la razón de la marcha atrás con las medidas ecologistas.

Según cuenta en un artículo publicado en diario La Nación, en España, las elecciones municipales de 2015 marcaron el cambio político en muchos ayuntamientos. Como parte de este cambio, en algunos ayuntamientos se decidió aplicar políticas más "ecologistas". Entre las medidas adoptadas, además de fomentar los huertos urbanos y el uso de la bicicleta, se encontraba la prohibición de uso del glifosato. ¿Cuál ha sido el balance después de tres años?

El problema es que, una vez prohibido el glifosato, hubo que plantearse una pregunta incómoda ¿Cómo lo sustituimos? Algunos ayuntamientos utilizaron soluciones imaginativas, como utilizar medios mecánicos o vapor de agua a altas temperaturas. Otros utilizaron ácido acético concentrado, con el desagradable efecto secundario de dejar un olor a encurtido rancio por toda la ciudad. Todos estos remedios tenían algo en común: eran más caros y menos eficientes. Por cierto: ¿por qué se utilizaba glifosato en una ciudad? Los parques y jardines, los arcenes de la carretera o las grietas en una calzada o en una acera hay que protegerlos para que no crezcan hierbas. ¿Qué ventajas tiene utilizar glifosato en el entorno urbano? Pues hay muchas, pero se podrían resumir en que es menos tóxico que las alternativas presuntamente más ecológicas y que un control eficiente de las hierbas en los arcenes salva vidas, por evitar accidentes (sobre todo de ciclistas y motoristas), al margen de que controlar la maleza ayuda a controlar plagas que pueden transmitir enfermedades. Al final, la evidencia científica se impone. Algunos ayuntamientos, como el de Sevilla, que anunciaron con bombos y platillos la prohibición han vuelto a utilizarlo, indica el profesor.
Lo que sucede en Argentina
Los resultados de este debate son de aplicación en la Argentina, donde la prohibición del glifosato es una demanda por parte de muchos grupos y partidos políticos. Si esto se llevara a cabo, ¿qué pasaría el día después? El glifosato es más barato que las alternativas y está libre de patente. Los cultivos resistentes a glifosato permiten un control de malas hierbas más respetuoso del medio ambiente, debido a que en contacto con el suelo es muy inestable y se degrada con rapidez.

Además, según indica el informe, existe sobrada evidencia científica sobre su seguridad. De hecho, autoridades reguladoras de todas partes del mundo han concluido que el glifosato es seguro. Desde la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos hasta la Autoridad Europea en Seguridad de los Alimentos y la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos, todas estas concluyeron que el glifosato no causa daños para la salud humana. También llegaron a esta conclusión los expertos de la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en conjunto analizaron al herbicida y determinaron que "es improbable que el glifosato represente un riesgo cancerígeno para los seres humanos". Indican en el informe que afecta a una ruta metabólica propia de las plantas que los animales no tenemos, lo que explica su baja toxicidad.

Gran parte del éxito del glifosato se debe a que su uso es mucho más seguro que el de otros herbicidas como el paraquat o las atrazinas, que están prohibidos en muchos países.

“Por lo tanto, antes de plantearse prohibir el glifosato, deberíamos tener claro cuáles serían las consecuencias de esta prohibición y cuál sería el sustituto”, señaló el profesor.
Fuente: La Nación

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