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Tanto la vida del Presbítero Lorenzo Cot como las amenazas recibidas y el crimen que terminó con su vida, son un constante misterio.

Este lunes 27 de septiembre se cumplieron 153 años de su desaparición física, y en la oportunidad el historiador colonense Alejandro González Pavón decidió revivir un capítulo de su libro “El Silencio de una Historia”.

Se trata de una carta dirigida a su superior en Concepción del Uruguay, que quien fue el primer capellán de la Colonia San José y Villa Colón entregó a su monaguillo, Augusto Guiot, del que todavía hay descendientes en la ciudad de Colón.

La síntesis del relato, es la siguiente:

LA CARTA QUE NUNCA LLEGÓ: LA HISTORIA DEL MONAGUILLO DEL PADRE LORENZO COT

En el día de ayer, se cumplieron 153 años del crimen que se cometió contra la persona del Pbro. Lorenzo Cot la noche del 27 de septiembre de 1868. El clima de Villa Colón, que hacía muy pocos años había comenzado a caminar sus primeros años de existencia, era muy tenso. Varios meses antes las relaciones sociales entre el Padre Cot y las autoridades políticas de la época ya demostraban ser nulas, tensas. Pero lo que los medios de entonces manifestaron en forma escrita el crimen y alguna que otra sospecha de personas que posiblemente hayan participado del hecho. Pero nada seguro. Nadie vio nada, nadie escuchó nada. El único testigo in situ fue uno de los hermanos Converset que siguió al Padre Cot aquella noche, dudando desde el primer instante de la confiabilidad de aquel supuesto vasco que lo vino a buscar por una urgencia espiritual; pero su relato no fue lo suficientemente contundente para poder aportar pruebas concretas a la causa. Incluso, al poco tiempo de aquel tremendo hecho, los hermanos Converset decidieron emigrar al Uruguay en busca de tranquilidad, por las insistentes amenazas recibidas por parte de ciertas personas que, más allá de la muerte de Cot, insistían en seguir la lucha en su contra, pero ahora con sus más allegados.

Pero he aquí un dato muy interesante y que, años más tarde, fue un relato tan importante como el del propio Converset que había visto desde lejos el momento exacto en que lo atacaban al Padre Cot. Y en este caso me refiero a quien era su monaguillo: AUGUSTO GUIOT. Para entonces, Augusto era aún niño, casi adolescente. Ayudaba en las misas que el Padre Cot realizaba en una de las habitaciones de la Quinta del Dr. Estevan María Moreno. Y aquí viene lo importante! Según la información que pudo recabar al respecto el Pbro. Camilo Vázquez y luego la completaría el Pbro. Narciso Goiburu, a través de entrevistas de personas que vivieron la época e incluso, entrevistándolo al propio Augusto Guiot, éste atestigua lo siguiente: que unos días antes del 27 de septiembre, Augusto le comentó al Padre Cot que tenía que ir a Concepción del Uruguay por un trámite familiar y se ofrecía gentilmente a ser su mandadero en el caso que éste necesite enviar algún recado a alguien de la ciudad vecina. Y efectivamente fue así!, el Padre Cot en función a esa propuesta, consideró pertinente enviar a través de Augusto una carta. Ésta estaba dirigida al cura párroco de entonces, el Pbro. Domingo Ereño, quien en ese momento, era superior de Cot, por ser Colón aún una Capilla dependiente de la Parroquia de Concepción del Uruguay.

Es así que la finalmente la cena se concreta la noche del 26 de septiembre. Ése adolescente no se imaginaba por completo lo que ocurriría al día siguiente, ni mucho menos lo que pasaría luego de aquel horrendo hecho.

El Padre Cot, le entrega en mano a Augusto un sobre cerrado que contenía algo: podría ser una carta, una nota, un recorte periodístico, o un simple un mensaje. Pero así como lo recibió, lo guardó en su bolsillo y se fue a su casa. El sobre tenía escrito – según su relato – el nombre de Ereño (superior de Cot). El viaje de Augusto estaba programado para el dia 28.

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No sabemos con exactitud cómo fueron aquellas primeras horas del 27 de septiembre. Seguramente en el círculo más cercano a Cot, sería como un día más de obligaciones sociales y clericales pero marcadas por un alerta en forma constante por las amenazas recibidas anteriormente.

El crimen se cometió en Villa Colón siendo aproximadamente las 19:30 hs por manos de varios malhechores que seguramente habían sido pagados por alguna persona para efectuar el hecho. En esa tarde la Villa no contaba con autoridades políticas. El campo estaba despejado, o al menos, se notó que se programó darles tiempo a huir a quienes participaron en forma activa del crimen.

La noticia no tardó el desparramarse por Colón. Y no era para menos! Habían asesinado al cura del pueblo! Y de la manera más brutal.

El miedo se apoderó de las calles, el silencio de las casas, y la intriga y la sospecha se fueron sumando en cada día que pasaba…

Pero al despertar Augusto y recibir la triste e impactante noticia de que su amigo haba muerto, lo asustó más que a nadie. Pues él recordaba que en el bolsillo de su chaqueta o pantalón tenía un sobre que debía llevar a Concepción del Uruguay en nombre del ahora difunto Padre Cot. Seguramente la duda se habrá presentado, así como también el miedo de que alguien se enterase de que él tenía en su poder ese sobre y que quizás era de gran importancia. El viaje a Concepción se vio suspendido por este hecho y Augusto, ante la intriga presentada, decide abrir aquel sobre. Se encontró con que era una carta… pero con un detalle: estaba escrita en latín.

El miedo y el silencio también habían llegado a la casa de aquel joven porque éste mantenía una relación directa con el padre Cot, y ante el susto de la posibilidad de él también convertirse en una víctima más, decide romper aquella carta y dar por terminado aquel pedido.

Seguramente que con el paso de los años, habrá pensado más una vez en el contenido de aquel sobre, en el mensaje que escribió el Padre Cot a su superior y la búsqueda de una respuesta clara del por qué escrita en latín (seguramente la misma fue escrita en latín porque era la lengua que hablaban comúnmente los clérigos en forma de código) y en algunos pocos casos, intelectuales librepensadores.

Augusto Guiot pudo vivir muchos años más y seguir recordando la persona del padre cot a sus familiares.

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Falleció en Colón, el 1° de agosto de 1934 a los 80 años de edad. Sus restos hoy descansan en el cementerio local junto a su esposa.
Fuente: Facebook Alejandro González Pavón - El Entre Ríos

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