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Raúl Bustos / Crédito Rubén Comán
Raúl Bustos / Crédito Rubén Comán
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Bustos recuerda que "el expendio de bebidas alcohólicas en lugares donde ingresan menores de edad está prohibido por ley" y que "el padre que despacha detrás de una barra debe tener libreta sanitaria".

Por Andrea Cattani

Raúl César Bustos es Consejero en Adicciones Químicas y desde hace 11 años trabaja en la asistencia, investigación, capacitación y prevención. Es coordinador del posgrado en el abordaje problemático de sustancias psicoactivas de la UNER, donde desde mayo se dictará un curso de postgrado en el abordaje problemático de sustancias psicoactivas para profesionales de la salud y docentes.

A su vez, es el director de la Fundación 90 Días, con sede en Concepción del Uruguay (Perú 111/ Tel. 03442 450450) y coordinador de la Asociación Manos Abiertas de Colón (Alvear 69/ Tel. 03447 15509391).

A lo largo de mi formación en el ámbito de la salud, luego de recoger el conocimiento de prestigiosos profesionales a los que he entrevistado, y por mi experiencia de vida, he aprendido que la prevención del consumo de sustancias perjudiciales para la salud no se reduce a tener algo tan valioso como un buen vínculo familiar, ya que intervienen una serie de factores genéticos y socioambientales que muchas veces no tenemos en cuenta.

Tampoco es una cuestión de "voluntad" o de "elección" de quien consume, pues nadie enferma de lo que quiere sino de lo que puede.

Convencida de que enseñarles a nuestros hijos a respetar las leyes y las normas sancionadas en democracia –aun cuando no les permita "salirse con la suya"- es una buena herramienta para formarlos como personas y ciudadanos de bien; y plenamente consciente como madre de que no estoy libre de que el flagelo de las drogas se meta algún día en mi seno familiar, decidí entrevistar a Raúl Bustos, para que como padre, profesional y desde su propia vivencia con el alcohol, nos ayude a pensar.

-Raúl, hablemos del consumo de drogas en los jóvenes, y particularmente de una que no suele ser considerada como tal: el alcohol.

La sustancia psicoactiva que más adolescentes mata los fines de semana en Entre Ríos y en otras provincias de la Argentina es el alcohol. Porque la previa, que es una costumbre entre los adolescentes, es juntarse en su casa, incluso con la concomitancia de sus familiares, a beber diferentes botellas, donde quizá se involucra el consumo de marihuana. A veces antes de ingresar a los boliches, por si llega a haber algún cacheo y le encuentran alguna sustancia, también consumen cocaína, y todo esto como que pasa desapercibido.

En las escuelas, si les enseñan a cuidar el medio ambiente, los glaciares o cómo regar una plantita, ¿por qué no se hace énfasis en enseñar modelos de felicidad genuinos para cuidar su cuerpo? Chicos que tienen habilidades y que las van perdiendo a partir de estos modelos de felicidad falsos de sentirse bien hoy, no importa mañana ni a costa de qué, y haber incorporado el consumo de sustancias psicoactivas a través de una forma no inocente, sino con una tendencia a transformarlos en un negocio dentro de esta sociedad de consumo.

-Recién hablabas de la previa y te transmito algunas de las cosas que se suelen escuchar: "Prefiero que la previa la hagan en casa"; "Tomo una cerveza o fumo un porro con mi hijo porque más que un padre quiero que vea en mí a un amigo" ¿Qué pensás de estas reflexiones?

-En primer lugar, lo que pienso es que la relación entre un adulto y un adolescente o un niño siempre va a ser asimétrica, aunque uno quiera forzarla. Un adolescente aun no tiene formada la corteza prefrontal (el lóbulo frontal), que es con lo que un adulto puede discernir lo que está bien de lo que está mal; lo que llamamos "sano juicio". Entonces, en esa asimetría debería utilizarse la obediencia a favor del niño y el adolescente para que este algún día pueda ser un adulto independiente y lograr tener una relación simétrica con otros pares. Al no utilizar la obediencia como una herramienta de educación y comunicación del adulto hacia el adolescente, vamos formando un ser dependiente.

-Otra cosa que solemos escuchar: "Las prohibiciones son malas, si yo se lo prohíbo, más va a querer hacerlo".

-Claro. Se argumenta que las prohibiciones son malas, pero si un semáforo está rojo, es una señal que me está avisando que si no lo respeto me puede atropellar un camión. La imposición dictatorial es negativa porque el adolescente tiene una tendencia a querer afirmar su personalidad y por ende se va a rebelar. Por esto se debe abordar desde la salud, pero también desde la educación, la seguridad y la justicia, no desde un solo frente.

Ahora, si un menor de 18 años tiene acceso a beber alcohol en la vía pública, es trabajo de quien debe sostener el orden en la calle; si un chico ingresa a un club o un boliche donde se expende alcohol, es trabajo de la policía municipal clausurar, dar intervención a la fiscalía y hacer cumplir la ley, porque detrás de esto hay un negocio multimillonario donde también comete un delito el padre que está detrás de una barra en una fiesta de una escuela despachando bebidas alcohólicas a un mayor de 18 años sin libreta sanitaria, o sea que tampoco cumple con la ley. Es decir que si mi hijo de 21 años tiene un accidente de tránsito al salir de un club donde el que le despachó alcohol es un padre que no tiene libreta sanitaria, voy a ir contra él y contra el que le pagó para estar ahí. Hay un montón de leyes y ordenanzas que no se cumplen. Ese caos y ese desorden es lo que lleva a que todos los fines de semana los adolescentes fallezcan en accidentes de tránsito, coma alcohólico o riñas callejeras donde también hay involucradas otras sustancias, porque la oferta también se los permite, pero el "padre" de todo este problema es el alcohol.

-Y al ser una enfermedad social, se ve involucrado y perjudicado también el que no toma.

-Se ha transformado en una pandemia.

-Otras frases muy utilizadas son: "Cada padre debe hacerse cargo de su hijo y hablar con él"; "Si mi hijo decide no tomar qué problema hay"; "Cada uno decide tomar o no hacerlo"; "Toma el que quiere". Te pregunto, Raúl: las adicciones, ¿son una cuestión de decisión o antojo de las personas? ¿Yo decido en pleno uso de mis facultades comenzar a consumir y convertirme en una persona adicta?

-La adicción es una enfermedad primaria del cerebro, crónica, progresiva y mortal. Esta definición no la inventé yo, sino dada por la OMS en el año 1981. Se dice que es primaria porque no deviene de ninguna otra enfermedad, existe una predisposición. Lo segundo que dice es que es crónica; para llegar a su estado de cronicidad y ser irreversible, donde la persona si no se muere debe recibir asistencia de por vida pero ya llegó a un estado de dependencia, va a pasar por diferentes estadios. El primer estadio del desarrollo del síntoma es el comportamiento repetitivo compulsivo, o sea una persona toma una vez alcohol, se marea y dice "esto no lo hago nunca más"; hasta ahí se llama consumo eventual. Ahora, está demostrado que si pasó por el consumo eventual de alcohol antes de los 18 años hay un alto porcentaje que desarrolla la enfermedad. La segunda etapa le llaman "consumo social", que es el mal llamado "consumo responsable", lo que puede hablarse en un marco de mayores de 18 años. Esto es importante que quede en claro: cuando hablamos del paradigma de "consumo responsable" en menores de esa edad estamos siendo cómplices de un delito penal.

-O sea, no existe el consumo responsable de alcohol u otras sustancias psicoactivas en menores de 18 años.

-Primero que es imposible sostenerlo, porque entonces no habría una ley que prohíbe la venta de alcohol a menores de 18 años, porque como dije, el chico todavía no tiene formada su corteza prefrontal, su sistema límbico, como para asumir semejante responsabilidad ante una sustancia que le produce acostumbramiento, ya que emana en su cerebro cantidades siderales de un neurotransmisor que se llama dopamina y que le generan un placer artificial tan grande que aunque vomite, aunque se descomponga, aunque termine "todo roto" y se despierte en un lugar que no sabe ni con quién estuvo a la noche, vuelve a consumir, más allá de las consecuencias que le genera. Esta sensación es como la caja negra de un avión, el cerebro guarda un recuerdo falso a partir de esta emanación de dopamina, por lo cual vuelve a consumir.

-Y está comprobado que esta maduración a nivel cerebral se da a partir de los 18 años, no es que a alguien se le ocurrió poner esta edad en la ley como un capricho.

-La naturaleza va generando cambios en el organismo. Ahora yo pregunto: ¿Es lo mismo que le dé ginebra en la mamadera a un bebé, a que se la dé a un chico de 14 años? Para la ley es lo mismo. Si un padre no le da ginebra a un bebé, ¿por qué sí se la da a un adolescente, si la ley está diciendo que está prohibido?

Está demostrado que la corteza prefrontal que es con lo que la persona razona, llega entre los 18 y los 20 años. Por eso la mayoría de edad se da entre los 18 y los 21 años, y ya es muy difícil que a una persona mayor de edad la convenzan de que va a ser más feliz por consumir una sustancia depresora, distorsionante o estimulante del sistema nervioso.

(Continúa el próximo martes)
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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