Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Dos, quizás tres generaciones de los países hispanoparlantes recuerdan con afecto la historia de "Platero y yo", de Juan Ramón Jiménez, ganador del premio Nobel de Literatura en 1956. ¿Quién no recuerda aquella primera frase del clásico cuento?: "Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro".

Muchos años después de la edición de ese libro, y en Paysandú, la ciudad uruguaya vecina a Colón, el edil departamental Williams Martínez, se preguntó –y se pregunta–: "¿Qué vamos a hacer con el burro?", ni más ni menos que el último habitante del cerrado Zoológico Departamental.

No se sabe el nombre del burro pero muy probablemente no se llame Platero. Pero su nombre no es lo más importante, sino su soledad. El pobre se ha quedado solo, triste y abandonado en los corrales del antiguo zoológico. De vez en cuando llega algún caballo que temporalmente es colocado en el mismo corral, después de ser encontrado en la calle, antes de ser enviado a los antiguos Corrales de Abasto.

El tema de qué se hará con el burro fue tomado como preocupación del plenario de la Junta Departamental. Es que como sostiene Martínez, "nadie lo reclama; nadie lo quiere al burro y la intendencia se tiene que hacer cargo de mantenerlo a diario para que sobreviva".

"Deberíamos apiadarnos todos los sanduceros y en particular la administración departamental" y "tomar medidas urgentes para que este pobre animalito pueda salir de esta situación", agrega el edil del Partido Nacional.

Sus palabras sensibilizaron a sus pares, porque con 30 votos en 31 decidieron pasar la cuestión a la Comisión de Higiene y Medio Ambiente.

En tanto, si alguna protectora de animales quiere, o si alguna persona en particular decide que el burro puede ser una buena mascota, puede darse una vuelta por el maltrecho Parque Municipal y proponer llevárselo para darle un mejor pasar. Porque es bien feo eso de "nadie lo quiere al burro". Que rebuzna su triste suerte.
Fuente: El Telégrafo

Enviá tu comentario