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Las vidas de Mariana Blanc (37) y Haydee Granado (61) se cruzaron y se fundieron en una amistad para siempre, cuando se conocieron en una vereda lindante al cementerio municipal de Zárate (provincia de Buenos Aires) y desde entonces atravesaron difíciles momentos, a los que con fe pudieron sobreponerse.

"Me quedé fuera del sistema y tuve que salir a la calle"

"Mi pareja falleció en un accidente en la vía pública cuando circulaba en bicicleta a la altura de un semáforo, al ser embestido por el conductor de un auto que se quedó dormido y lo llevó por delante a una velocidad de 120 kilómetros por hora", da a conocer Haydee.

"Caí en abogados y jueces que no me solucionaban nada, mientras tanto agotaba todas las reservas que tenía, hasta que tuve que salir a la calle a pedir auxilio porque no me quería morir sola en mi casa de chapas, así fue que me quedé bajo los fresnos de quien era mi vecina por seis años a esperar que me vinieran a dar novedades del juicio, pero el doctor había renunciado a mi patrocinio y nadie me había dicho nada", continúa relatando.

"Fue así que me quedé fuera del sistema viviendo en una vereda, pero no porque haya nacido linyera sino porque me hicieron linyera. Yo conocí el paso del tiempo y los cambios de estaciones, la soledad y los días buenos y los días malos en la calle. Soporté un invierno muy bravo como fue el del año 2.013, que mucha gente murió de frío. No quería molestar a nadie, pero esa espera se hacía insoportable", testimonia la mujer.

"Mariana fue una persona que realmente se preocupó por mi situación, a pesar que yo en ningún momento puse un cartel que necesitaba ayuda o pedí algo, porque siempre mantuve un bajo perfil", dice.

"No me podía dormir pensando en ella"

"Yo soy de San José, me mudé a Zárate con mi familia y allá me puse a terminar el secundario porque quería estudiar algo. A la vuelta de la escuela la veía y ella siempre me hablaba desde lo oscuro y me preguntaba cosas para saber cuál era la realidad, por ejemplo cuánto costaba una cartera", recuerda Mariana.

"A medida que fueron pasando los días y seguíamos hablando, me animé a preguntarle si ella realmente vivía ahí en ese cuadrado armado con paragolpes de autos viejos y me contó su historia", menciona en relación a su amistad, que día a día se iba afianzando.

"Cuando llegó el invierno con las heladas, las lluvias y el granizo no me podía dormir en mi casa pensando que esa mujer estaba ahí. Me preocupaba muchísimo y a la mañana siguiente iba temprano a preguntarle cómo estaba y si había dormido bien, incluso una vez la encontré tapada con una pileta de lona", asegura sobre sus condiciones de vida.

"En ese momento ella ya tenía cistitis crónica y también pensábamos que tenía elefantiasis por el estado de sus piernas y el pantalón se le había pegado al cuerpo", describe.

"Me fui fácil unas 20 veces a la Municipalidad de Zárate a decirles que tenían un ser humano en la calle, viviendo al lado de una zanja podrida y con un estado de salud muy malo que ya en los últimos días no podía moverse porque le faltaba alimento. Finalmente fueron cinco asistentes sociales distintas, hasta que una me dijo que lo único que podía ofrecerle era una cama en un hospital neuropsiquiátrico", cuenta.

"Después de eso empecé a pedir ayuda en las iglesias porque en otros lugares públicos no la querían atender porque decían que no era de ahí, pero sí lo era y no tenía los documentos para demostrarlo. Finalmente la recibieron las hermanas Teresa de Calcuta, que le dieron un lugar adecuado y se pudo recuperar bastante", sigue narrando sobre su estado de salud, aunque al poco tiempo la amistad entre ellas se interrumpió.

"Yo soy hija única, mis padres estaban grandes y tuve que volver a Entre Ríos porque había terminado el secundario y había cumplido una etapa en Zárate, pero a Haydee no le gustó mucho la idea y entendía la situación de mis padres y que yo tenía hijos, así que la tuve que dejar sola, pero con la promesa de volver a buscarla", expresa.

El reencuentro

"Ni bien me mudé nuevamente a San José empecé a averiguar por hogares que la recibieran pero no los podía pagar, hasta que encontré uno en Colón que la aceptaron y le gestionamos la jubilación para poder abonar la cuota con esa plata", asegura Mariana, ya en una nueva etapa.

"Al día siguiente que supe esto, le pedí a un sacerdote que la trajeran e ingresó en el hogar donde estuvo unos meses, pero después no lo podíamos seguir pagando porque aumentaba y ella no estaba del todo cómoda", afirma.

"Yo justo me estaba haciendo una casa prefabricada delante de la de mis padres y pude traerla a ella a la que dejamos de ocupar, pero necesitamos una cocina, una heladera, muebles y utensilios de cocina porque es una casa que está vacía, un televisor y libros, porque le gusta mucho leer sobre teología", continúa relatando, ya como parte del final feliz por el reencuentro entre ambas.

El futuro y los proyectos

"Quiero reincorporarme a la sociedad porque me interesa toda la cuestión del voluntariado y transmitir de alguna manera mi experiencia de vida y la esperanza que tengo, porque todos podemos salir de alguna manera cuando el Señor prepara los caminos. Lo fundamental es el servicio y quiero cancelar mi deuda interna y con la fe lo puedo lograr, cosa que no se compra ni se vende, porque si los milagros existen a mí me tocó uno", finaliza Haydee en su nueva casa y con su nueva familia del corazón.

Quienes deseen colaborar con Mariana y Haydee, pueden acercarse a calle Urquiza 2.624 de San José, llamar al teléfono 3487234492 o escribir al Facebook "Mariaan Blanc Gonzalo Vera".
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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