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Dada la gravedad de la disputa entablada en los partidos mayoritarios sobre el punto exacto de entrega del bastón de plata de la presidencia, consultamos al organismo pertinente para casos institucionales delicados: la Dirección de Hidráulica.

Los ingenieros, hidrólogos, doctores en geología, ríos de llanura y desembocaduras varias nos ofrecen un claro diagnóstico de situación, pero a la hora de superar el entredicho entre personas tan dedicadas, como los presidentes salientes y entrantes, prefieren acudir a una mediación de expertos en bastones presidenciales: los ingenieros agrónomos, como se verá en detalle a continuación.

Los hidrólogos señalan que no es sencillo encontrar la línea milimétrica que separa la desembocadura de un río en la embocadura del otro. Ejemplo claro es el caprichoso río de la Plata (que evoca la plata del bastón presidencial), un cauce con múltiples padres.

No sería el caso del bastón de Pallarols, sólo uno por ahora, que todavía no sabemos si quedará en manos de la presidente, el presidente o la virgen.

Pero si de buscar el punto exacto se trata, para los hidrólogos el río que viene entrega sus aguas al que sigue, así de sencillo.

Dicen que el agua es la misma, lo que cambia es el río, que también es el mismo (aunque ya sabemos con Heráclito de la Paternal que nunca es el mismo río).

El caso es que los ríos tienen distintos nombres, según las costumbres y jurisprudencias que hacen a la vida de la patria, como es el caso del bastón de Pallarols y la mano que le calentará el mango.

Como se supone que el que sigue necesita el agua del que desemboca, afirman los hidrólogos, no es tan importante el momento o el lugar y generalmente la unidad se confunde en un abrazo de agua, como bien lo ha dicho el poeta.

Pero yendo al grano, o mejor, al agua: el Guayquiraró desemboca en el Paraná, como es sabido por todos.

De buena fe, decimos que el Guayquiraró es afluente del Paraná, el agua tiene continuidad. Pero hete aquí que, hilando fino, el Guayquiraró no se toca con el Paraná, salvo cuando las crecientes arrasan con todo, incluidos los nombres. Y aquí no hay metáforas, valga la aclaración de los hidrólogos.

¿Cómo desembocar sin tocarse? Se compara al embarazo sin penetración, pero eso ya es jurisdicción de la medicina y la carpintería, porque involucra el grosor de la parrilla de la cama doble plaza, o las patas del sofá según el caso.

El Guayquiraró desagua en un pequeño río llamado Ingacito, y el Ingacito desemboca en el riacho Espinillo, que a su vez desemboca en el Paraná, sostienen los hidrólogos con un mapa a la vista y como quien dice acá está la posta.

Si un alumno sostiene en un examen que el Guayquiraró desemboca en el Paraná, su respuesta será correcta. Y en verdad es un error, un error correcto en este caso (lo decimos para ser claros).

Como el Espinillo es un riacho, nace en el Paraná y desemboca en el Paraná, de modo que es el mismo Paraná que allí adquiere un nombre propio. ¿Es el Paraná o no? Sí y no. Porque el hombre le dio al río Paraná el nombre Paraná y al riacho Espinillo el nombre Espinillo, y el Paraná tiene derecho a tener un brazo, un brazo Paraná llamado Espinillo.

El Guayquiraró no conoce de buena fe o mala fe, porque es un río sin fe. Si han dicho que desemboca en el Paraná, querrá terminar su curso en el Paraná como es natural. Y el Paraná responderá que el Guayquiraró termina en el Ingacito, de modo que ese segmento le pertenece al río que empieza.

A esta altura los hidrólogos consultados ya van dando a entender que la conversación ha concluido, sin advertir que estamos ante un punto crucial que acapara la atención de presidentes, vices, ministros, embajadores, jueces, curas, periodistas, mozos y peluqueros.

Hay que tomar nota de la trascendencia del problema planteado: el sitio exacto en que el bastón pasa de unas manos a otras manos. Un asunto que va en sintonía con la categoría de los protagonistas, claro está.

Algunas familias de Paraná, bien provistas de elucubraciones retorcidas, quisieron interponer un amparo ante el juez Castrillón, que de esto sabe porque es dueño de la isla Curuzú Chalí donde desemboca el Guayquiraró.

Una demanda para demostrar que la demora de las ambulancias en la capital entrerriana (de una hora a un año y medio) es más importante que el bastón, pero de inmediato fueron descalificadas por golpistas. Como es obvio.

El problema del punto de encuentro de los ríos y sus afluentes se resolverá fácil porque lo decide el hombre, es decir, no es un problema de los ríos y arroyos, ni de los peces y sus respectivos pájaros, que son hondamente conscientes de la unidad, la continuidad, la cuenca.

Cuando de presidentes se trata, en cambio, el gran problema patriótico que se presenta con el bastón argento, sólo comparable al cruce de los Andes, nos empuja a un patriótico callejón sin salida propio de la civilización. Ya que en la barbarie no caían en estas discusiones de altísima abstracción.

¿Quién está por encima de los presidentes? En este caso, y decimos en este caso pero quizá en varios parecidos, o en casi todos los casos que conocemos desde que tenemos uso de nariz, lo único que mandaría por encima de los presidentes Cristina Kirchner y Mauricio Macri sería un dios.

Descartado Maradona por razones obvias, ahí es donde los hidrólogos desembocan en los agrónomos, porque dicen que el único dios que conocen sobre los presidentes Cristina y Mauricio se llama dios Monsanto, y ya pertenece a la jurisdicción de los ingenieros que saben de transgénicos y glifosatos. Esto, para que veamos que la cosa es patriótica a la altura Malvinas.

Ya en consulta con los agrónomos, los expertos aconsejan que Pallarols se haga presente el jueves 10 en las oficinas centrales de Monsanto, calle Maipú 1210, décimo piso, pero otros ingenieros aclaran que también hay oficinas en Maipú 1252 de la misma Capital. Frente a un nuevo problema de muy difícil solución, optan por la mitad entre 1210 y 1252, que sería 1231, más o menos la hora del traspaso.

Con lo cual, Cristina y Mauricio podrán tocarse, palo mediante, si hay buena voluntad de las partes intervinientes (cosa que descontamos) y Pallarols no le entrega antes el bastón a la virgen.

A propósito, la plata del bastón ¿de Potosí o Famatina? ¿Y quiénes la sacaron, los indios o los negros? Tema para el próximo conflicto argentino de poderes, antes del partido River-Barcelona en Japón, y del regreso de Osvaldo a la Bombonera a hacer lo que mejor sabe, si de vírgenes se trata.

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