Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Teniente de Navío Fernando Mendoza
Teniente de Navío Fernando Mendoza
Teniente de Navío Fernando Mendoza
Juan Carlos y Carlos Mendoza se retiran de la Base Naval a paso lento, con las manos en los bolsillos y la mirada al piso, otra vez sin novedades y cada vez más desorientados por lo que están viviendo. "Ya no sabemos qué esperar, no sabemos en qué creer", aseguran el padre y el hermano del teniente de navío Fernando Mendoza, jefe de máquinas del submarino ARA San Juan . "Tal vez están hundidos o en un año los encontramos todos barbudos, en una isla", dice Carlos.

Los padres del oficial llegaron desde Concordia a principios de esta semana y desde entonces reparten sus días entre una espera larga dentro de la Base Naval y el intento de descanso en la casa que su otro hijo tiene en Santa Clara del Mar, a 20 kilómetros de Mar del Plata.

Aquel informe de anteayer que habló de una explosión en las profundidades fue un cimbronazo anímico para toda la familia. "Mi cuñada tuvo que ser atendida en enfermería dos veces porque se desmayó, se descompensa por la situación", contó Carlos, que es pescador de altura y buen conocedor de lo peligroso que es el mar.

En estas últimas horas estaban recibiendo visitas de más familiares que llegaron desde Entre Ríos para acompañarlos desde más cerca, porque cada hora que pasa todo se les está haciendo más difícil. "Es muy duro todo esto porque es demasiada la incertidumbre y ni siquiera nos pueden decir dónde está el submarino", afirma Juan Carlos Mendoza.

Ese dato clave y aún pendiente es, al mismo tiempo, lo que consideran una luz de esperanza. "Si nos dijeran que siempre estuvo abajo del agua estaríamos más preocupados por el tema de falta de oxígeno", dice Carlos. "Quizás las corrientes los llevaron más allá de donde ahora los buscan", arriesga Juan Carlos, que no se resigna.

Ferviente devoto de la Virgen de San Nicolás, con una bandera argentina que hace flamear desde la puerta trasera de su auto, Carlos Mendoza se aferra a la fe. "Todos estamos esperando que aparezcan", insiste. Y en medio de la emoción pide un reconocimiento para la comunidad que se acerca y acompaña. "No tenemos más que agradecimiento para tanto apoyo, es emocionante", aseguró.

La última comunicación con su hermano la mantuvo, vía telefónica, cuando estaba por zarpar en el submarino rumbo a Mar del Plata. Aquel día se comprometieron a cumplir el ritual de cada regreso: reunión familiar, gran asado y sobremesa con guitarreada. La fe en el pronto regreso quedó estampada en una bandera colgada al lado de la puerta principal de la Base Naval con un mensaje de sus hijos: "Fuerza papá, tu familia te espera".
Fuente: La Nación

Enviá tu comentario