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A pocas semanas de que se cumplan 17 años de la desaparición de la familia Gill, que fue vista por última vez en un velorio en la ciudad de Viale, retomarán la búsqueda en el campo de Crucecitas Séptima. El terreno era propiedad del fallecido Alfonso Goette, principal sospechoso de la ausencia del matrimonio y sus cuatro hijos. Según se informó, estaría todo casi listo para que la semana próxima se retomen las tareas sobre el cauce del arroyo seco que atravesaba el campo, donde se cree que los Gill podrían estar enterrados.

En febrero de este año, tras un nuevo impulso que tuvo la causa, se hicieron excavaciones en un punto marcado por un testigo. La investigación debía continuar en otra área del establecimiento rural, pero se suspendió a la espera de más presupuesto para financiar las tareas.

Mientras tanto, se hicieron averiguaciones con expertos en la materia de búsqueda de restos humanos de vieja data, quienes podrían colaborar con las tareas que se retomarán antes de fin de año.

Después de un período de espera por parte de los familiares de los Gill a lo largo de este 2018, se renuevan las esperanzas de tener alguna certeza sobre el destino de la familia.
Las excavaciones
El 5 de febrero pasado, una comitiva policial encabezada por el juez de Garantías Acosta y el fiscal Federico Uriburu, comenzó con la requisa de los campos de la estancia La Candelaria, donde trabajaba y vivían Rubén Gill y su esposa junto a sus chicos María Ofelia de 12, Osvaldo José de 9, Sofía Margarita de 6 y Carlos Daniel de 2.

Los objetivos de búsqueda fueron dos puntos del campo, según lo señalado por un testigo: un pozo de agua y un arroyo seco. El primer lugar mencionado fue donde por varios días trabajaron policías, técnicos, un pocero de la zona y los funcionarios judiciales.

En el primer día hallaron un resto óseo, en el sitio ubicado a unos 300 metros del casco de la estancia. Al día siguiente se encontraron seis huesos más, luego de trabajar en el pozo, de seis metros de profundidad, al cual ingresaban con una máquina que retira los sedimentos del fondo y los coloca en la superficie de un elemento similar a una zaranda. Tras la cuarta jornada de búsqueda en el pozo, los huesos encontrados sumaron más de 20. Los mismos fueron enviados al Departamento Médico Forense de Tribunales, que los analizó y el jefe del área, Luis Moyano, no tardó en informar que se trataba de restos óseos de animales.

Luego de una semana en el campo, finalizó esa etapa de la búsqueda, y debía continuar en el otro punto mencionado. Pero surgió en esos días que el trabajo iba a ser más complejo de lo pensado, por lo cual se debía contar con más presupuesto para pagarle a quienes deben realizar las perforaciones. A su vez, estos tenían que presentar un informe con los costos correspondientes, y así avanzar en los pasos burocráticos para disponer de la partida de dinero. Se pensaba que el mismo iba a ser rápido, pero tardó algunos meses. No obstante, mientras tanto fueron consultados profesionales con experiencia en este tipo de trabajos, que podrían actuar en la segunda etapa de esta búsqueda.
Fuente: UNO Entre Ríos

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