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El obispo de la Diócesis Gualeguaychú, Héctor Zordán, se mostró a favor de la no connivencia entre las partes. Además, sobre la segunda apostasía colectiva que se realizó en la ciudad dijo sentir dolor. “Pero así como el bautismo y la fe son actos libres, también debe serlo la renuncia, más allá de la pena que nos dé a nosotros”, consideró.

Identificada con el pañuelo anaranjado y al calor de la discusión por la despenalización del aborto en Argentina, nació la Campaña Nacional por un Estado Laico. “Iglesia y Estado, asunto separado”, expresa la consiga que comenzó a multiplicarse en las calles y en las redes sociales y que busca llegar al Congreso de la Nación.

En este marco, también empezaron a repetirse los trámites de apostasía, mediante el cual cualquier persona bautizada en la fe católica puede solicitar salirse de los registros de la Iglesia con la sola presentación de una carta.

A principios de mayo tuvo lugar la primera apostasía colectiva en Gualeguaychú, y fueron cerca de 25 los jóvenes que se presentaron en Chalup 22, sede del Obispado, para pedir la baja en el registro de creyentes. Ayer, en tanto, un número similar de personas repitió este trámite.

Mientras los interesados, que fueron atendidos muy amablemente –“ante no era así”, aseguraron dos que ya había intentado, sin éxito alguno, apostatar años atrás– y esperaban en el hall de la Diócesis para hacer efectivo el trámite, el obispo Héctor Zordán iba de un lado a otro, haciendo sus tareas habituales y sin perder la sonrisa, a pesar de la inusual situación.

A nosotros no nos da bronca, nos da dolor. Dolor porque es gente que renuncia a vivir y profesar nuestra fe. Nosotros estamos contentos de ser creyentes, de seguir a Jesús, de vivir la vida cristiana. Y, lógicamente, estaríamos contentos que ellos también puedan vivir y encontrarle sentido a la vida desde la fe”, expresó el obispo que llegó a la ciudad en marzo del año pasado para reemplazar a Jorge Lozano.

“Pero así como el bautismo y la fe son actos libres, también debe serlo la renuncia, más allá de la pena que nos dé a nosotros”, agregó, dejando clara la posición del Obispado local al respecto.

Asimismo, sobre las diversas iniciativas que se multiplican a lo largo y ancho del país para salirse de los registros oficiales de la Iglesia Católica, el religioso consideró que “hay una propaganda muy fuerte”, de hecho “la convocatoria a la apostasía colectiva es una movida propagandística, porque el trámite se puede hacer individualmente tranquilamente”. Al tiempo que reconoció errores “hacia adentro” de la Iglesia: “no hemos cuidado del todo la fe de nuestra gente”, consideró.

Y, si bien reconoció que el Estado argentino financia ciertos gastos de la Iglesia Católica, esto “no es en función a la cantidad de fieles, en tanto, que apostaten o no, eso no incide en nada”.
Errores y aciertos
“Errores en la Iglesia hay, eso lo vemos nosotros también. Algunos nos apenan y nos dan vergüenza, y tenemos que pedir perdón por ello. Pero también la Iglesia tiene muchas cosas al servicio de la humanidad que tienen que ser valoradas.

La Iglesia se destacó por la atención a los pobres, a los enfermos, en la época en que no existía el Estado o no se ocupaba de situaciones como éstas. La que fundó hospitales, escuelas, hogares para ancianos y para niños fue la Iglesia”, remarcó el responsable de la Diócesis Gualeguaychú.

Y, en esta misma línea, destacó la atención “a más de 15 mil alumnos –entre primaria, secundaria y terciaria– en el sur entrerriano”, lo que “es un gran servicio a la sociedad y al Estado, ya que se está educando a muchos niños y jóvenes”.
Sana separación e inviabilidad económica
Sobre la campaña nacional para que el Estado y la Iglesia sean instituciones separadas, el Obispo de la ciudad aseguró que “lejos de enojarnos, estamos de acuerdo”, ya que “sería lo ideal”.

“Desde el Concilio Vaticano Segundo, de 1962 a 1965, la Iglesia viene poniendo sobre la mesa el tema de la no connivencia con el Estado. Porque una sana separación ayuda a la Iglesia a ser más libre, y a poder opinar libremente sobre las cuestiones sociales, políticas y de interés de la comunidad”, consideró el santafesino de 61 años.

Sin embargo, también sostuvo que “en este momento –tal separación– sería complicada para la Iglesia, porque la realidad es que nuestros fieles, con sus donaciones y demás, no llegan a cubrir las necesidades (económicas) para la evangelización, la asistencia social y otras acciones que realiza la Iglesia”.

Actualmente, el Estado Nacional dispone de $130 millones por año para el pago de los obispos. Y, según explicó el propio Zordán, la asignación para esta jerarquía eclesiástica es, en promedio, de alrededor de $42 mil; para los párrocos de frontera, cerca de $3 mil, y para los seminaristas teólogos, aproximadamente $2.500.

Yo te puedo decir en qué se gasta esa asignación en la Diócesis. Se dispone para gastos de movilidad, gastos de evangelización, en la atención de sacerdotes enfermos o ancianos. Son necesidades de funcionamiento o gastos corrientes”, explicó Zordán.
Fuente: El Día de Gualeguaychú

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