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Catalina de Gracia tenía cinco años cuando murió en Concepción del Uruguay, víctima -en apariencia- de una mala praxis. Se cumplirá este lunes el segundo aniversario, y los padres de la niña siguen sin encontrar respuestas en la Justicia, que a veces parece no querer esclarecer lo sucedido.

Los cinco médicos que vieron a Catalina y no lograron detectar qué le pasaba -el médico legista Gustavo Calivari y las médicas María Aparicio, Agustina Medina, María Eugenia Crespi y María Elisa Parcerisa- no fueron siquiera llamados a declarar. Siguen desempeñándose en sus funciones, normalmente. El director del hospital Urquiza, tampoco. Su nombre es Pablo Lomabrdi y es hermano de Fernando Javier Lombardi, jefe de los fiscales de Concepción del Uruguay. Las dos fiscales que tuvieron a su cargo el caso, Gabriela Seró y María Occhi, parecen estar más interesadas en dilatar el expediente que en resolver qué pasó. Se han llevado adelante pericias, pero en apariencia no han sido suficientes. Hay una ampliación del informe forense preliminar que fue pedido por la fiscal, pero que acorde a la querella presentó contradicciones, con lo cual pidieron un tercer informe. La fiscal se negó, la querella apeló y el caso llegó al juez de Garantías, Gustavo Ariel Díaz, que finalmente dictaminó que un tercer informe sea elaborado por forenses de la Corte Suprema de Justicia. Fue ante la oposición de los abogados de los médicos y de la propia fiscal Occhi.

Se peritó además el teléfono de la mamá de la nena, a raíz de conversaciones con su pediatra de cabecera, Cecilia Morel, que la propia médica negó en la Justicia, pero que finalmente fueron confirmadas. Por tal motivo es muy posible que la profesional sea denunciada pronto por falso testimonio.

A la par se revisaron las cámaras de seguridad del hospital, con resultados llamativos: de los cuatro días que fue Catalina, solamente están registrados dos. Los otros dos las cámaras, sin explicación aparente, no funcionaron. En el registro de ingreso, en cambio, figura en tres oportunidades. Sus padres aseguran que fueron cuatro días consecutivos.
Lo que sucedió
Acorde a lo denunciado por Florencia Caminos y Cristian De Gracia, padres de la víctima, Catalina comenzó a sentirse mal el martes 14 de noviembre de 2017. Tenía dolor de estómago y náuseas. Ellos, alertados, le tomaron la fiebre: 39 grados. En la guardia del hospital Urquiza una médica les indicó que la niña debía tomar ibuprofeno cada ocho horas, y regresar dos días después, con el objeto de realizar un control
El miércoles 15 de noviembre, al comprobar que no había una mejoría, Florencia y Cristian recurrieron a la pediatra de Catalina, que no estaba en la ciudad, y les indicó que la semana siguiente podría ver a la nena. Ese día a la tarde, nuevamente, fueron al hospital. La fiebre no bajaba y Catalina no comía. Otra médica la revisó y les indicó lo mismo que la anterior: ibuprofeno cada ocho horas.

Un día después Catalina presentaba 39.7 grados de fiebre. Una tercera profesional del nosocomio repitió el mismo diagnóstico que las primeras dos. En ese momento un médico la vio y, por el color de la niña, solicitó análisis en el laboratorio del hospital. Allí comprueban una altísima anemia. Ordenaron entonces un urocultivo, sedimentos de orina y una placa de tórax.

Ese mismo jueves Florencia y Cristian, desesperados, regresaron al hospital. La fiebre de Catalina no bajaba y una médica de la guardia le suministró entonces un inyectable. Al día siguiente, sin ninguna mejora, les informaron a los padres de la nena que había moco en los pulmones, registrados a través de la radiografía. Les indicaron un jarabe.

La noche del viernes el cuerpo de la niña comenzó a ponerse morado y frío. Fueron al hospital, pero la guardia estaba llena. Recurrieron entonces a la maternidad de la ciudad, donde una médica alertó rápidamente sobre la presencia de un virus. Al no tener internación allí, la profesional gestionó todo para que los padres de la nena pudieran ubicarla de urgencia en el hospital Urquiza.

Recién en ese momento en el nosocomio detectaron el grave cuadro de Catalina. Les dijeron a sus padres que se prepararan para trasladarla inmediatamente a Paraná y Concordia. Florencia y Cristian se fueron a su casa a preparar un bolso. Cuando regresaron al hospital ya era muy tarde: la nena había muerto de un paro por una pericarditis.
Fuente: Ahora

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