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Escuelas de adultos por las que circulan niños. O madres que por segunda vez abandonarán la secundaria.

Frente a este falso dilema, la Ley Provincial de Educación de Entre Ríos (N° 9890), sancionada en diciembre de 2008, ofrece en su Artículo 43° una tercera posibilidad: El Consejo General de Educación garantizará en escuelas secundarias de adultos el funcionamiento de jardines maternales con el propósito de asegurar la permanencia y egreso de los alumnos y alumnas.

“Hay un jardín maternal en Victoria, otro en Paraná y creo que un par más, que trabajan muy bien. Pero tendría que haber cien o al menos uno por cabecera de departamento”, dice a El Entre Ríos Víctor Hutt, rector de la Escuela Secundaria de Jóvenes y Adultos Nº 12 de Concepción del Uruguay y vocal suplente del CGE, convencido de que esta normativa está lejos de cumplirse en la mayoría de los establecimientos.

“En nuestra escuela tenemos 400 alumnos, 200 son mujeres y vemos 50 que abandonan por este motivo, y que en su momento ya dejaron el secundario por ser mamás. Este es el segundo abandono, por eso duele más”.

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“La pandemia permitió que las mamás puedan estudiar desde sus casas. Cuando volvimos a la escuela, hubo 30 madres que tuvieron que abandonar”, señala el docente que además forma parte de un grupo de investigación de UADER Humanidades sobre Educación Secundaria de Adultos.

Dice que desde el gobierno “no hay respuestas concretas. Lo más formal que nos han dicho es que al no haber Ley de Cargos no se pueden crear nuevos cargos. Esa es una decisión presupuestaria, política. La mayoría tenemos el espacio físico, pero nos faltarían más o menos dos cargos por escuela”.

Con este panorama, se esfuma el sueño de muchos estudiantes (en su mayoría mujeres) que no tienen con quién dejar a sus hijos, ni la posibilidad económica de pagar una niñera.
Sin embargo, los actores involucrados en el tema ofrecen batalla. En las actividades llevadas a cabo el 8M en Concepción del Uruguay, el reclamo se hizo visible.
Lo mismo sucederá este jueves en el concejo deliberante de esa ciudad, donde desde la Banca del Pueblo solicitarán a los ediles que se pronuncien a favor del cumplimiento de este punto de la ley.

-En estos tiempos, también muchos hombres deben necesitar de este servicio, por estar solos a cargo de sus hijos o porque quizá en ese horario la mamá está trabajando.

-Sí, hay muchísimos. Nosotros apuntamos a las mamás porque son la mayoría, pero también hay papás. Hay parejas que se turnan; cuando termina de estudiar uno empieza el otro.

También tenemos mujeres de 40 o 45 años que empiezan la escuela y dicen ‘vengo porque mis chicos se hicieron grandes’. O sea que estuvieron 20 años sin poder estudiar. Uno se alegra, pero ellas sufrieron 20 años por no poder hacerlo.

El incumplimiento de esta ley se termina transformando en discriminación, especialmente para las mujeres que abandonaron la escuela por la maternidad, muchas veces no deseada. Van a enfrentar el mundo con una criatura y entienden que necesitan el secundario, por eso vuelven a la escuela de adultos. Y las volvemos a expulsar. Duele, porque es la segunda expulsión del sistema educativo.

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-Vi la foto de un docente con una beba en brazos, para que una mamá de mellizos pueda hacer la tarea. Hay mujeres que no se dan por vencidas y ustedes están ahí para apoyarlas ¿Cómo lo están solucionando?

-Desde hace muchos años nos hacemos cargo nosotros. En nuestra escuela, por estos días deambulan 50 chicos; el menor tiene 15 días, están los mellizos de 3 meses y después niños de todas las edades, más o menos hasta los 10 años. Y no está bien. Comparten los baños con adultos y están descuidados porque no hay personal.

En las escuelas de adultos las puertas permanecen abiertas y tenemos que estar mirando que no salgan a la calle. Ahí están los derechos de las madres, pero también los del niño. Un juez de menores debería ir a ver cómo están, cuatro horas de noche perdiendo el tiempo, además de correr todos los riesgos posibles, que también los corremos nosotros como directivos.

Hemos tenido casos de padres que concurrían con dos hijos: el bebé y la hermanita de 11 o 12 años que permanecía toda la noche en la escuela cuidándolo. Un año premiamos a las hermanitas cuidadoras, nenas que se hacían cargo de los más chiquitos.

Hay profesores a quienes aplaudo por su dedicación, pero tienen que resignar su actividad educativa. Algunos llevan actividades para sus alumnos y para los niños.

Los mismos compañeros de las mamás tienen que estar interrumpiendo la clase por problemas con los niños.

Para esa mamá, ese nene termina siendo un obstáculo, pero estudia porque entiende que le quiere dar un futuro mejor a sus hijos.

También tenemos mamás muy chicas que no saben ser mamás. Cada tanto hacemos charlas con ellas. Les decimos que en la escuela a los chicos no se los toca, porque vemos que los castigan. No les llevan juguetes y están cuatro horas aburridos. Tenemos que dar clases de maternidad también.

Y nosotros tenemos una escuela donde bancamos a los chicos; otras dicen ‘chicos acá no’ y es lo que se debería, porque no estamos preparados para tenerlos. Si cumplo con mi obligación lo tendría que prohibir, pero sería echar al chico y a la mamá.

Los que redactaron la ley en 2008, en ese Art. 43 demostraron grandeza en lo que era necesario. Ahora falta que se cumpla.
Fuente: El Entre Ríos

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