“Esta historia que nació en Roma, con una imagen que bendijo el Santo Padre y nosotros llevamos a Malvinas, termina con este jaleo, que me hace ver que hay mucha gente para la que Malvinas es una historia que ya pasó. Fue una anécdota que sirvió, porque movió algo que para mí está quieto”.
Propone hablar de Malvinas, concretamente sobre “qué podemos hacer hoy”. Reconoce que el tema “da para un libro”, pero sintetiza su pensamiento en algunas líneas.
“Estamos regalando un pedazo de la Pampa Azul, esa inmensidad de océano que nos corresponde. De ahora en más lo importante es reflexionar sobre cómo podemos meter en la cabeza de los argentinos que ese reclamo debe seguir”.
“¿Las Malvinas son argentinas? Sin dudas ¿Están en nuestras manos? No. Entonces, ¿qué hacemos para que estén cada día más cerca de la Argentina? Empecemos a defender lo que es nuestro”.
Opina que para recuperarlas, el gobierno “debe hacer lo mismo que en todos los aspectos de la vida: educar. Tenemos un problema gravísimo de educación. Me sorprende el estado de desinformación”.
“Hay que trabajar mucho y cambiar la manera de pensar de la gente. No puede ser que no exista la Justicia; sin justicia no hay seguridad jurídica y nadie va a invertir acá ¿Cómo puede ser que la Justicia diga algo y determinado estamento del gobierno no lo acepta? Tenemos tres poderes y son independientes”.
Por otra parte, define al encuentro con el Papa como “una experiencia única y maravillosa”, a la que llegó “en una situación personal muy particular”.
“Francisco es el político argentino más grande de todos los tiempos. Lo siguen y lo leen 1.200 millones de personas, por eso lo quieren, a excepción de acá”. Y recuerda la frase “Nadie es profeta en su Tierra”.
