Paredes destrozadas, ventanas sin vidrios o atadas con alambre, conexiones eléctricas a la mano de cualquiera, techos a punto de caerse y pisos que tiemblan al paso de los alumnos, conforman la preocupante postal de la escuela.
“No nos preocupa la estética. Más allá de las manchas de humedad y los techos rotos, nos preocupa la seguridad de los alumnos y de los propios profesores”, expresaron los jóvenes que conforman el centro. Y, aunque no pudieron estar presentes porque estaban dando clases, remarcaron el fuerte acompañamiento de buena parte de los docentes de la institución, particularmente de los profesores de los talleres. “Son técnicos, como nosotros, que han venido a la escuela y sienten lo mismo que sentimos nosotros”, contaron, exhibiendo ese particular sentimiento de pertenencia de quienes han pasado por la institución.
“El colegio recibe para arreglos menores 120 mil pesos por año, en dos cuotas, pero no nos alcanza para nada”, reclamaron quienes pasan “más tiempo en la escuela que en nuestras casas”.
El edificio y las gestiones en Paraná
Las paredes del viejo edificio tienen aproximadamente 150 años. La estructura funcionó, en principio, como un hospital, luego fue un internado, para reconvertirse finalmente en institución educativa. El año que viene la antigua ENET (sigla de cuando era nacional) cumplirá cien años de vida, pero el edificio de la calle 9 de Julio es mucho más antiguo aun, y más allá de acondicionamientos y algunos parches, nunca fue restaurado en profundidad.Días atrás fueron los propios responsables del Centro de Estudiantes quienes viajaron, junto a profesores de la institución, a la Dirección de Arquitectura de Entre Ríos, ubicada en Paraná, para conocer el estado de un viejo proyecto que apuntaba a restaurar el edificio.
El lunes, a partir de las 11.30, protagonizarán, junto a docentes, ordenanzas y ex alumnos, un abrazo simbólico a la institución. De la mano, rodearán toda la manzana que ocupa la escuela.
