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Federico Paoloni dirige el molino arrocero que armó su padre y que industrializa el cereal que ellos mismos producen en San Salvador, Entre Ríos. Además se esfuerza por su formación y participación gremial en una actividad que demanda mucho tiempo y que define como “24/7”.
De exportación
Tiene sólo 27 años y ya lleva 4 al frente de la empresa junto con su hermano. El licenciado en economía dice que no le fue fácil, siendo tan joven, tomar decisiones para que empresa camine bien. La presión es grande teniendo en cuenta que en sus manos está el futuro de las 50 personas que forman parte del equipo de empleados.

Pero se nota que la formación familiar y universitaria fueron de las buenas y que la cosas marchan bien, a pesar de los problemas que tiene el sector y la economía argentina.

“Tenemos una empresa agroindustrial en la que hacemos principalmente arroz y por rotación soja, maíz, trigo y girasol. También recría vacuna sobre pasturas y tenemos un molino arrocero del que estoy a cargo desde hace 4 años. El 95% de lo que producimos lo exportamos”, comentó el joven empresario.

Federico contó que tienen clientes en Chile y negocios de oportunidad en Asia, África, Medio Oriente y Centro América.
Formación y comercialización
La responsabilidad actual es grande, pero este joven contó con tres escuelas: la educación familiar, la universidad y los primeros años al frente de la empresa, donde fue asesorado por sus padres. “Me ayuda la familia y un equipo de 50 personas, estamos muy orgullosos de lo que hacemos”, sostuvo.

Paoloni se refirió además a la comercialización de la producción, una de sus especialidades ya que la cuestión financiera de la empresa es su mayor responsabilidad. “Hay productores que prefieren tener el grano en el campo o acopio y esperar para ponerle precio, pero el uso de herramientas financieras da más resguardo y posibilidades”, indicó.

“Uno entiende que el laburo nuestro no escapa de la situación del país, la reserva del valor son los granos, ya que dada la historia lo más fácil es sentarse arriba de la cosecha para seguir sembrando. Eso llevó a que los agricultores se alejen de instrumentos financieros, muy útiles para cubrirse o tomar ganancias y mitigar riesgos para seguir trabajando”, añadió Paoloni.

Claramente Federico sabe que allí hay una herramienta buena y necesaria en una economía donde lo financiero es cada vez más complejo, tiene más peso y se vuelva un aspecto más que necesario para el funcionamiento de las empresas, debido a la alta inflación e inestabilidad cambiaria.

Paoloni dijo, en este sentido, que “no hay que tener miedo a asesorarse y ser ayudado por un bróker para vender mejor lo que se produce. Hay muchos paquetes de acciones para cubrirse de eventos que te pueden dejar mal parado u obtener mejores beneficios. Lo peor es no preguntar por vergüenza o ignorancia”, reflexionó.
En la dirigencia rural
Además de ser un muy joven empresario Federico se guarda un espacio para formarse como dirigente rural. “Estoy en el ateneo nacional de la Sociedad Rural Argentina (SRA), soy director del distrito 7 del ateneo por Entre Ríos y delegado ante mayores por la provincia”.

El gremialismo lo entusiasma. En ese camino se encontró con otros jóvenes que cómo él, creen que un futuro mejor es posible y que es necesario meterse en estas cuestiones. “Hay mucha gente con ganas de involucrarse y sumar. Yo me metí por mi amigo Manuel Etchevehere y me entusiasmé mucho al ver cómo están capacitados. Ese es el objetivo, capacitarse para defender los intereses del sector”, indicó.

En el ateneo de la SRA “se hace un trabajo hermoso, somos más de 300 chicos con actividades de capacitación, reuniones técnicas y contactos con otros sectores como la UIA. La idea es poder darles herramientas para defender al sector que se representa”, indicó.

Federico es optimista y quiere cambiar la realidad el sector y del país, sabe que hay otras opciones, y no cree que la sociedad se merezca seguir en esta profunda crisis que no es sólo económica.

“Buscamos fomentar el federalismo y el arraigo para que se desarrollen en sus localidades. San Salvador es un ejemplo clave de una economía regional, ya que tenemos producción agropecuaria y molinos arroceros, y es un pueblo en el que se vive muy bien. No hay mucha ciencia, hay que dejar que los pueblos produzcan y se dediquen a lo que son buenos y desde ahí se va a generar riqueza en el interior”.

Paoloni está convencido de otra cosa: “No es lo mismo producir, que no hacerlo, hay mucho potencial, pero hay que generar federalismo, dejar que la gente trabaje y produzca y en poco tiempo este sería otro país”.
Fuente: Bichos de Campo.

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