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Ubajay es el pueblo más cercano al Parque Nacional El Palmar. Está rodeado de árboles, la mayoría implantados por productores de la zona, en una cadena industrial compleja que incluye a distintos aserraderos locales. En un recorrido por el pueblo de 3.500 habitantes, parte del Departamento Colón y con margen en el río Uruguay, todo parece calmo y hasta lento. Sin embargo, la palabra clave en la zona es el antónimo: rapidez.

"Perdés minutos y perdés todo", dice Mariano Onaynti, un vecino del lugar. Hace referencia a los incendios que se multiplican en especial en el verano y que en el 99% de los casos tienen origen en el accionar del hombre, ya sea intencional o accidentalmente. Mariano es parte de un frente de tres patas: bomberos, empresas y vecinos. Todos colaboran para combatir el fuego y, en la lógica de la velocidad, lo central es llegar pronto al lugar. Para eso, usan sus propias camionetas, que cargan con equipos de primera respuesta o fire chief, con bombas de 600 litros de agua para dar una intervención temprana y coordinar el operativo a la espera de refuerzos, si fueran necesarios.

Así, ante la advertencia de las torres de vigilancia, se canalizan las comunicaciones por radio y las primeras en partir son las Toyota Hilux de los vecinos más cercanos, por un camino que de noche puede ser complicado, con arena, ramas, ripio y en una oscuridad casi total. "La camioneta tiene que ser confiable, con buena altura, que pueda operar en condiciones de alta temperatura y humo, que no sea tan ancha para poder ingresar entre las hileras de árboles. A veces, están 48 horas encendidas sin pausa", agrega Mariano, que administra el complejo de cabañas Mirador del Palmar, frente al parque nacional.
Herencia directa
"Me crié viendo a mi viejo salir disparando ante una llamado, poniéndose el equipo para ir a un incendio". Lo cuenta Rodrigo Niz, del aserradero Ubajay. Su papá Atilio es un empleado histórico de la empresa. Y él se especializó: es técnico superior forestal y su principal función es analizar el suelo y trabajar en las plantaciones. Con la Hilux recorre los campos de la maderera para monitorear los montes y que todo marche según lo previsto. Pero, como una herencia, el fuego lo llama: es otro de los encargados de la intervención temprana, en este caso en representación del sector privado. "Se llega y se evalúa qué hacer. No es cuestión de desperdiciar recursos. El viento es un factor clave, lo mismo que la cantidad de focos", aclara Rodrigo. Ha visto toda clase de incendios y la estrategia inicial para extinguirlo es central: si usar un contrafuego quemando superficies hacia donde avanzan las llamas iniciales o cómo prepararse con mangueras, autobombas y hasta un avión hidrante de la provincia.

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Rodrigo también menciona la importancia de la prevención, no solo con información, sino también con trabajos de limpieza en los montes. Las hojas que caen y se secan, las ramas esparcidas en los caminos son propicias para que el fuego se propague. Y es responsabilidad de las empresas invertir en ese cuidado.

El triángulo de actores tiene vértice en el cuartel de bomberos de Ubajay. El jefe allí es Nazareno Aguiar. "Cuando tenemos un incidente y recibimos el llamado se convoca a todos. Primero se responde con las camionetas para un ataque rápido y en el cuartel de bomberos tenemos dos Hilux", menciona Nazareno, a cargo de 21 bomberos. "Si hiciera falta, se convoca a otros cuarteles", agrega y recuerda uno de los últimos incendios, con 26 focos intencionales, difíciles de atacar. Un fin de semana entero duró la lucha para apagar el fuego.
Trabajo en equipo
Francisco Ramírez es cuartelero en Ubajay y suele manejar la Toyota Hilux oficial para esa primera intervención. Explica que los incendios son por culpa del hombre en la gran mayoría de los casos. Accidentales: escape de los vehículos, colillas de cigarrillo, un fuego mal apagado. Intencionales: exempleados furiosos con el patrón, cazadores furtivos que en la huída hacen desviar la atención. "La causa natural más habitual es un rayo en una tormenta eléctrica. A veces cae el rayo pero no el agua, o el agua cae en otro lado", dice Francisco apoyado en su camioneta.

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"La clave es el trabajo en equipo", explica Mariano, quien hace 15 años cuando vivía en Buenos Aires capacitaba bomberos para una empresa que vendía equipamiento contra incendios. El jefe del cuartel de bomberos, Nazareno, añade que la indumentaria es clave para proteger a las personas. Rodrigo, del aserradero, elogia a los vecinos que aportan agua. "Y se crea una zona de seguridad para que nadie salga lastimado", afirma. Para los bomberos también fue importante la conciencia de los últimos años y que más vecinos se vayan sumando tanto a la prevención como a las acciones de combate. En este sentido, Mariano recuerda que cuando llegó a Entre Ríos había cuatro camionetas con equipo de ataque rápido y hoy llegan a 25 con más y mejores herramientas.

Desde ahora y hasta febrero estarán en alerta, ya que es el período en el que las condiciones del clima favorecen al enemigo. El fuego, al acecho. Las Hilux, listas para salir cargadas de agua.
Fuente: La Nación

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