Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La ropa en baúles, algunas gallinas en jaulas y unas ollas de hierro con patas para ser usadas sobre el fuego encendido en huecos cavados en la tierra. Todo eso fue parte del equipaje de unas pocas familias que, en el año 1900, con sus caballos listos y con gran fuerza de voluntad, recorrieron en carros de campo más de 250 kilómetros en la provincia de Entre Ríos, para ir de una de las aldeas de inmigrantes alemanes del Volga a poblar otra, que estaba entonces en formación por iniciativa de un sacerdote.

Más de un siglo después, poco más de veinte personas (de entre 40 y más de 60 años) prepararon seis carros, se pusieron ropa de época, cargaron el mismo tipo de equipaje "de los abuelos", incluidos animales de granja, e hicieron la travesía en sentido contrario: en una semana, recorrieron kilómetros y kilómetros por caminos entrerrianos para ir de Aldea Santa Anita, en el departamento Uruguay, a Aldea Santa María, a unos 60 kilómetros de la ciudad de Paraná, resalta la periodista Silvia Stang, para el diario La Nación.

"El museo es una construcción típica de alemanes del Volga y muestra cómo era cada habitación y cómo era el estilo de vida. Las ventanas son chicas y no hay puertas, sino que hay que entrar al patio para llegar a la casa; así construían en Rusia para protegerse de las invasiones de las tribus nómades", contó José Luis Sack, presidente de la asociación civil a cargo de la iniciativa e hijo de Pedro, un maestro del pueblo fallecido en 2007 de quien el museo lleva el nombre y que fue un hombre inquieto por lograr la conservación de las tradiciones.

Los viajeros en carros de esta primavera de 2018 acamparon en diferentes lugares durante la travesía, cocinaron su comida, lavaron sus platos, se bañaron en arroyos y acondicionaron los carros, sin dejar de reservar un tiempo para cantar canciones típicas alemanas, jugar a la sortija y recibir la visita de vecinos de cada lugar. "Nos tocaron todos los climas: tuvimos lluvia, tormenta, frío y calor; hicimos los mismos caminos y cruzamos los mismos arroyos que nuestros abuelos en aquellos tiempos, tratando de sentir en nuestros cuerpos, seguramente de manera muy minimizada, lo que sintieron ellos en el año 1900, cuando colaboraron con el padre Enrique Becher en la fundación de la Aldea Santa Anita; por eso decimos que Santa María es cofundadora", relató Sack.

Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imágen

Agrandar imagen
Aldea Santa María es una comunidad entrerriana fundada en 1887, hoy con 250 habitantes en la parte urbana y otros 250 en los campos, con una traza de tres calles que corren de norte a sur a lo largo de tan solo ocho cuadras. Sus fundadores fueron parte de la inmigración de alemanes del Volga, familias que habían salido de Alemania hacia mediados del siglo XVIII para instalarse a orillas del Volga, a instancias de las normativas dispuestas por la emperatriz rusa Catalina la Grande.

Avanzado ya el siglo XIX, aquella región había crecido fuertemente en demografía de la mano de extranjeros y las migraciones hacia tierras americanas comenzaron cuando se fueron quitando las facilidades que se les habían dado a quienes provenían de Alemania. Desde allí llegaron a la Argentina familias con apellidos como Dittler, Gotte, Schoenfeld, Wemer, Herlein, Hergenreder, Stang, Jacob, Kühn y Rausch.

Para levantar la casa que desde ayer es resguardo de recuerdos y costumbres, se puso la piedra fundamental en 2013. Y entonces se dejó en cada esquina de la construcción una medalla con la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, patrona del pueblo.
Fuente: La Nación - Silvia Stang

Enviá tu comentario