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La vieja política que apuntaba toda su estrategia a la TV estalló en mil pedazos con la llegada de Internet y la digitalización de los procesos de comunicación. Con la emergencia y consolidación de las Redes Sociales como nuevo escenario de la discusión pública, la batalla por la visibilidad y el control de la opinión pública se trasladó a Facebook, Twitter y, más recientemente, Instagram.

Pero, ¿con qué reglas se juega en este nuevo entorno? ¿quién gana la batalla: los más fuertes, los mejores argumentos, las ideas más ingeniosas? Echemos una mirada al submundo de los trolls.
De trolls y política
Desde que la información se volvió excesiva, la disputa en el escenario público consiste en batallar por la visibilidad: lograr que el mensaje propio sea visto por mayor cantidad de usuarios, por encima de otras ideas o mensajes. ¿Y cómo se hace para lograr eso? Contratando un ejército de trolls, una tropa tuitera que intervenga en las redes sociales de manera deliberada para favorecer a unos y perjudicar a otros.

¿Cómo funciona este grupo? Hay diversas maneras: el kirchnerismo bajo el mando del apasionado tuitero Aníbal Fernández creó el primer batallón “paraoficial” de tuiteros que se encargaban de crear perfiles falsos, idear y ejecutar campañas de desprestigio a opositores y realzar las figuras del oficialismo en tiempos de Cristina. El entonces Jefe de Gabinete inauguró una sede oficial con un piso completo especialmente preparado para poner en marcha la nostálgica “patria tuitera”, una usina de propaganda del Cristinismo que, ahora, explota el macrismo bajo el comando del nuevo jefe, Marcos Peña.

La dinámica incluye trabajo humano a través de cuentas falsas administradas por jóvenes de carne y hueso que cumplen tareas en sus casas (home-office) o asisten a estos centros tecnológicos desde los que emiten miles de mensajes diarios para incidir en el clima de opinión del momento. A esto también se suma el trabajo automatizado de los denominados “bots” (como se abrevia a los robots) que tuitean de forma automática a través de algoritmos y acciones programadas con las que inundan las redes.
¿Cuánto cuestan los trolls?
Esta acción combinada de "ejércitos" de trolls y bots implican una fuerte inversión: el segmento “en blanco” está constituido generalmente por estudiantes que son contratados para cumplir tareas de Community Managers y los dispositivos tecnológicos y herramientas que se contratan para ejercer la estrategia. Quienes hoy están bajo la coordinación del Jefe de Gabinete, Marcos Peña, son entre cuarenta y sesenta jóvenes que están a cargo de coordinar el manejo de las cuentas de la Casa Rosada, del propio Macri y las campañas de políticas públicas. La tropa está comandada por Guillermo Riera, ex de La Nación, instalado en la Casa Rosada y con un pie en el edificio Somisa que impulsa la fuerte presencia del macrismo en las Redes Sociales. Hasta mediados de 2016 el Presupuesto oficial asignado era de unos 160 millones de pesos. La mitad prácticamente para contratar publicidad en las Redes Sociales y la otra mitad (unos $80 millones) para contratar personal y servicios de tecnología.

Pero a estas cifras siderales hay que agregarle el costado “oculto” del proceso de la ciberpolítica: la contratación de cuentas falsas que se compran como en un supermercado. “Deme diez mil cuentas” puede decir uno, y pagar por ello apenas unos U$S 90. Un ex troll de identidad reservada le dijo hace poco al diario Perfil que “Lo que hacíamos era comprar paquetes de cuentas. Las vendía un ruso, y venían de dos maneras: un paquete básico con perfiles vacíos o paquetes más caros con cuentas con contenido incluido que daba la impresión de una cuenta real para que Twitter no las bloquee.” En estas horas comienza a circular un informe que evidencia que fondos públicos para la tarea de los trolls asciende a más de $200 millones en Argentina.

Estas prácticas fueron confirmadas por un estudio de la Universidad de Oxford. El documento titulado “Troops, Trolls and Troublemakers: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation”, asegura que Gobiernos de todo el mundo, incluido el argentino, están reclutando tropas digitales que operan en Facebook y Twitter para influir en la opinión pública, difundir noticias falsas, desviar la atención en temas que los afectan, acallar críticas y perseguir opositores.
Cómo detectar las noticias falsas
De este modo, mientras los “monitos” (así se los conoce a los jóvenes que cumplen con las tareas operativas de poner a circular los mensajes en decenas de cuentas de Redes Sociales) tuitean los mensajes prediseñados, también los bots refuerzan las acciones multiplicando los mensajes por centenares de cuentas “truchas” destinadas a crear confusión en la escena pública.
Por eso, esta semana el equipo entrerriano de Datos Concepción, junto a varios aliados, lleva el evento para combatir las noticias falsas a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (www.fakenews.com.ar/caba) . El encuentro será este sábado 12 de mayo con inscripción gratuita donde se espera conocer cómo funcionan los mecanismos de Inteligencia Artificial (AI) que publican contenidos en Redes Sociales, qué aportes puede hacer el periodismo de la mano de la tecnología para prevenir a los usuarios ante Noticias Falsas, y qué desafíos representa para la política tomar decisiones en estos nuevos entornos contaminados, donde la verdad y la mentira se entrecruzan a tal velocidad que cada vez es más complejo distinguirlas. La iniciativa pretende ser trasladada a varias ciudades de Entre Rïos, y se integra al “Proyecto Fake News” en el que un equipo de investigadores buscamos generar evidencias de estas prácticas y ensayar antídotos para detectar y combatir la difusión de noticias falsas.
¿Qué diferencia hay entre un troll y un bot?
Troll: cuenta de una red social que puede tener o no una identidad real que la respalde. En general se usan para agredir, pero también para instalar trending topic. Una sola persona puede manejar entre 10 y 20 cuentas. Según la atención que le preste a cada una (calidad de los mensajes) puede lograr tener un perfil más creíble. Mientras más verosímil es, mejor posicionados estarán sus mensajes.

Bot: son cuentas poco elaboradas que se manejan automáticamente con un software. Una persona, con un programa adecuado, puede manejar miles de cuentas de bots. Sirven para instalar temas en la lista de tendencias de la red social o para aumentar la cantidad de seguidores de un usuario. Son más fáciles de detectar que los trolls porque sus perfiles son básicos y reproducen mensajes en masa, al mismo tiempo.

Fuente: Brenda Struminger, La Nación

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