Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Crédito: Vanesa Erbes.
Crédito: Vanesa Erbes.
Crédito: Vanesa Erbes.
María y Alicia debieron inyectarse heparina cada día durante el embarazo y lograron ser madres. Solidarias, hoy quieren ayudar a sus pares
El viernes Santino cumplió 3 años. Desde que nació, el pequeño trajo suma alegría a su familia tras un extenso camino de desazón y tristeza: María Carrere, su mamá, había perdido antes cuatro embarazos, y también la esperanza de ser madre.

Los médicos que la atendían no le daban demasiadas explicaciones, y tampoco las tenían. Ninguno consideró la posibilidad de que María padeciera trombofilia, un trastorno que genera grandes probabilidades de tener coágulos sanguíneos anormales y provocar muerte fetal, pérdidas gestacionales en el segundo y tercer trimestre, retrasos de crecimiento intrauterino, fetos con bajo peso o abortos recurrentes.

Recién cuando una vecina suya le sugirió consultar a un especialista en Rosario pudo acceder a un diagnóstico certero, y por ende a un tratamiento que le posibilitara llevar adelante un embarazo a término. Para lograrlo, tuvo que aplicarse diariamente en su panza una inyección de heparina, el medicamento anticoagulante que suele indicarse en estos casos.

"La pérdida de un hijo durante el embarazo es muy dolorosa, porque se te va una parte de vos en esto. Por eso estoy muy agradecida con Celeste, mi vecina, que me dio el aliento que necesitaba", señaló María, quien hoy quiere ayudar a otras mujeres a las que les toca atravesar una situación como la que ella ya pasó.

Conmovida, contó que la médica que la atendió en Rosario enseguida le indicó hacerse el análisis específico que detecta la trombofilia. Como es muy costoso, muchas veces los doctores se lo prescriben a sus pacientes recién cuando pierden al menos tres embarazos, sin considerar el dolor que provoca la pérdida de un hijo. Tampoco suelen indagar si hay antecedentes en la familia de este trastorno, una pregunta simple que podría ahorrar grandes penurias. "Cuando fui a Rosario, la doctora que me atendió me dijo que si hubiese ido antes estaría con mi bebé en los brazos, y fue muy fuerte", recordó María, en referencia al momento que le cambió la vida para siempre, gracias a que a partir de esa consulta llegó su oportunidad de convertirse en madre.

Ese estudio demoró 15 días en llegar y entonces le costó 4.500 pesos. En aquel tiempo trabajaba en casas de familias y reunió el dinero para pagarlo. El problema que surgió después es que no tenía una obra social que se hiciera cargo del tratamiento durante los nueve meses de embarazo, y en los hospitales era difícil conseguir el medicamento, que no podía faltarle ningún día para no poner en riesgo la vida del bebé que estaba gestando. "En el hospital San Martín me dieron algunas cajas con el medicamento que precisaba, pero no llegaban a cubrir la cantidad que necesitaba. Fue cuando compartí mi historia en el grupo de Facebook Trombofilia y Embarazo, y muchas personas solidarias me ayudaron. La verdad es que me siento bendecida, porque desde diferentes provincias me mandaron la medicación que precisaba para que hoy tenga a mi hijo en brazos", destacó, y rememoró que fueron 350 inyecciones las que se puso en la panza.

Aquellos días le llegaban además desde todos los rincones de la Argentina cálidas palabras de aliento que hoy la siguen emocionando. "Por eso quiero decirles a todas las mujeres que esperan su milagro de amor, que luchen, que entre todos lo vamos a poder lograr, que se puede", dijo, y resaltó: "Necesitamos una ley de trombofilia, por menos sufrimientos y más bebes en brazos".
Mujeres solidarias
Hace un tiempo María conoció a Alicia Ramírez, mamá de Ramiro, de 2 años y medio. Ella también había atravesado una situación similar y las unió un férreo espíritu solidario, que las impulsó a acompañar a otras mujeres con trombofilia, y difundir de qué se trata este trastorno, para que el diagnóstico precoz sea posible. "Antes de que naciera Ramiro tuve dos pérdidas, una en la semana cinco y otra en la siete. Entonces cambié de ginecólogo y me mandó a hacerme el análisis que detectó que tengo trombofilia", comentó.

Con una inyección diaria y controles regulares, logró llevar adelante su embarazo, y refirió: "Ahora me pongo a pensar y en ese momento no tuve miedo de ponerme una inyección cada día". Alicia aclaró que en cada mujer con trombofilia es distinta la dosis que se necesita, y que incluso a algunas les recetan solo aspirinetas.

La heparina es una medicación cara y, según contó, las 10 dosis actualmente cuestan entre 10.000 y 15.000 pesos. Por mes se necesitan unas 30, y si bien hay obras sociales que las cubren, demoran en entregarlas. "Me desesperaba cuando me faltaba la medicación", sostuvo, y destacó que en los casos en que tuvo que pagarla su prestadora de salud se las reintegraba. A su vez, reflexionó: "Yo pude tener el medicamento todos los días. Hay otras chicas que no, porque la realidad es que en los hospitales la medicación no está y a quienes no tienen obra social se les complica".

Para que eso no siga ocurriendo, con María reciben donaciones de heparina, que luego les entregan a las mamás que necesitan. "Queremos pedirle a quien pueda donarnos heparina, que no espere a que esté próxima a su fecha de vencimiento", señaló.

También están dispuestas a acompañar a quienes padecen trombofilia y están transitando un embarazo, o a aquellas mujeres que quieren ser madres y sufrieron previamente una pérdida posiblemente por esta causa. "Por ahí hay mucha gente que no sabe qué hacer, y estamos para quien quiera hacernos consultas. La idea es poder dar una mano, informar y ayudar a quienes atraviesan una situación en la que nosotras ya estuvimos".

Quien quiera contactarse, puede comunicarse con María, llamando al teléfono (0343) 4269376; o con Alicia, a través del celular 154705735.
Fuente: Uno Entre Ríos

Enviá tu comentario