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Entre las propuestas de la Escuela Municipal de Oficios de la ciudad de San José está el curso de Auxiliar en Construcción Tradicional. Lo curioso de esta propuesta es que, en un rubro tradicionalmente masculino, las mujeres plantaron bandera y representan el 60% de la matrícula.

Se trata de una capacitación laboral gratuita con certificación oficial a nivel nacional, extendida por el Consejo General de Educación de la provincia, con el aval del Instituto Nacional de Educación Técnica. En tanto el costo operativo es absorbido por la Municipalidad de San José.

Inició en marzo y finalizará en diciembre, y el único requisito de asistencia es tener domicilio en la propia ciudad.
“Las tres primeras inscriptas fueron mujeres”
“Los alumnos aprenden todo lo relacionado a la obra, exceptuando el diseño. Básicamente es leer e interpretar planos y llevarlos a cabo, o sea, la construcción completa”, cuenta a El Entre Ríos el docente a cargo, Daniel Iglesias.

“Cuando comenzamos con el armado del curso, dije que una de mis expectativas era incorporar mujeres, porque en mis años de obra no tuve esa experiencia”.

De todas formas, “la convocatoria fue general pero, para mi sorpresa, las tres primeras personas inscriptas fueron mujeres”.

“Empezaron 14 alumnos y ahora son 9. Como es habitual, un porcentaje deja por diferentes razones; en este caso todos los que abandonaron son hombres, las cinco mujeres que empezaron continuaron firmes y lo van a finalizar, porque están súper entusiasmadas”, asegura el profesor.

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Consultado por las posibles limitaciones del género en el rubro de la construcción, Daniel señala: “Por genética el hombre tiene más fuerza. Una bolsa de cemento pesa 50 kilos y no es fácil de trasladar para mí que mido 1,90 y peso 90 kilos. Cuando uno hace cimientos hay que cavar con pala hasta un metro y medio, a mí me cuesta muchísimo; pero hay gente que se dedica a hacer eso, así que yo les digo que no se hagan problema. Siempre trabaja un oficial con un ayudante, así que pueden contratar a alguien”.

Entre las ventajas, “las mujeres son más detallistas, no tienen miedo a preguntar, aprenden de sus equivocaciones y no le tienen miedo a nada”.
“No hay impedimentos”
Entre las que se animaron a la albañilería están Natalia Álvarez (34) y Andrea Cettour (40). Ambas tienen el objetivo de construir sus propias viviendas.

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“Me anoté porque son gratuitos y útiles, y además para empezar a hacer mi casa. Está todo muy caro y si compro materiales no puedo pagarle al albañil. Tengo dos hijos y estoy sola con ellos, así que esto me permite tener idea si necesito hacer algún arreglo en mi casa”, dice Natalia.

En lo que va del curso, “aprendimos a hacer mezclas y a levantar paredes. Vamos a levantar el paredón de una escuela, con materiales que nos da el municipio”.

Por su parte, Andrea comenta: “Me compré una casita hace cuatro años y tengo muchas cosas por terminar. Vi la oportunidad y me anoté”.

“Yo no entendía nada del tema, pero la verdad que me apasiona. Cada cosa que explica el profesor presto mucha atención, pregunto todas las dudas”.

Respecto a la posibilidad de que la albañilería se convierta en una salida laboral, dice: “Tengo trabajo, pero no lo descarto. Si tuviera la oportunidad, ¿por qué no?”.

Para ella, no hay impedimentos: “El profesor nos enseña técnicas para cargar bolsas o baldes pesados. Entonces no nos imposibilita la tarea. Todo tiene su vuelta, si uno se lo propone lo va a conseguir”.

“Me gustaría Carpintería, Plomería y Electricidad”, comenta entusiasmada ante la pregunta de si tiene pensado continuar capacitándose en el rubro de la Construcción.
Fuente: El Entre Ríos

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