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“Un valor extraviado que podemos recuperar”, así de sencillo explica Jorge Benítez, dirigente del Grupo Scout Colón, la idea de que el 5 de septiembre sea considerado como el Día de los Scout, y por lo tanto el Día de las Buenas Acciones. “Son acciones diarias que a mí me salen naturalmente, porque las aprendí de chico, pero han caído en desuso y las queremos reflotar”.

Por eso, desde el sábado han puesto manos a la obra a través de una iniciativa propia. “El trabajo consta de hacer una buena acción todos los días. Hicimos una tarjeta con el lema Mi mejor recompensa de servir es sentirme gratificado y la imagen de Baden Powel, creador del Movimiento Scout, y del otro lado los días de la semana con un espacio para que quienes reciben buenas acciones dejen su firma”, dice el dirigente y explica que “una buena acción puede tener muchas formas; no hace falta programar nada especial. En el encuentro de este sábado compartirán con sus compañeros su experiencia. Veremos cómo resulta porque es una prueba piloto, pero los chicos están muy entusiasmados”.

Como parte de la celebración de su día, los scout católicos participarán de la celebración de la Santa Misa hoy a las 19 en la Parroquia Santos Justo y Pastor.

Jorge recuerda que en una época los scout ataban un nudo al pañuelo de su uniforme y lo desataban recién al realizar su buena acción del día, como un signo de misión cumplida.

“¿De qué sirve bregar por la paz del mundo si estoy peleado con mi vecino?”, dice como reflexión nuestro entrevistado. Una buena pregunta para responder este día y pensar que mi buena acción hoy puede estar más cerca de lo que imagino.

*La anécdota de este relato inspiró la creación del Día de la Buena Acción. Fue muy importante, a su vez, para que el Movimiento Scout ganara en reconocimiento en todo el mundo.

La historia de la Buena Acción:

Esta historia, es un buen ejemplo del hecho que no importa el tamaño o el lugar de la Buena Acción, sino el espíritu con que fue hecha.

“Era el final del otoño de 1909. Durante el día, la ciudad de Londres había estado sumergida con una niebla muy espesa que prácticamente había detenido todo el tráfico.

Un publicista norteamericano, el Sr.Boyce, de la ciudad de Chicago, tenía dificultades para encontrar una dirección en el centro de la ciudad. Se había detenido bajo uno de los faroles de la calle para orientarse mejor, cuando de repente apareció un muchacho entre la niebla:
-¿Puedo ayudarlo señor?, preguntó el muchacho.
-Ya lo creo que sí- dijo el señor Boyce- quisiera que me indicaras como llegar a esta dirección….
-Yo lo llevaré ahí señor-dijo el muchacho, y se encaminó en la dirección deseada por el Sr.Boyce.
Cuando llegaron al lugar, el señor Boyce buscó en sus bolsillos algunas monedas para darlas de propina, pero antes de que tuviera la oportunidad de ofrecerlas al muchacho, este dijo:
-No señor, muchas gracias, soy SCOUT, y un SCOUT no acepta nada por ayudar a alguien.
-¿Un SCOUT? ¿y que es eso?, pregunto el Sr.Boyce.
-¿No ha oído hablar de los BOY SCOUTS de BADEN POWELL? Contestó el muchacho. El Sr. Boyce no había oído hablar de ellos.
-Cuéntame de ellos, respondió Boyce
Así es que el muchacho le contó al norteamericano acerca de él y de sus hermanos SCOUTS.
El Sr.Boyce quedó muy interesado y después de terminar sus negocios, le pidió al muchacho que lo llevara a las oficinas de los Boy Scouts británicos.
Ahí desapareció el muchacho.

En la oficina, el señor Boyce conoció BADEN POWELL, el famoso General inglés que había fundado el MOVIMIENTO SCOUT hacía dos años.
Boyce quedó tan impresionado con lo que BADEN POWELL le dijo acerca del ESCULTISMO, que decidió llevarlo a su país cuando regreso de Inglaterra.

¿Qué pasó con el muchacho que ayudó a Boyce?
Nadie lo sabe. Nadie volvió a oír hablar de él.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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