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El contenido de un texto que habría sido compartido durante una clase de 6° grado de una escuela primaria, motivó una reflexión en redes sociales.

Refiriéndose a los derechos de los niños, el escrito leído por un alumno a solicitud de un docente, señala que contar con un DNI permite el “acceso a los servicios que el Estado le brinda a los ciudadanos, por ejemplo, tener una vacante en la escuela, recibir ayuda económica a través de los planes sociales”.

“¿Por qué está mal el texto?”, se pregunta Paula Insani desde su cuenta de Facebook. Y se responde: “Porque naturaliza la idea de la ciudadanía asistida, aquella que, dependiendo su subsistencia de los beneficios del Estado, no sólo recorta libertades sino que promueve la dependencia, el clientelismo y una mirada dependiente”.

Más adelante, interpela a los distintos actores involucrados en la educación y cuestionar los planes curriculares.

“Insto a que cada mamá y papá, tutor o encargado, familia de estudiantes que se enfrenten a situaciones similares, a distintas injusticias o a hechos que estén mal, a alzar la voz. No una voz enojada. Una voz superadora que nos permitan iniciar el largo camino de la mejora educativa. Sin nosotros no va a pasar. Pensando que otros se ocuparan no va a pasar. Confiando en los valientes que se animan a hablar y mirándolos desde afuera, no va a pasar”, dice Insani, referente en Colón de la ONG Padres Organizados Entre Ríos, pero que decidió escrir el posteo a título personal.
El texto
Días pasados en un colegio de nuestra ciudad, un niño de sexto grado fue asignado para leer el siguiente texto:

"Identidad: nombre y nacionalidad

La fecha, el lugar en donde nacimos y el nombre de nuestros padres, nos dan una referencia de nuestro origen y forman parte de nuestra identidad.

Cada niño y niña tiene derecho a tener un documento de identidad reconocido por el Estado en el que consten esos datos. Estar en estos registros públicos es necesario además, para tener acceso a los servicios que el Estado le brinda a los ciudadanos, por ejemplo, tener una vacante en la escuela, recibir ayuda económica a través de los planes sociales, etc".

Más allá del naufragio de una reacción, y de los enojos que a priori podamos sentir, es preciso ver estos acontecimientos como oportunidades, y para que esto se convierta en oportunidad, debemos mirar el problema de frente, sin prejuicios, sin tabús y con una mirada superadora.

¿Por qué está mal el texto? Porque naturaliza la idea de la ciudadanía asistida, aquella que, dependiendo su subsistencia de los beneficios del Estado, no sólo recorta libertades sino que promueve la dependencia, el clientelismo y una mirada dependiente.
En lo personal, creo en una educación que distribuya oportunidades y no beneficios estatales. La transición de una escuela a la otra no es menor, requiere un sentido moral y solidario en un país donde el 50% de los compatriotas es pobre.

Pero la simpleza atenta contra la complejidad de los problemas que enfrentamos. Necesitamos construir ciudadanía plena.

Para ello la educación es esencial. Y eso incluye repensar el rol docente y la institución educativa.

¿Sabía la docente las implicancias del texto o como manifestaron es "la línea que nos indica Nación" con una antigüedad de al menos 6 años? (Figura como presidente Cristina Fernández), ¿o no sabía de las implicancias, no leyó el texto o lo leyó y no pudo interpretarlo?

Hemos tenido comentarios de formadores de docentes que nos cuentas justamente esto: estudiantes a punto de recibirse de docentes con dificultades para interpretar texto.

¿Qué rol ocupa la dirección en velar por la implementación de programas de estudios adecuados?

¿Y la comunidad educativa? ¿Qué hacemos como familias para involucrarnos en la mejora de la educación?

El ejercicio de la ciudadanía plena implica de ciudadanos comprometidos. Nuestras instituciones son mediocres. No es un insulto ni mucho menos, sólo trata de ser descriptivo.

En el caso de la escuela, tenemos planes de estudios enciclopedistas que no son atractivos, no generan habilidades para desempeñarse en el mundo actual y ni siquiera logra cumplir los magros objetivos que se proponen. Tenemos chicos de sexto grado que no son capaces de leer una oración completa. De tercer grado que no pueden resolver problemas matemáticos básicos.

La formación docente es muy deficiente, no es profesionalizada y eso atenta contra la calidad educativa. Vale lo mismo un docente comprometido con su profesión que uno que la desprecia pero junta certificados con puntuación del Consejo General de Educación.

La infraestructura escolar es del Siglo pasado pensada para la escuela del siglo anterior.

La escuela pública de la ley 1420 que distribuyó oportunidades, formó ciudadanos e idea de nación desapareció.

Pero las familias hemos sido testigos pasivos. Necesitamos re pensar la escuela, necesitamos alzar la voz ante la intromisión de la política partidaria en el aula o, como en casos más sutiles, aquellas que planteen proyectos de país contrarios al acuerdo de convivencia supremo que tenemos: la Constitución Nacional.

Insto a que cada mamá y papá, tutor o encargado, familia de estudiantes que se enfrenten a situaciones similares, a distintas injusticias o a hechos que estén mal, a alzar la voz. No una voz enojada. Una voz superadora que nos permitan iniciar el largo camino de la mejora educativa.

Sin nosotros no va a pasar. Pensando que otros se ocuparan no va a pasar. Confiando en los valientes que se animan a hablar y mirándolos desde afuera, no va a pasar.

La educación y la educación pública en particular es la última barrera que nos queda ante la anomia y la barbarie. Es la que nos da el camino viable de no sólo no profundizar si no de superar la pobreza estructural que nos golpea el pecho pero no nos interpela lo suficiente para resultarnos moralmente irrenunciable el desafío de garantizar un plato de comida, un futuro y un país a miles de compatriotas.

La educación está en crisis. Las crisis son oportunidades. Ahora, depende de nosotros.
Fuente: El Entre Ríos - Facebook Paula Insani

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