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Yamile Comabella es una joven bióloga nacida en La Habana y radicada desde hace años en Miami. El 20 marzo, primer día de la cuarentena en Argentina, publicó un posteo que rápidamente se viralizó, al extremo de que ya ha sido compartido 8000 veces y los comentarios se acercan a un millar. No es poca cosa para alguien que, como ella misma lo aclara desde un comienzo, se considera “una usuaria súper pasiva de Facebook” porque –hasta ahora- jamás posteaba nada.

¿Por qué se decidió a romper su mutismo y largarse a escribir? La razón parece más que válida: “Resulta que existe un artículo titulado ‘Severe Acute Respiratory Syndrome (SARS) Coronavirus as an Agent of Emerging and Reemerging Infection’, publicado en octubre del 2007, por científicos de la Universidad de Hong Kong. El artículo es lo que comúnmente se conoce como un review. Para los que somos del medio de las ciencias biológicas, estos tipos de artículos, bien hechos y estructurados se convierten en minilibros de texto temáticos, y resultan joyas para los científicos que se están iniciando en un tema en particular. ¿De qué trata este review? Pues es un compendio de 434 artículos científicos publicados sobre la epidemia ocurrida por un coronavirus conocido como SARS-CoV en el 2003-2004, cuyo foco de inicio fue en China”.

Yamile adjunta imágenes de las principales páginas de ese documento, escrito en inglés, con algunos párrafos resaltados.

Tras resaltar varias conclusiones a las que arribaron los científicos de Hong Kong, la bióloga remata su posteo reproduciendo de manera textual la conclusión –y a su vez advertencia- principal:

“Los coronavirus son bien conocidos por sufrir recombinación genética, lo que puede conducir a nuevos genotipos y brotes. La presencia de un gran reservorio de virus similares al SARS-CoV en murciélagos, junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, es una bomba de tiempo. La posibilidad de la reaparición del SARS y otros virus nuevos de animales o laboratorios y, por lo tanto, la necesidad de preparación no debe ignorarse”.

O sea, lo que estos señores dijeron 12 años atrás al otro lado del mundo podría traducirse en criollo como “ojo que hay una bomba de tiempo por estallar”.

“¿Les recuerdo la fecha de este artículo? 2007. ¡Hace 12 años este grupo de científicos publicó esto!”, resaltó Yamile y, para terminar su posteo, reflexionó en estos términos, disparando una ráfaga de provocadoras preguntas:

“Y aquí viene mi impotencia, incomodidad y la razón por la que escribo esto. ¿Qué función tienen los gobiernos locales, nacionales y mundiales en la seguridad biológica de todos nosotros? ¿Qué hizo la Organización Mundial de la Salud y el Gobierno chino después de esto? ¿Cómo es posible que los resultados más que evidentes y el llamado de la comunidad científica sean totalmente ignorados?

“¿Cómo es posible que una foto de un huevo o una canción sin contenido se viralicen sin importar fronteras ni idiomas y descubrimientos como este, que nos hubiesen evitado todo lo que estamos viviendo hoy millones de personas por todo el mundo y que les ha costado y costará la vida a miles de personas, solo haya tenido un promedio de descarga del artículo como les muestro en los adjuntos 9 y 10? Fíjense en el dato de diciembre del 2019 y cómo se disparan las descargas del artículo solo después que empezó este nuevo brote. No niego que en este mundo en el que vivimos la superficialidad y la banalidad hagan falta, pero pregunto ¿acaso no la podemos dosificar mejor para que cosas importantes como estas realmente se viralicen?”

“¿Cómo nos fanatizamos con un deporte y/o deportista, un cantante y/o grupo musical, una iglesia y/o religión, e incluso aceptamos con normalidad el flujo impresionante de dinero que se mueven en estas ramas y nos resulta totalmente ajeno lo que toda la comunidad científica hace a diario por hacernos la vida mejor a nosotros y a nuestro planeta?”

El remate es aún más fuerte:

“Tenemos que exigirles a los gobiernos, a los que toman las decisiones, a los comunicadores (cuyas faltas de profesionalismo muchas veces son alucinantes), que cumplan con su verdadera función social y que no hagan caso omiso de lo que tanto trabajo, años de estudio y sacrificio sale de nuestro intelecto cada día. Mis respetos a este grupo de científicos que me imagino su impotencia al ver todo este desastre. Mi admiración a los que en cada laboratorio de este planeta están dedicando horas de intenso trabajo en la búsqueda de terapias y tratamientos para frenar esto. De ellos apenas se hablan en los medios. Tomemos todas las medidas a nuestro alcance no solo para frenar esta pandemia, sino las que seguirán si no acabamos de cambiar nuestra visión y responsabilidad ante la vida. Hagámonos eco de lo bueno y de lo valioso”.

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