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Por Ladislao Fermín Uzin Olleros (*)

En mayo último se cumplieron diez años de una gesta criolla olvidada y que –dado el propósito que animó a esa proeza- amerita ponerla en conocimiento público. Agradezco el aporte de mi colega y amigo, Dr. Néstor Raúl López Delzar, quien me ha proporcionado los antecedentes para la elaboración de este trabajo.

Derrotado Artigas en Las Tunas y Rincón de Ávalos (Corrientes), se frustró el gran proyecto federal que proponía el caudillo oriental que, de haberse concretado, otro sería el mapa que contemplaba una gran unión de los pueblos que abarcaba ese designio, que por tal frustración nos dividimos, debilitándonos, cuando una unión de Argentina, Uruguay, Paraguay, parte de Bolivia y del sur de Brasil habría constituido una federación sólida e inquebrantable.

Artigas cruzó al Paraguay en septiembre de 1820, acompañado de unos pocos leales que lo siguieron; entre otros, destacó el Negro Ansina, quien lo acompañó hasta su muerte. Ansina era un esclavo liberto por Artigas, a quién, pocos días antes de su fallecimiento (septiembre de 1850) le espetó “tráeme el Morito que quiero montarlo”; el Morito era su caballo preferido.

Gaspar Rodríguez de Francia –dictador perpetuo del Paraguay hasta su muerte (1840)- lo acogió en Paraguay a condición de no desplegar actividad política, mantener correspondencia ni emprender nuevas campañas militares. A Rodríguez de Francia lo sucedió con Carlos López, padre del Mariscal Solano López, quien lo alojó en una dependencia de su propiedad, la quinta Ybiraí, donde vivió hasta su muerte. Don Carlos, que sentía un gran respeto y admiración por el caudillo, lo proveyó de una pensión para su subsistencia y se preocupó de que tuviera asistencia médica y religiosa; Artigas era confeso cristiano, rezaba el rosario y recibía un sacerdote confesor, pero siempre predicó la libertad de culto.- Sus restos fueron repatriados al Uruguay en 1855 por gestión del presidente Venancio Flores.

En mayo de 2014 un grupo de tres jinetes cabalgó desde Rosario del Tala hasta el Paraguay para rendir homenaje al prócer, haciendo todo el trayecto a caballo; no aceptaron ser seguidos con automóviles, casas rodantes ni carpas, por cuanto querían hacer el trayecto con limitaciones similares a las que pudo haber tenido el Gran Jefe Federal; acometieron esa gesta Martín Pandiani (talense) y los hermanos Dardo Julio y Néstor Javier Ubiedo Clavijo (uruguayos). Cada jinete llevaba un caballo de refresco o sea que los caballitos criollos eran seis y se llamaban Chira, Tobiano, Don José, Alfredito, Queguay y Gaucho. Una de las hijas del jinete Dardo Ubiedo Clavijo los llamó "Los héroes anónimos". De los pingos que los llevaron sólo queda un único sobreviviente de aquella hazaña. En la toma fotográfica resalta la Placa de Reconocimiento en manos del actual Presidente Municipal, profesor Ramón Medina, a su izquierda Ricardo Hartmann, al medio el Dr. Néstor Raúl López Delzar. Atrás y a caballo Martín Pandiani, con sombrero negro y poncho rojo. El caballito que va de tiro es el único sobreviviente de la hazaña.

A diez años de esa épica, corresponde el reconocimiento a esos criollos patriotas y anónimos, que rehabilitan y mantienen la vigencia de las conductas que fomentaron, lograron y consolidaron la independencia, y del caballo criollo “¡del galope corto, del aliento largo y el instinto fiel, caballito criollo que fue como un asta para la bandera que anduvo sobre él!”.

(*) Abogado.
Fuente: El Entre Ríos.