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Si nos ponemos a pensar los objetos maravillosos que puede conservar un pueblo o ciudad como la nuestra, son innumerables, pero seguramente ningún pueblo o ciudad conserva en su memoria colectiva un instrumento musical como el que tenemos en Colón desde hace ya más de cien años.

Provino desde Buenos Aires, más precisamente de lo que hoy es la Basílica de Nuestra Señora de Luján. Producto de las relaciones eclesiales y comerciales que se habían establecido entre Colón y Buenos Aires a través de sus sacerdotes; en el caso de Colón, los hermanos (sacerdotes ambos) José y Esteban Monnard y por Buenos Aires el Rvdo. Padre Salvaire. La relación entre ellos, más allá de su vocación, pasó también por lo comercial.

En el primer aspecto, desde lo religioso, su relación surgió a través de una misión que el Padre Salvaire hizo tanto en Colón como en zonas aledañas, entre ellas, Colonia Hugues y San Anselmo, en compañía de otros sacerdotes de su orden. Una misión que, sin lugar a dudas, marcó un antes y un después en la fe de esta zona.

Al recorrer la zona de Hugues y San Anselmo, el P. Salvaire se notificó de la existencia de varias canteras que producían buenas piedras, las cuales se comercializaban por entonces a distintas partes a través del puerto Almirón, de allí al puerto de Colón y desde ahí a distintas partes (Buenos Aires, Paysandú, Montevideo, entre otros lugares). Una vez concluida la misión, el P. Monnard en carta con el P. Salvaire decide comentarle con detalle las características de estas piedras y su calidad.

Llegó a Colón (no se tiene documentación al respecto si fue en barco u otro medio) en 1890, en conjunto con otro obsequio del P. Salvaire a la Parroquia de los Santos Justo y Pastor: una pila bautismal en mármol de carrara, que es la que se utiliza actualmente y sustituyó una primera que era de lata trabajada, donada por el Dr. Estevan María Moreno.

Durante casi cien años acompañó las celebraciones litúrgicas. A veces solo, en el caso de los casamientos, y otras tantas acompañando con su sonido al coro.

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En su versión original, el armonio funcionó a viento, es decir, compuesto por fuelles que se llenaban de aire a través de la pedalera que propulsaba el organista con sus pies y, de esta manera, al presionar las teclas, se emitía el sonido correspondiente. El armonio, además, cuenta con doble teclado, con una botonera mediante sistema de tirador, que, al tirar, según lo indica cada botón, emite un sonido diferente para interpretar cada pieza musical, según la ocasión.

El instrumento fue modificado tiempo más tarde por el devenir de la electricidad en el templo, y el sistema de fuelles a viento fue sustituido por un motor eléctrico que hacía el trabajo que antes era manual: de esta manera, el sonido podía ser más potente y la tarea de manejo del organista era más cómoda y sencilla.

Dentro de los organistas e intérpretes que lo utilizaron encontramos, por ejemplo, al Pbro. Narciso Goiburu (autor de la letra del himno de la parroquia), el Pbro. Cipriano M. Berín, Pbro. José Temón, Sr. Carlos M. Vulliez (quien fue director por muchos años del Coro Municipal de Colón, y del coro parroquial), Sr. Bordet, entre otros.

El Órgano – Armonio lleva más de veinticinco años en silencio. El paso del tiempo ha hecho que su deterioro y falta de mantenimiento lo transformen en un instrumento ya en desuso, al cual le faltan partes, la bomba de viento ya no funciona y gran parte de sus teclados y botoneras no se encuentran en condiciones de ser usadas. Restaurarlo, hoy sería una inversión que llevaría mucho dinero. Hubo más de un intento por parte de restauradores de órganos que lo visitaron, pero la situación del país del momento no lo permitió.

Hoy forma parte del patrimonio histórico – religioso de nuestra localidad y debemos preservarlo de la mejor manera para las generaciones futuras.

Profesor Alejandro González Pavón
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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