“Cuando hay crisis, esta problemática se agudiza muchísimo”, advirtió Gieco. “Ahora lo estamos viendo de una manera terriblemente acelerada, desde que llegó Javier Milei y no hay políticas públicas. Hay una decisión institucional de que la calle no sea para nada una prioridad del Gobierno nacional. En tanto, los gobiernos provinciales no tienen políticas públicas y los municipios prácticamente tampoco, salvo en la Ciudad de Buenos Aires o en otras muy grandes”, contó el referente de Fundación Multipolar, y explicó que, por lo general y a diferencia de lo que sucede en las grandes urbes, en las localidades más pequeñas el mismo entramado vincular de la comunidad compuesto por familiares, amigos y conocidos de larga data hacen que sea más difícil que una persona llegue a quedar en la calle. “Socialmente hay mucha más capacidad de absorción de esas problemáticas”, señaló. En contraste, observó que “lo que a veces sucede, por ejemplo, es que alguien viajó a trabajar por una temporada a una ciudad y quedó varado ahí, entonces no tiene un andamiaje familiar o algún vínculo que le permita sobrellevar esa situación y termina en la calle”.
Sin embargo, aunque Gualeguaychú no sea un gran entramado urbano, el número de personas en situación de vulnerabilidad también va en aumento: “En estos últimos meses se empieza a notar que hay muchísimas personas en 25 de mayo y en algunos otros lugares; están todo el día ahí; o niños pidiendo, algo que antes no se veía”, advirtió Gieco.
Una de las personas que vive esta realidad es Ángel Cantero, un joven de 31 años oriundo de Florencia Varela (Buenos Aires). Tras experimentar la crudeza de la indigencia, Ángel llegó a Gualeguaychú en febrero y decidió permanecer en la ciudad por un tiempo. “Podés descansar tranquilo, no te molesta nadie. Nadie viene, te patea y te dice ‘qué hacés acá’. En Buenos Aires vas a dormir a un lugar y capaz te queman el colchón, o hasta te lastiman a vos cuando estás durmiendo. Acá descanso bien, no molesto a nadie”, contó, mientras tomaba un descanso de limpiar vidrios en el semáforo de Av. Del Valle y Rocamora. De todas maneras, aclaró que en verano planea seguir su rumbo hacia Uruguay, en busca de nuevas oportunidades. El joven contó que vive en la calle desde los 12 años y que sobrevive “como puede”, limpiando vidrios de los coches y -cuando se lo confían- las vidrieras de algún local. Así es como logra conseguir lo suficiente para comer, además de contar con la ayuda solidaria de los vecinos. “Siempre me dan una mano, vienen acá, me traen comida, entre otras cosas”, dijo, y mencionó que desde la Iglesia le ofrecen desayuno los martes y viernes y que una rotisería del centro lo ayuda a que no pase hambre.
Esta asistencia resulta fundamental para quienes atraviesan tal estado de vulnerabilidad, tengan o no un techo. En ese sentido, Gieco indicó que en Gualeguaychú “hay personas que quizá no están en situación de calle, pero que durante el día van buscándose la vida, pidiendo en los negocios o a las personas que van caminando”. A esto, agregó que en los asentamientos locales “viene creciendo de una manera descomunal la cantidad de casillas de madera, cartón y chapa”, y que “a la vez hay gente que ni siquiera tiene casillas, vive en los asentamientos, pero en la calle: estas son personas que atraviesan situaciones de adicción u otras muy complejas”, precisó, y apuntó que en Gualeguaychú no hay muchas opciones de hospedaje o albergues: “Está el Hogar de Cristo y había uno que era municipal que ya no existe. Las personas no tienen donde refugiarse”.
Ángel contó que estaba parando en la Costanera, pero como en la zona se robaron todos los cables, no quieren que pare más nadie ahí: “En estos momentos duermo en las inmediaciones de Primera Junta y Jujuy. Hay una verdulería y una dietética, y en el medio hay un pasillito, donde me cubro del viento. Ahí estoy con mi mochila y mis cosas, que siempre llevo encima. A veces no me dan más las piernas para seguir caminando, pero tengo que seguir igual porque si no me muero de hambre. De frío no, aunque ahora me sacaron la frazada; la tenía escondida en el lugar donde duermo y no está más. Con lo único que me tapo es con un saco largo que es el único abrigo que tengo. Necesito una frazada, algo de ropa para poder cambiarme y una mochila para poder cargar mis cosas”.
A la ausencia de un techo, se le suma la hostilidad de la Policía y la falta de respuestas por parte del estado. “Acá no te dejan estar porque es medio céntrico. Nosotros somos un cero a la izquierda acá. Donde nos ven los policías que andan en motos nos sacan corriendo”, manifestó el limpiavidrios y apuntó que más de una vez la Policía insistió en que él y otros trabajadores callejeros tengan un permiso de la Municipalidad para realizar su actividad. “Cuando voy a la Municipalidad no me saben decir nada porque me dicen que no soy de acá”, dijo y mencionó que algo similar ocurrió cuando acudió al Anses: “Fui para ver si seguía cobrando un plan que tenía en Buenos Aires. Me mandaron a distintos lugares y me dijeron que como no soy de acá no me van a poder averiguar nada”.
Tal como describe Ángel, incluso en Gualeguaychú, vivir en la calle es una realidad penosa que supone una lucha constante por sobrevivir y un estado de completa vulnerabilidad. En ese sentido, Gieco remarcó que cuando una persona entra en situación de calle todo se deteriora rapidísimo, desde la higiene a la salud mental: “Estás vulnerable en todo sentido: a robos, a la droga, a enfermedades. En pocos meses cambia tanto la personalidad, la visión de la vida y de todo, que realmente se desconoce después. El deterioro es muy acelerado, por eso hay que intentar evitar que las personas caigan en esta situación y cuando alguien lo hace, sacarlo lo más rápido posible. Son situaciones terribles y los Estados municipales no tienen la capacidad de contener al volumen de familias que hay en tanta pobreza. Muchas van a poblar asentamientos, pero a veces son medio complicados entonces prefieren quedarse en parques, en el centro, en plazas; y hay Municipios donde los reprimen, les sacan todo, los echan, como pasa en la Ciudad de Buenos Aires. Muchas veces hasta pierden los documentos. A su vez, los paradores son terribles; desarman a toda la familia, porque hay paradores que son para varones, otros para mujeres, otros para personas trans, otros que son más para ancianos o para mujeres y niños. Desarticulan a toda la familia y la familia no quiere que pase eso porque termina muy mal. Por más que los venden como que son Disney, nosotros que los conocemos desde adentro, sobre todo en Capital, y más que nada los públicos, desde siempre fueron lugares muy hostiles para las personas”.
El abordaje y el rol del Municipio
El Director de Desarrollo Social, Marcos Henchoz, se refirió al abordaje de esta situación en la ciudad: “No es algo nuevo, sino que lleva muchos años, y sus causas son múltiples: el distanciamiento familiar, el consumo problemático (drogas, alcoholismo) y las personas de tránsito que lo toman como opción de vida. En estos últimos meses se ha sumado un nuevo factor: la no posibilidad de renovar un alquiler”.Respecto a las acciones concretas que lleva adelante la Municipalidad en estos momentos para darle respuesta, Henchoz dijo:
“Son problemáticas muy complejas y que cada una de ellas requiere ser atendida de manera particular. En algunos casos, las personas no tienen recursos y se trata de asistirlas mediante redes vinculares o institucionales; otras tienen recursos o cuentan con algunos ingresos y se procura mediante la relación con ONGs o particulares buscar los espacios de alojamiento. No hay un dispositivo municipal de abordaje directo para atender estas situaciones. En otros casos, hemos ofrecido algún tipo de colaboración, pero las personas se resisten a ser atendidas porque prefieren llevar una vida sin horarios ni compromisos, ya que cuando acceden asistimos con visitas personales para el seguimiento, la vinculación con la familia y la solicitud de atención en CAPS o talleres de formación. Asimismo, estamos en contacto con instituciones locales con las cuales realizamos diferentes trabajos y colaboraciones en donde buscamos asistir ante situaciones puntuales. Actualmente, se está acondicionando un espacio para comenzar a realizar un abordaje más completo y en el cual para su ingreso, se implementará un protocolo”.