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Comentarios de todo tipo comenzaron a circular ayer por las calles y las redes sociales ante la bajante de las aguas en las costas del Río de la Plata y el Atlántico, principalmente entre Montevideo y Maldonado, un fenómeno que no se registraba desde hace dos décadas.

Hay quienes se volvieron apocalípticos presagiando catástrofes, una invasión súbita de la franja costera por las aguas oceánicas que se retiraron, el inminente impacto de un tsunami o imparables temporales, ciclones y tornados.

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Según el Instituto Uruguayo de Meteorología, ya desde el jueves, pero especialmente en la madrugada y mañana del viernes, lo que se desarrolló fue un fenómeno de descenso en el nivel del mar en las costas del sur y sureste a raíz del intenso viento proveniente del noreste. Para hoy sábado se prevé que los vientos de componente noreste comiencen a amainar, para posteriormente rotar al sector sur, cerca de las 15:00 horas, permitiendo que las aguas vuelvan a sus niveles.

"Así como cuando hay temporales con viento del sur se ve que las aguas levantan el nivel y golpean contra la rambla, cuando hay viento norte se produce el efecto contrario: las aguas se retiran un poco y así producen estas bajantes", explicó el vocero de la Armada Nacional, Gastón Jaunsolo.

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El temporal, que comenzó en el norte argentino y en Paraguay, se presentó con rachas muy fuertes de viento, de más de 90 kilómetros por hora, como quedó registrado en la madrugada de del viernes en Piriápolis. La posibilidad de un tsunami quedó de plano descartada, ya que este fenómeno se debe en altísimo porcentaje a terremotos submarinos, más comunes en los litorales de los océanos Pacífico e Índico, en las zonas sísmicamente activas.

Paisaje de otro mundo


El viernes las playas de Montevideo proyectaban imágenes inéditas, desde la vegetación crecida en las profundidades, hasta residuos de todo tipo, murallones renegridos, algún muelle no siempre visible o extraños planisferios conformados por rocas planas.

También llamaban la atención los barquitos de pesca encallados en el Buceo de cara a las torres del World Trade Center o el gigantesco barco de carga que exhibía toda su silueta en la rambla portuaria, frente a la torre de Antel.

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El puerto de Punta del Este también dejó al descubierto su fondo repleto de mugre, gomas de automóviles y una gran variedad de desechos, además del oscuro color del barro; el agua se retiró más de 10 metros en apenas 15 minutos.

Ante eso, la Intendencia de Maldonado informó que intensificaría los trabajos ya previstos entre la parada 9 y 14 y en el puerto para retirar los escombros y otros restos de antiguas construcciones, como ser: varillas de hierro, piedras y maderas que quedaron expuestos a raíz de la bajante del mar.

Frente a los locales de venta de pescado, dos ejemplares de pelucas, tal como se conoce al león marino, se ubicaban ayer, como siempre, expectantes, reclamando lo desechado por los limpiadores, en un rito que se remonta a décadas atrás, desde que ambos comparten su lugar en el puerto esteño.

Pero lo peculiar de esa postal es que los animales aparecían en tierra, en el inesperado espacio dejado por la bajante de las aguas. Y no solo los lobos o leones acuáticos fueron afectados por el fondo del mar al descubierto. Varias embarcaciones aparecieron varadas, apoyadas en su quilla y una parte de sus estructuras.

"Hasta el momento no hay daños denunciados", dijo el capitán de navío Juan Diez, jefe de la circunscripción Océano Atlántico de Prefectura.

"Tampoco se reportaron mayores problemas en la navegación", agregó el oficial, cuando después del mediodía de la víspera el nivel del mar comenzó lentamente a subir.

A la altura de la parada 10 de la playa Mansa quedaron expuestos los restos de un velero de carga varado a comienzos del siglo XX. Desde la década de 1990 era imposible verlos.

Pero lo más notable, no solo para aficionados a la arqueología marina, fue que entre las playas Brava y El Emir quedaron también visibles los restos del Santa María del Luján, encallado en la madrugada del 21 de julio de 1965.

La embarcación había zarpado pocos días atrás de Porto Alegre con destino a Buenos Aires, y en virtud de la niebla cerrada cambió el rumbo hasta encallar en Maldonado, a 150 metros de la orilla.

En el libro Cinco Postas en el Siglo, que reúne material recopilado por Alfredo Tassano, se cuenta que el Santa María (buque argentino) transportaba un enorme cargamento de madera, de pino Brasil, tablones que en parte fueron descargados y en otra parte derivaron hacia la costa después de que el barco se hundiera debido a las averías, malas maniobras de rescate que lo dejaron inclinado peligrosamente 100 grados a estribor, y una feroz tormenta que agrandó una fisura de lado a lado de la popa, al punto que esta quedó a seis metros de distancia del buque.

Con aquella madera que traía se construyeron muchas casas de balnearios esteños.
Fuente: El País de Montevideo

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