Editorial

¡Es de no creer!

Juan José Canosa, extitular de Sidecreer

Sigue viva, aunque sin concretar, la idea no admitida por los escépticos, acerca de encontrar quién tome en serio la idea de publicar un diario, en el que aparezcan únicamente buenas noticias.

De esas en las que todo es paz y amor, que hablan de éxitos de quien fuera un chico sin recursos y que, como fruto de su empeño, se lo ve convertido en un auténtico triunfador, o descendiendo a las circunstancias más comunes en la vida cotidiana, a tantas otras que lo que se muestra en sí misma y en principio como una tragedia, termina teniendo un final feliz, ante el cual nadie puede dejar en cierta medida de compartir.

Desgraciadamente, se tiene la nada infundada sospecha que a un diario editado con ese enfoque, habría que pronosticarle una corta existencia. No solo porque sería escaso el material de ese tipo que cabría recoger – a pesar de que el mundo se encuentra lleno de buenas personas, y posiblemente las buenas acciones que a diario se llevan a cabo, son también en su número mayores que las que merecen reparos de diversa gradación-, en parte porque los buenos samaritanos, como en los tiempos evangélicos, prefieren guardar el anonimato, por minimizar o disimular el valor de sus comportamientos, en lo que no ven otra cosa que el cumplimiento de un deber; sino porque no es ese el tipo de noticias a las que por lo general se les presta una toxica atención, y que precisamente por ello importan y se las busca. A lo que habría que agregarle todavía, como explicación complementaria, el hecho que en un número muchísimo menor, todos aquellos de espíritu pequeño, que aunque más no fuera de una manera no consciente, sienten envidiosos celos por quienes dan pruebas de que resulta posible comportarse de otra manera distinta a aquella, a la que cuanto menos, prestan atención.

En tanto, las cosas se han vuelto en la actualidad tan espantosamente truculentas, que estamos convencidos que lo que en su momento se mencionaba como la prensa no “amarilla” sino meramente “folletinesca”, en la actualidad se la puede ver travestida -en una versión corregida a aumentada- en los contenidos que de una manera ininterrumpida deja ver algún canal de televisión.

De donde, el seguir adentrándose en esa dirección, no sería extraño ver que a los propulsores de una publicación que se ocupara únicamente de las buenas nuevas, se agregarían otros, ubicados en la vereda opuesta, a los que se los viera fantasear acerca del negocio que resultaría, contar con un medio escrito o cualquier otro, esta vez de naturaleza audiovisual, especializado en la difusión de una sola categoría de esas que metemos en una misma bolsa al considerarlas a todas ellas como “malas noticias”. Así tenidas ya por serlo intrínsecamente, o por su frivolidad engañosa, cuando no por resultar cizañeras, extorsivas o simplemente mentirosas.

Y quienes así argumentan, se los ve ir más allá en su razonamiento. Ejemplificando que no otra cosa es lo que sucedía antes con revistas y periódicos deportivos, y en la actualidad con canales televisivos y emisoras radiales, entre las cuales además de dedicarse a informar sobre la mayoría de los deportes, existen otros medios cuyos contenidos están referidos a un deporte en particular.

De profundizar en esa idea que, como señalamos, suena a estrambótico disparate, tendríamos medios especializados en la cubertura de hechos de violencia, tanto de género como familiar, de raptos de infantes, o de los casos de adolescentes que, de improviso, se marchan de su casa sin avisar. Junto a los cuales habría otro u otros cuya especialidad estaría en los delitos contra la propiedad, aunque no resulta claro si, en este caso, habría que distinguir entre los delitos que involucraran exclusivamente a la propiedad inmueble, tales como las usurpaciones, los demoliciones e incendios y las “entraderas”; o la larga gama de aquellos ilícitos que tienen como objeto a la rapiña de automóviles, camiones y camionetas, motocicletas y bicicletas, o teléfonos celulares.

Sin dejar de tener en cuenta que, en el caso de los delitos en que la administración pública aparece como damnificada, no da el material para la publicación o la emisión de un espacio diario, sino para un mensuario, en lo que sería algo más que una suerte de recopilación de prontuarios.

Un disparate de este último tipo, suponemos que tendría poca fortuna empresarial en nuestra provincia, donde a lo largo de su historia podemos enorgullecernos de que hemos de una manera casi invariable contado con gobernantes y funcionarios, que podían exhibirse como notorios ejemplos de la austeridad republicana.

Algo que lamentablemente, contradiciendo esa caracterización de elevado comportamiento de nuestros funcionarios, se nos hizo presente en jornadas pasadas “en un solo día”. Nada que en principio puede asombrarnos si se ven el olor fétido que en otras partes despiden diversas “ollas gubernamentales” al ser destapadas. Pero lo que en este caso inquieta es la “simultaneidad”, que cabe suponer como tan solo azarosa de ese tipo de información.

Ya que sin solución de continuidad pudimos enterarnos de la confirmación por nuestro máximo tribunal de la condena a quien presidiera una sociedad anónima de capital estatal, y que en una imprudente aplicación del principio de presunción de inocencia mientras no haya condena en su contra, luego de tener que dejar esa función gerencial, por ser denunciado por estar incurso en actos incompatibles con la función pública, fuera designado para ocupar alto cargo en la legislatura provincial, el mismo que ocupa actualmente.

Es que el funcionario sentenciado, lo habría sido por la errónea interpretación, amplísima por su parte, del conocido principio aquél que impondría el deber de atender “ante todo la familia”.

Y de allí que su condena fue consecuencia, en primer lugar, de que, como presidente de la empresa provincial, comprara insumos informáticos a otra vinculada a una cuñada suya, la hermana de esta y el esposo de esta última. A la vez que adquiriera indumentaria para la misma empresa a la suegra de su hermano. Y por último contratara obras diversas de construcción, electricidad, pintura y carpintería con un tío político suyo por línea materna.

En el otro caso, está vinculado con un ex diputado y actual asesor del Senado provincial, quien aparece mencionado en el “grueso expediente de los contratos truchos en la Legislatura, por los diez contratos mensuales que tenía en Diputados y en el Senado, a nombre de buena parte de su familia (mujer e hijos y cuñada, pese a que los primeros son planta permanente del Ente Provincial Regulador de Energía), que incluían hasta la empleada doméstica de su casa, por lo cual percibía arriba de 500 mil pesos mensuales.

Creámoslo o no, es… de no creer…